—Hola — el chico gira a verme y le sonrió débilmente — soy Enid, mejor amiga de Alice.
Digo lo último con un nudo en la garganta y la voz cortada.
El chico me sonríe débilmente y estira su mano.
—Chris, soy el novio de Alice.
Alice ha encontrado al chico de sus sueños, sus ojos cafés reflejan el dolor de ver a mi amiga postrada en la cama y el no poder hacer nada. El chico es más alto que yo, por dos cabezas al menos, su cabello castaño cae revuelto y lleva ropa holgada. Tiene la mirada perdida y con un toque de miedo.
El miedo que yo también tengo de perder a mi mejor amiga.
—Alice me hablo de ti…— comento después de unos segundos en silencio, con la máquina de fondo que emite ese sonido que para nada me gusta —, no pensé que nos conoceríamos de esta manera.
La vida siempre se encarga de poner tu mundo de cabeza, cuando crees que estas alcanzando la cima, sucede algo que lo cambia todo y volvemos a el inicio.
—Pequitas también me hablo de ti — aclara su garganta y no deja de ver a mi mejor amiga a través del cristal —, también lamento conocernos aquí. Pequitas nunca pensó que se enfermería de manera tan rápida…
Su mirada se pierde en algún punto de la habitación, queriendo decir más, pero no sale más que un suspiro largo y lleno de sentimientos que puedo percibir.
—Ella jamás menciono sentirse mal, hace poco hablamos y ella parecía realmente bien, no parecía tener algún síntoma…— recuerdo hace una semana que hablamos por videollamada, me conto de su novio, de cómo ahora estaba viviendo su vida, encontrando su propio comino, pude ver la felicidad en sus ojos azules a través de la pantalla de mi móvil y no dude en sentirme feliz por ella, por sus logros y porque ella se merece eso y más —, debí darme cuenta que algo andaba mal, que ella estaba enferma…— murmuro con lágrimas recorriendo mis mejillas.
—Alice no quería que nadie supiera que estaba enferma, ella solo quería sentirse como una chica normal, como hace un par de años cuando aún vivía en Londres y eran cuatro amigos queriendo comerse el mundo — su mano se posa en mi hombro dando un ligero apretón —, entiendo cuanto quieres a mi pequitas y sé que ella te quiere aún más, porque siempre me contaba las anécdotas que vivieron juntas, pero por todo eso que me conto ella quiero decirte que no ganas nada culpándote, ella al final del día decidido ocultar su enfermedad para poder vivir como quería. Hasta que tuvimos que llegar al día de hoy, un día donde yo jamás quise recibir esa llamada que me temía después de tantos meses.
Agacha la cabeza y quita su mano de mi hombro, entiendo cómo se siente, porque yo jamás espere llegar a casa hace un par de horas y recibir la peor noticia de todas. Jamás me esperé que Alice se encontraría aquí y mucho menos pensé llorar tanto de la angustia por saber de mi mejor amiga.
Nos quedamos en silencio, hasta que los padres de Alice llegan y nosotros nos salimos para darles privacidad. Mis papás se encuentran sentados en la sala de espera, mi madre cubierta con una manta que comparte con mi padre. Al verme llegar se ponen de pie y me envuelven en ella dejando que sienta el calor de la manta, al igual que el de mis padres.
—Son más de las seis de la mañana cariño — mi madre baja y sube la mano en mi brazo derecho dándome más calor — vamos al hotel, debes descansar, llevas toda la noche aquí parada.
Niego con la cabeza y los ojos comienzan a picar.
—No puedo mamá, quiero saber que Alice está bien. Me da miedo — se me corta la voz — me da miedo perder a mi mejor amiga. Mamá aún no hemos hecho cosas juntas, no hemos viajado juntas, tampoco hemos ido de compras a su centro comercial favorito. Ella no se puede ir. —sollozo y mi padre me envuelve en sus brazos, dejando que descargue todo el dolor que siento desde que supe de la enfermedad de Alice.
—No te preocupes Enid, me quedare yo y te avisare cualquier cosa que suceda— una voz que reconocería en cualquier lado se hace presente haciendo que me aparte de mi padre y me encuentre con sus ojos miel, observándome con lágrimas y el pecho agitado —, lamento llegar tan tarde Enid y dejar a mis mejores amigas solas.
Me separo completamente de mi padre y corro a abrazarlo, porque el también entiende el dolor que estoy viviendo, la sensación tan horrible en mi pecho, el siente como yo el dolor de ver a Alice en esa habitación.
—Noah, Alice se ve muy mal. Tengo miedo. Ella, Ella no se ira, ¿cierto? — me separo unos centímetros y busco en sus ojos esperanza, esa confianza y seguridad, pero solo encuentro miedo, angustia y pesar.
—No lo sé Enid, esta vez no lo sé — me pego con más fuerza a su cuerpo, porque es lo único que me mantiene tranquila por un instante, el olor a su perfume me hace sentir en Londres, en mi casa y en mi vida antes de hoy.
Después de negarme más de cien veces irme a descansar, Noah y Chris me aseguraron que ellos estarían pendientes por cualquier cosa y me avisarían. Mas por fuerza que por gusto termine subiéndome al auto de mis padres en dirección del hotel a tres cuadras del hospital.
Me duche, al salir mi madre coloca una bolsa de compras en la cama y me explica que ahí tengo ropa y lo necesario para arreglarme. Cuando termino desayuno por obligación, ya que mi padre no deja de vigilar mis movimientos.