¿Que podría ser saber yo, un niño de catorce años, que tu no sepas? Bueno, para empezar, sé más sobre el sufrimiento que tú.
Sé más de dolor que tú.
Sé lo que es ver a mi madre llorar por mí, por que lo hace cada maldita noche.
Sé lo es estar al borde de la muerte.
Y sé lo que es no tener infancia.
La mayor parte de mi corta existencia estuve aquí, en el hospital, sosteniendo la mano de mi mamá y llorando por cada aguja que entra en mi cuerpo, viendo por horas la cara demacrada de mi madre o la pared con colores apagados del hospital.
Fantaseando con una vida mejor, o una muerte no muy dolorosa.
Pensando en lo insignificante que soy, y que esto por lo que estoy pasando a nadie le interesa.
Imaginando un mundo donde las madres no lloren, las paredes sean coloridas, y el cáncer no exista.
Preguntándome cuánto tiempo más resistiré, cuanto tiempo más mi corazón seguirá latiendo, cuánto tiempo más mis manos estarán calientes y mi vida aun se mentega en mi cuerpo.
Mi vida es una mierda, lo sé, y a veces siento que no tengo escape. Solía tenerlo, solía dormir y soñar cosas hermosas, ese era mi escape, pero en cuánto más se apagaban mis esperanzas de vivir, más pesadillas tenía.
Ahora no tengo nada, solo una vida insignificante que pronto se acabará. Y un día, como cualquier otro día, simplemente dejaré de existir.
Pero por ahora fui a que me metan otra vez ese veneno, llamado quimioterapia, en mis venas.
Otra vez lloré.
Otra vez miré las paredes apagadas.
Otra vez deseé algo mejor.
Pero esa vez, por el rabillo del ojo, vi como un niño, aparentemente de mi edad, se acercaba y se acostaba en la cama de al lado. El cancer era algo nuevo para el, lo supe porque aun conservaba su cabello, era rubio cenisa, cargaba con unas ojeras que hacia ver a sus ojos como si estuvieran hundidos en su craneo.
Parpadee para ahuyentar las lágrimas, no quería que nadie me vea llorar, me avergonzaba.
-Hola.-Me saluda con voz alegre, agitando su mano a modo de saludo.
-Silencio.-Le contesté, cortante, y frunciendo el seño.- ¿No ves que intento dormir?
No era verdad, pero de ser necesario fingiré hacerlo para que no me hable. No me gusta que las personas me hablen durante la quimio.
Mi madre lo sabía, por eso no dijo nada y solo me dirigió una fugaz mirada de desaprobación.
-Perdón.- Me respondió el niño, aún alegre y sonriente.
Yo no podría entender cual era el motivo de esa sonrisa torcida y dientes igualmente torcidos, parecía que él no fuera consiente de en donde estábamos, por lo que estábamos pasando, o lo que nos iba a pasar.
-Shhh.-Le chistié, poniéndome el dedo índice en los labios, y cerrando los ojos para fingir dormir.
Al final, termine durmiendome de verdad.
Editado: 23.08.2021