En dos días volvemos a Londres, durante los días anteriores no hemos hecho muchas cosas, han sido días rutinarios, a excepción de las largas caminatas que hago con Emine.
Zep por otro lado ha venido todas las noches a que vayamos por un chocolate y ver una película, como días anteriores, aunque he visto que no ha estado muy contento con la chica, con Cassie, cuando está cerca me toma de la mano y nos vamos lejos de donde ella, algunas veces logra decirle que si pueden hablar pero él la ignora.
Es extraño y no he querido preguntarle porque es su vida.
No ha pasado nada, realmente nada, a veces me toma la mano y yo otras veces recargo mi cabeza en su hombro, de allí no pasamos, Emine me ha dicho que después de nuestra charla estoy más animada y es cierto.
Jane pasa parloteando todo el tiempo, cuando estamos las tres solo son rizas y bromas, no creí que resultaría tan buena amiga, ha pasado muy rápido el tiempo aquí, y no quiero irme ahora que hice una nueva amiga.
Estos días Robert nos ha dicho que nos preparemos para la última fogata, será con todos los chicos.
Y hoy es ese día, me emociona porque días anteriores solo han estado por edades y separados.
Acomodo mi cama y me meto a cambiar, el día de hoy será atareado; por la fogata y actividades que planeó Robert, mañana los chicos se irán y pasado nosotros, cuando dejemos todo en orden.
Me estiro un poco cuando termino de cambiarme, quiero ir un rato a caminar por el bosque, hoy me toca estar con los pequeños a medio día, así que tengo bastantes horas para poder respirar aire fresco.
Ato mis tenis y tomo las llaves de la cabaña, llevo una botella de agua para cuando tenga sed.
Salgo de la cabaña y Zep me espera del otro lado, con una enorme sonrisa, sus ojos avellana brillantes.
Besa mi mejilla a modo de saludo.
—Hola bonita — me escanea de arriba abajo —¿Saldrás?
—Si, quiero ir a dar una vuelta al bosque. — acomodo mi cabello y sonrió tontamente.
—¿Puedo ir contigo? — sus ojos avellana brillan un poco más.
—Si, claro que sí.
Comenzamos a caminar, de forma distraída nuestras manos se rozan provocando una extraña electricidad en mi cuerpo, y deseo que tome mi mano, que vayamos juntos así, tomados de la mano.
Volvemos a rosar nuestras manos y de nuevo siento que el corazón se me saldrá en cualquier momento, suspiro y veo a cualquier lado que no sea su cara.
Siento como la calidez de su mano envuelve la mía, de reojo veo como a unido nuestras manos y reprimo una sonrisa porque estoy demasiado feliz en este momento.
Pasamos por todo el campamento así, no puedo creerlo, seguimos sin decir nada. Comienzo a balancear nuestras manos y escucho su risa que me hace sentir bien.
—El clima hoy esta increíble. — comento distraídamente.
—Si, es un magnífico día.
—¿Escuchas eso? — pregunto y guardo silencio, el sonido de las aves se hace presente. — Que hermoso.
—Si…— giro a verlo con una sonrisa —, es hermoso.
Vuelvo a sonreírle y el me atrae a su cuerpo, me envuelve en un abrazo y yo rodeo su cuerpo.
No sé qué está pasando, se siente jodidamente bien, no quiero dejar de sentir mi corazón acelerado, quiero quedarme así, escuchando su corazón que también late rápido.
Nos separamos y seguimos caminando, he olvidado que quiero ir al bosque, por lo que nos dirigimos a un columpio de madera, un poco lejos del campamento, cerca del rio.
Avanzamos aun tomados de las manos y nos sentamos, recargo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos, la tranquilidad, su respiración, las aves cantando, el viento, todo se siente increíble, parece que es un estupendo día a excepción porque está nublado, pero me encantan los días nublados y no puedo evitar sentirme feliz.
Feliz, una felicidad que desborda de mí, que siento que ahora mismo podría gritar, jugar, reír y hacer todas las estupideces que se me crecen en la cabeza, porque la vida es una y sé que ahora debo vivirla.
Estamos en silencio, ninguno de los dos dice nada, es como si el supiera que estoy bien así, con él, solo estando juntos, tomados de las manos y disfrutando de nuestros últimos días aquí.
Me siento tan relajada que comienzo a sentirme con sueño, mis parpados se sienten pesados y estoy cómoda con Zep.
Pasan unos minutos, tal vez media hora.
Cuando despierto Zep tiene su móvil en la mano, está texteando con alguien, me incorporo y veo como sus ojos avellana brillan, me sonríe.
—¿Dormiste bien? — la sonrisa sigue sin borrarse y yo quiero morir, me ha visto dormir.
—Eh, si gracias.
—Te he visto dormir relajada y créeme que se me antojo también dormir, pero debemos irnos porque los chicos necesitan nuestra ayuda.
Asiento con la cabeza y nuevamente entrelaza su mano con la mía, lo hace como si fuese algo normal, los nervios siguen en mí, no puedo evitarlo.
Al llegar a el campamento los chicos corren de un lado a otro, algunos niños pasan por nuestro lado, intento soltar mi mano de la suya, porque no se si eso le incomode, pero él no me deja.