Lo que pudimos ser y no fuimos

Capítulo 9

Liverpool nos recibe con un clima agradable; no llueve y, aunque hace frio, los diecinueve grados se sienten soportables, perfectos para pasear. Me observo una vez más en el espejo: ni una mancha, ni una imperfección. Aplico un poco de brillo labial y bajo del auto de mis papás.

Entramos a uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad —al menos para mi familia —, un lugar al que vamos siempre que hay un evento importante o simplemente queremos compartir un día juntos. Hoy estamos aquí con la familia de Noah, celebrando la visita de Jaden y lo bien que le va en su pasantía en París.

Mi madre y la tía Amelia caminan animadas, señalando la decoración, riendo como si fueran dos adolescentes de nuevo. Detrás de ellas, mi padre y el tío Oliver conversan de lo mismo de siempre: negocios y fútbol.

Ha pasado un mes desde el cumpleaños de Noah, y desde entonces hay dos chicos que no dejan de escribirme: uno siempre me saluda con un “Boo” y el otro me llama “bonita”. El primero logra que me invadan los deja vús y emociones que crea enterradas; el segundo lo conocí en aquella fiesta y despertó mi curiosidad.

—¿Y qué ha pasado con dos chicos? — pregunta Noah, caminando a mi lado.

—No lo sé — me encojo de hombros —. Ambos son divertidos, me entretiene hablar con ellos.

—Seguro hay uno que te gusta más — dice, metiendo las manos en los bolsillos de su sudadera.

—Si… con uno siento más conexión — confieso, recorriendo el lugar con la mirada.

—¿Y ese es…? — Noah se detiene justo frente a mí.

—Chase. — sonrió de oreja a oreja.

Sus ojos brillan con emoción antes de rodearme con los brazos.

—Entonces, ¿Por qué sigues respondiéndole al otro chico?

—Porque me cae bien, es un buen chico — respondo, encogiéndome otra vez de hombros.

—Enid, no deberías jugar con los sentimientos de nadie — frunce el ceño.

—No estoy jugando con nadie — replico, con las manos en la cintura y un leve tono molesto.

—Lo sé, pero debes ser sincera con ambos. — aconseja, tomando mi rostro entre sus manos.

—Está bien… — ruedo los ojos, y el aprovecha para despeinarme el cabello.

Al llegar a nuestra mesa pedimos la comida. Mis padres aprovechan para ponerse al tanto: hablan de la universidad de Noah, de la pasantía de Jaden, de los torneos de matemáticas y ajedrez de Emily, y también de mis partidos, juegos y notas. Es su forma de actualizarse con todo lo que ha pasado últimamente.

Aunque me escribo con Chase, casi no lo he visto. Kyle y sus amigos suelen saludarme en los pasillos o cuando van a verme jugar, pero entre ellos no aparece esa mirada color miel que me acelera el corazón.

Con el chico de ojos avellana todo va bien: es atento, me cuenta su día, me habla de su colegio y de la universidad a la que ira; a veces consigue hacerme reír. Sin embargo, en el fondo siento que busco a Chase en él.

El celular vibra. La pantalla se ilumina con un mensaje de Chase y mi corazón late más rápido.

Chase: Hola Boo, solo quería desearte un lindo día.

Chase: Que pases un día agradable con tu familia.

Chase: Cuéntame más tarde como te fue…

Guardo el celular en el bolso enseguida. No quiero sentir esta agitación, ni releer sus palabras una y otra vez, pero no puedo evitarlo.

—¿Todo bien? — pregunta mi padre desde el otro extremo de la mesa, entornando los ojos.

—Si, todo bien.

Se gira hacia la tía Amelia y retoma la conversación. Mamá me lanza una mirada fugaz antes de volver a unirse a la plática.

Jaden, viene como siempre, esta relajado, vestido formal, con esa expresión de hielo que usa cuando no quiere socializar. Varias han intentado acercarse a él, pero las ignora a todas. Siempre ha sido así: un tempano difícil de derretir.

—¿Cuándo vuelves a París? — pregunto, logrando captar su atención.

Sus ojos azules se clavan en los míos y me regala una sonrisa.

—En tres días — responde, bebiendo de su copa de vino —. ¿Por qué ya me extrañas?

—Nah — le restó importancia —. Entonces esta es tu despedida.

Asiente con calma.

—Los próximos días estaré ocupado empacando.

En ese momento, una chica morena, de ojos castaños, se acerca a la mesa interrumpiendo nuestra charla.

—¡Hola! — dice con voz suave —, ¿puedo robarte a tu hermano un momento?

Me mira suplicante. Jaden me lanza una mirada pidiéndome que niegue, pero yo sonrió con picardía.

—Adelante, lindas todo tuyo.

Él me lanza una sonrisa burlona al ponerse de pie, consciente de que todos lo observamos.

—Me las vas a pagar Enid — murmura al pasar junto a mí.

Le saco la lengua, y Noah y yo rompemos en carcajadas al verlo de lejos conversando con la chica.

—Ya es hora de que salga con una chica — comento con un suspiro.



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En el texto hay: amor, crecer, amistad cariño

Editado: 26.08.2025

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