El domingo salimos los cuatro de paseo por la ciudad, nos tomamos fotos en cada uno de los lugares a los que habíamos quedado en ir, reímos, fuimos al teatro, comimos, corrimos y nos divertimos durante todo el paseo. Fue un día lleno de momentos inolvidables, Noah haciéndonos bromas, Emily sonriéndole al teléfono, Chase besándome a cada nada, yo sintiendo que el mundo era de colores y flotando en el aire cada que caminaba con Chase por las calles empedraras de Manchester.
La felicidad no me duro mucho, ya que tuvimos que regresarnos antes de lo previsto a casa, la preocupación latente en ellos me hizo sentir que aún había más por vivir, por recorrer en esta vida. Acomodamos nuestras cosas y salimos de casa hace tres horas a Londres, la mayoría va dormido a excepción de mí, que veo a la ventana con los audífonos puestos Someday i´ll get it de Alek Olsen suena en ellos, dejándome llevar por la suave melodía y por la letra que me llena de nostalgia el pecho.
Estoy lejos de Noah y Chase, me he quedado cerca de la puerta, ellos no han dicho nada desde que regresamos del paseo, ambos hablan entre ellos y cuando intento acercarme a hablar cambian de tema. Emily es quien me habla del chico que conoció en la fiesta, se ve emocionada y desearía que siempre se viese así, linda y sin ninguna pisca de miedo.
Suspiro y el vidrio se empaña, dibujo una carita feliz que no refleja en nada el sentimiento en la mía, no estoy feliz, estoy cansada de lo mismo y de vivir fingiendo que todo estará bien cuando no lo sabremos jamás, cuando la realidad me dice que debo de tomar una decisión y no estoy preparada para reconocer que estoy perdiendo, que el huracán que llevo dentro de mi esta ganando y que no volveré a ser esa Enid.
Las siguientes dos horas, veo como los árboles, ciudades y la luz del amanecer se hacen presentes, Londres nos recibe con una pequeña llovizna, en estos meses Londres no esta tan húmedo, pareciera que sabe algo, porque siento como si fuesen las lágrimas que no derramo, no cabe duda que los días lluviosos son mis favoritos, por eso amo mi hogar.
La camioneta aparca en la casa de los Evans, casi todos bajan excepto Noah quien se queda con Chase, ambos comparten miradas y él chofer continua hasta que llegamos a mi casa. Salgo primero de la camioneta con mis cosas y abro la puerta, yéndome de inmediato a mi habitación.
Se lo que ambos dirán, se lo que están pensando y es demasiado tarde, no puedo volver atrás y remediar las cosas, porque el tiempo ya avanzo, la vida debe continuar como debe de ser y yo creo que tome la decisión correcta.
Cierro la puerta con seguro y me envuelvo en el edredón de mi habitación, las auroras boreales me hacen compañía. Me gustaría viajar a Suiza y conocer, saber que se siente verlas, saber que se siente viajar y disfrutar de otros aires, de otros lugares. Mis ojos se van cerrando poco a poco, siento las manos calidad de alguien, pero no tengo fuerza para saber de quien son, solo cierro los ojos.
Al despertar me pongo de pie y me dirijo a la ducha, en donde me aseo y cambio, bajo y en el comedor a pesar de que hay varias personas, ninguna esta hablando, mi padre no tiene la Tablet cerca y mi madre solo bebe un poco de té, Chase y Noah tienen una mirada preocupada. Cuando me siento intento que estas no me agobien mas de lo que ya, intento que la mirada de Chase no rompa mi corazón al ver en su mirada nostalgia y un poco de miedo. Noah me ve de la misma forma, pero disimula un poco más.
Termino rápido de desayunar y me pongo de pie en cuanto Noah me habla.
—Enid, ¿Podrías quedarte un momento? — me giro a verlo un segundo, su cabello esta revuelto, en sus ojos miel hay unas oscuras ojeras que me hacen ver que no ha dormido bien, sus labios están secos y partidos y ni se diga el color de su cara que esta pálida.
Suspiro y niego con la cabeza, doy unos cuantos pasos hasta que la voz de Chase me detiene.
—Por favor Enid, no puedes evitarlo más — nuevamente giro a verlo y un nudo se forma en mi estomago cuando lo veo cansado y al igual que Noah con ojeras alrededor de sus ojos.
—No hay nada de que hablar — musito con la voz quebrada —, es mejor que se van a casa.
Les doy la espalda y subo a mi habitación, escucho los pasos detrás de mi y al entrar en mi habitación los brazos de Chase me envuelven, siento su calor, pero también la tristeza que emana.
—Por favor — la voz se le rompe y mis lagrimas comienzan a salir.
—No puedes pedírmelo — mi voz se quiebra de la misma manera y no me giro, no quiero verlo —, tu no sabes lo doloroso que ha sido todo este tiempo.
—Solo espera — intenta girarme, camino a la ventana y ahí me quedo dándole la espalda —, Noah se ira pronto a estudiar medicina por ti, para encontrar una solución.
Niego con la cabeza repetidas veces. No hay solución, no hay nada que me quite este dolor, ese huracán que esta arrasando dentro de mí.
—No lo hay — limpio con brusquedad mis lagrimas —, cuando él se haga médico, yo ya no existiré, no hay tiempo y mucho menos solución.
—Si la hay, Enid por favor — se coloca enfrente de mi y sus ojos miel me miran suplicantes —, no quiero perderte.
—Lo siento — acaricio su mejilla —, lo siento por no cumplir mis promesas y por querer dejar de sentir este dolor. Chase — mi voz se rompe nuevamente — ya lo intenté, llevo años intentándolo, pero no hay solución, el dolor que siento no se me quita y cada vez me siento más cansada.