Era.
Comencé a sentir ansiedad cada vez que faltaba, cada vez que lo extrañaba, que no lo sentía. Era extraño, divino. ¿Era un humano o una deidad? Era ojos oscuros y mirada taciturna. Eran las ganas de besarlo, de abrazarlo, sentirlo. Era la ausencia y la presencia. Ausencia de cariño y la presencia de pasión. Era la serenidad, una simple noche de lluvia o un tornado. Era un sinfín de emociones tras una sola expresión. Eran sonrisas sin alegría y lágrimas sin tristezas. Era él... Sencilla y curiosamente, era él.