Lo que pudimos ser y no fuimos

Capítulo 49

No sé dónde estoy, todo alrededor es oscuridad, no hay nada, escucho voces que dicen que estoy estable, los sollozos de mis papás, a Noah decirme que resista, mis amigas que una a una se acercan a decirme palabras de ánimo y por ultimo escucho a un chico, recuerdo su voz, esta me hace acelerar el pecho, su voz es cálida y me relaja, me da calma en medio de esta incertidumbre que siento.

No puedo mover mi cuerpo, no puedo hablar y mucho menos abrir los ojos, pareciera que estos me pesan demasiado porque no puedo abrirlos, no puedo hacer nada más que escuchar como las personas entran y salen, dándome ánimo, contándome su día o escuchando su respiración, en todas ellas hay una especial, una que me calma, que me deja la mente en blanco cuando siento su presencia, cuando escucho su voz y cuando siento como toma mi mano y besa mi frente.

No recuerdo quien es, pero mi cuerpo sí, porque se siente como alguien a quien conozco, se siente tan familiar su tacto que podría jurar que es alguien a quien quise mucho. El dolor de cabeza siempre me hace mover involuntariamente el cuerpo, mis manos y pies les recorre un dolor que jamás imagine, un dolor que me hace gritar a ciertos momentos. Duele, mi cuerpo duele tanto que siento que me moriré.

Los sedantes y demás medicamentos me hacen estar postrada más tiempo en la cama, aun siento los parpados pesados, no puedo hablar por más que hago el intento y mis manos no reciben las ordenes que manda mi cerebro cuando quiero hacerlo voluntariamente, quiero abrir los ojos y saber quién es la persona que ahora mismo toma mi mano enfrente de mis papás que hablan con el medio.

—El glioblastoma ha crecido en el último mes, a pesar de que ustedes y ella han venido constantemente a los chequeos, las cosas no van bien — el doctor habla preocupado —, sugiero una cirugía para extraerlo, pero tendrá efectos secundarios. Estos tumores ya han causado un daño en su cerebro, al estar en el lóbulo temporal está afectando su memoria, la capacidad para recordar cosas, personas o eventos.

—¿La cirugía ayudara a que recupere la memoria? — pregunta mi madre angustiada.

—No puedo asegurárselo señora — responde sincero el médico —, Enid se ha hecho quimioterapias, radioterapias desde la última cirugía y a pesar de haberse recuperado exitosamente, el tumor volvió a aparecer aún más grande. No puedo asegurarles que recordara todo, pero al menos no sentirá el dolor, la presión en su cabeza.

—¿Cómo? — mi padre interrumpe al médico —¿Ella esta sintiendo eso?

—Así es, ella lleva meses con dolores de cabeza y con síntomas, pero no se lo dijo a nadie — aclara el médico —, hace dos meses vino conmigo para agradecerme el haberle dado un poco más de tiempo y me explico cómo se estaba sintiendo. Me suplico que no hablara con ustedes por el momento y le asegure que le daría tiempo, pero que si no hablaba con ustedes lo antes posible lo haría yo. — aclara su garganta y continua — Hable con ella hace una semana y me pidió solo este fin de semana para que les dijera, pero no lo hizo y ahora estas son las consecuencias.

—¿Por qué no me lo dijiste de inmediato Daniel? ¿Por qué carajos le hiciste caso a mi hija? — pregunta mi padre lleno de ira — Es la más joven de mis hijas y está sufriendo, se está yendo y no sé qué hacer para aliviar su dolor.

Su voz se rompe y el sollozo de mi madre me da a tender que todo está mal, siento el ligero apretón que le da la persona que está sentada a mi lado a mi mano, sus labios en mi frente y luego como estos se deslizan lentamente sin yo poder detenerlo para que se quede conmigo.

Pensé que tendría esa paz, que estando aquí entendería y sabría que el momento habría llegado, que aquel huracán que me atormentaba por fin había tocado tierra y estaba destruyendo todo a paso, no es así, no encuentro más que momentos llenos de felicidad, de tristeza, de angustia y de enojo en mi cabeza, con Noah, con Alice, con Emine, con mis otras amigas y con mis amigos, paseos, viajes, canciones, películas y momentos únicos que jamás creí volvería a recordar con esa emoción a flor de piel, como si estuviera viviendo en cada uno de ellos, se repiten una y otra vez.

No sé cuánto tiempo pasa, si son horas, días, semanas o meses, solo sé que no descanso, que mi cuerpo no tiene esa tranquilidad sino tengo la mano de ese chico envolviendo la mía, sino escucho su voz diciéndome “Boo, eres fuerte” “Enid te quiero” “Por favor Enid resiste”. Noah también está a mi lado, escucho su voz rota, a Emine solo un par de veces y a Alice no la escucho, ella no aparece en ningún momento.

Papá siempre me deja besos raposos en la frente y mejillas, siento sus lágrimas en mis manos y su desespero cuando le grita al médico que me haga algo para salvarme. Desearía verlo a los ojos, encontrarme con esos hermosos ojos verdes y decirle que este en paz, que yo resistiré hasta donde mi cuerpo lo permita, pero no puedo hacerlo, escuchar su sufrimiento me hace romper aún más por dentro, sintiendo el verdadero dolor.

Mamá limpia mi cara con trapos húmedos, besa mi frente y peina mi cabello, me hecha crema y perfume, diciéndome siempre que debo oler bien, que cuando despierte hará mi comida favorita y que iremos juntas a todos lados, que dejara de trabajar tanto y que se quedara a dormir conmigo en mi habitación como cuando era niña. Su voz siempre se le rompe cuando me habla y no encuentra respuesta para hacer que deje de llorar, el chico del cual no recuerdo su nombre, pero si su voz, le dice una y otra vez que llore, que él siempre la dejara sacar lo que siente.



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En el texto hay: amor, crecer, amistad cariño

Editado: 26.08.2025

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