Lo que pudimos ser y no fuimos

Capítulo 42

El miedo suele ser tu peor enemigo, cuando intentas avanzar, el miedo te paraliza, te hace ser una persona insegura para poder dar otro paso y avanzar.

Desearía que el miedo no me hiciera alguien débil, que el estar frente a sus ojos avellana no me derrumbe por completo y pierda toda la fuerza que llevo en mi interior.

Las mentiras siempre salen a la luz, me hubiera gustado ser más sincera con Zep, si tan solo hubiera entendido mis sentimientos aquel día en el campa lento, ahora mismo podría sentirme en calma y no como un costal lleno de sentimientos. No se puede sentir lo mismo por dos personas, cuando me reencontré con Chase, Zep ya ocupaba parte de mi atención, sus platicas, su sonrisa y sus ojos cautivaban todo de mí, hasta que Chase se acercó poco a poco, haciendo que esas sensaciones intensas llegaran nuevamente, volviendo a tener catorce años, sintiéndome patéticamente feliz.

Siempre imagine estar enamorada, siendo una chica que conocía el amor por cuentos, novelas, libros y películas, me llenaba de ilusión conocer a un chico que me hiciera feliz, sintiendo lo que todos llaman “mariposas” en el estómago; creí haberlas sentido con Zep, el en ese momento era el único chico que me hacía feliz, pero en el fondo yo vivía con culpa, incertidumbre, con el las cosas no eran claras, siempre me confundía, cuando creí que estaba abriendo su corazón me sorprendió, porque yo si le abrí el mío, le deje conocer un poco de mi dañado corazón, a veces sus actitudes me hacían retroceder, volviendo al punto inicial:

¿Por qué quiero sentirme amada por alguien? ¿Por qué quiero la atención de Zep? ¿Qué tiene de especial ese chico de ojos avellana?

Tal vez la razón de todo esto, sea que cuando Chase se fue, me quede con la idea de que jamás encontraría a otro chico como el, porque, aunque bloque los recuerdos, en el fondo quería recordarlo, quería recordar al chico de ojos miel que me había enseñado que el amor es tan bonito, pero que también duele tanto, porque cuando cometes una tontería sientes que es el fin del mundo cuando no es así. Ante tus ojos adolescentes lo es, porque todo termina dramáticamente, sintiendo que te dejaron con todo el amor en tus manos.

Desde que Zep apareció en mi vida, trate de sentirme como con Chase, pero en el pocas veces encontré esa calma, con el mi vida era rara, difícil y poco interesante, apagando mis ganas por querer contarte todo, para mí era todo lo contraria, quería que el supiera que dentro de mi había una chica llena de amor que entendería y conociera mis cicatrices que creí que estaban sanadas, el pasado no era problema para mí, porque había olvidado todo para salvarme, Zep me gustaba, era su físico y su personalidad lo que me hizo pensar que era el chico correcto para mi vida, lo parecía, al menos eso aparentaba y en aquel momento cuando lo conocí, así lo creí, tal vez no quiero aceptar que mis ilusiones y mi intención por continuar conociéndolo se quedaron ahí, después del campamento, ya que después de volver a la ciudad todo fue diferente, las cosas cambiaron y convivir con Chase también contribuyó a que terminaría de entender mis sentimientos.

Chase siempre fue ese alguien del que no sabía mucho, pero que me encantaba verlo, esa persona con la que conecte, con quien podía hablar de lo que quisiera por horas, esa persona tranquila con una mirada que transmite paz, y esa paz jamás la había sentido. Tal vez Chase recordaba esas cosas mínimas que me hacían feliz a mis catorce años y eso hizo que mi corazón desbloqueara sensaciones que seguían intactas allí, siendo parte de una historia que no inicio.

Ahora entiendo que mis sentimientos siempre fueron claros, quise culpar la poca atención de Zep y el que me confundiera más de una vez para acercarme más a Chase, quise repetir la historia que me dolió enterrar en lo más profundo de mi ser con alguien que ni si quiera sabía lo que quería.

Porque Zep por más lindo, atento y buen chico que fuera, en el fondo tampoco sabía lo que quería para su vida y mucho menos conmigo, solo intentaba continuar con algo frágil, cimientos que no sabíamos cuánto tiempo aguantarían y al final terminarían derrumbándose sin nosotros poder hacer nada.

Chase se convirtió en ese refugio, en la persona que no esperaba volver a ver, pero que estuvo conmigo cuando mi mundo se derrumbó, nunca pensé que alguien podría darme esa calma, Chase lo hizo, se quedó hasta que regrese a Londres, me salvo de estar sola esa tarde en aquel pueblo donde estaba con Zep, me llevo a un concierto de mi banda favorita, me presto atención cuando hablaba por horas y horas de lo mismo, Chase se convirtió en el chico que siempre desee para enamorarme.

—Sigue dormida Boo— besa mi mejilla y se pone de pie, dejándome con un poco de frio.

—¿Qué hora es? — medio abro un ojo y me acomodo mejor en la cama.

—Las cinco y media — contesta colocándose las pantuflas —, debería irme a la habitación de invitados antes de que tus padres despierten.

Tengo demasiado sueño y solo deseo tenerlo un ratito más conmigo, a mi lado.

—Mis papás despiertan hasta las siete — comento con voz ronca y lo tomo de la muñeca impidiendo que se marche — cinco minutos más.

Hago un pequeño puchero, él se ríe y suspira mirando al techo.

—Está bien — se rinde y se vuelve a meter entre las sábanas—, pero debo irme antes de que ellos despierten.

Asiento y el deja un corto beso en mis labios, vuelvo a sentir su calor y mis ojos pesan un poco, lo abrazo y vuelvo a quedarme dormida.



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En el texto hay: amor, crecer, amistad cariño

Editado: 26.08.2025

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