Después de cuatro años lo tengo enfrente, con sus ojos miel brillando, dejándome ver nuevamente los ojos que me habían enamorado cuando era una adolescente queriendo sentirme viva.
—No puedo creerlo — tapo mi boca y las lágrimas brotan — ¿Por qué no podía recordarte? — pregunto con un nudo en mi garganta y pegándome a su pecho, abrazándolo.
—No tienes que agobiarte por el pasado — me alejo un poco y limpia mis lagrimas —, creí que me reconocerías hace un par de meses cuando Kyle nos volvió a presentar.
Niego y escondo mi cara en su cuello.
—Lo lamento Chase — murmuro con la voz rota y sollozando.
—No debes lamentar nada — da suaves caricias a mi espalda —, yo fui quien le pidió de favor a Kyle que nos volviera a presentar, como la primera vez.
Durante cuatro años olvide completamente esos ojos miel que me cautivan. ¿Por qué lo olvide? ¿Por qué los recuerdos me llegan ahora? ¿Por qué creí que esos ojos miel eran los avellana de Zep?
Tengo tantas preguntas, pero el chico que tengo enfrente me sonríe de una manera que me hipnotiza y me llena el alma de felicidad.
—Lo lamento, siempre estuviste ahí y yo no te recordaba — murmuro con los ojos llenos de lágrimas.
—No te mortifiques mas por eso — con delicadeza limpia las lágrimas de mis mejillas —, entiendo que en aquel entonces lo nuestro no era un lazo fuerte, éramos dos adolescentes que necesitaban vivir más, madurar y comprender lo que teníamos dentro.
Besa mi frente y me atrae a su pecho.
—Lamento haber tardado tanto — murmura dando suaves caricias a mi espalda.
—No llegaste tarde — me alejo un poco de el para ver sus ojos miel hipnotizarme nuevamente —, siempre tuviste razón, la tonta siempre fui yo y no me di cuenta que siempre estuviste frente a mí.
Niega y me sonríe débilmente.
—Jamás has sido tonta Enid, eres la chica mas lista y genial que he conocido en todos estos años.
Se acerca lentamente a mis labios y me besa, con ternura, con amor y con miedo de hacerme daño, comienzo a llorar porque siento un millón de emociones, de amor, de tristeza de nostalgia, de emoción, ilusión, cariño, enojo y dolor, por haber tardado tanto en darme cuenta que era el, el chico que siempre estuvo ahí, que me hacía sentir en calma, que no me juzgo en ningún momento desde que volvimos a reencontrarnos. Chase había estado todo el tiempo conmigo, el me recordaba y yo había enterrado todos esos momentos felices, tristes, alegres y dolorosos para no romperme aún más, porque era una adolescente llena de miedos, de inseguridades, de angustia y de tener la necesidad de sentirme amada por alguien.
—¿Estas bien? — se separa lentamente de mí, el sollozo sale rompiendo cada fibra de mi — Boo ¿Por qué lloras? — toma mi cara con delicadeza entre sus manos y limpia las lagrimas de mis mejillas con sus pulgares —No quería que la noche terminara peor, lo lamento mi pequeña Boo.
Es el apodo, es su presencia es todo lo que termina por derrumbarme y comenzar a llorar descontroladamente, me atrae nuevamente a sus brazos, dejándome sentir, dejando que mis emociones salgan.
Reparte besos por mi cara y vuelve a darme el calor de sus brazos. Me quedo así, con el abrazándome, dejando que los segundos, minutos u horas pasen, quiero sentirme en calma, los últimos días han sido difíciles, son tantas cosas, tantas emociones contenidas que termine llorando enfrente de él, quebrándome por completo y enseñándole mi lado más vulnerable y roto.
La vida es una montaña rusa de emociones, sentimientos y situaciones que te hacen estar abajo, arriba y de mil maneras posibles, meditas, lloras y sientes que jamás volverás a ser esa persona de la cual un día sentiste que eras tú, los cambios te hacen sentir diferente, madurar, comprendes que de lo que esta hecha la vida, siempre tendrás que vivir un poco de todo, momentos buenos y malos, porque tienes que cambiar para mejor, tienes que encontrarte y volverte mejor por ti.
Abro los ojos lentamente, no se cuanto tiempo ha pasado, Chase sigue abrazándome y me siento bien con ello, mis ojos están hinchados y mi nariz esta congestionada, me aparto lentamente de él, este me sonríe y limpia las ultimas lagrimas que mis ojos dejan caer.
—Lo siento — murmuro apenada sorbiendo la nariz —, debería entrar a casa.
Acomodo mi abrigo y mi bolso, antes de salir el me toma de la mano, deteniéndome.
—No te sientas avergonzada — mis ojos se van a los suyos, ese brillo en ellos es el mismo de cuando éramos adolescentes. —, siempre que me necesites estaré aquí.
Sus ojos no se despegan de los míos, siento la necesidad de quedarme con él, así, en este auto por horas, olvidarme del resto del mundo y concentrarme solo en él.
—¿Puedo preguntarte algo? — digo aclarando mi garganta, el asiente y me vuelvo acomodar para verlo frente a frente.
—Adelante Boo— ese simple apodo me pone a erizar los bellos de mis manos, dejándome tonta por unos segundos.
—¿Qué paso ese día cuando te confese todo y tú no me creíste? — frunzo el ceño, necesito saber que sintió el y porque tomamos las cosas tan mal.
—¿No estas cansada? — se acomoda también y niego con la cabeza, dándole la palabra para que continúe — Bien. ese miércoles por la tarde recuerdo que había ido a ver unas cosas con mi madre, yo quería pedirte que fueras mi novia, estaba hablando con mi mamá de ello, te llevaría a uno de los parques mas bonitos de la ciudad y allí te lo pediría — sonríe débilmente —, recuerdo haberte mandado mensaje para vernos más tarde, y sentía que el corazón se me saldría en cualquier momento porque estaba saliendo contigo — sus ojos miel brillan al recordar —, me sentía bien contigo, eras de esas chicas únicas que no encuentra dos veces en la vida — toma mi mano entre las suyas y aparta la vista —, cuando fui a buscarte te vi con otro chico, recuerdo que te robo un beso y tu lo empujaste molesta, pero después el se disculpo y te abrazo, me di la vuelta no quería ver más, me sentía dolido y traicionado, creía que eras diferente.