En principio no era esta la idea del escrito... deseaba escribir sobre lo inmensa que era la inseguridad, lo larga y basta que podía ser la soledad o del indescriptible sentimiento después de una traición, pero entonces me puse a pensar en tus grandes ojos verdes y en la sonrisa intacta en tu rostro cada vez que me mirabas y no pude, me pareció en su totalidad tonto escribir sobre temas que no me concernían. Es que era imposible sentirse así cuando tenías todo lo que me hacía bien, todo lo que me hacía feliz... Solo puedo decir que me gusta cada parte de ti, desde tus actitudes silenciosas hasta tus balbuceos al dormir. Cada parte, cada mínimo centímetro de personalidad son simplemente perfectos. Entonces me pregunté: ¿Cómo una persona puede ser así? ¿Cómo una persona puede ser tan buena? y sentí miedo... miedo de no ser suficiente, de no llenar sus expectativas, de lastimarlo. Y así, inconscientemente, me encontraba pensando en millones de posibilidades de perderlo, habían tantas, me imaginé creo cada una de ellas, en cuestión de minutos sentí que todo se derrumbaba y mi mente quedó en blanco, miré un punto fijo y no podía evitar echar lágrimas como tonta. Comencé a fingir seguridad cuando lo veía, pero a veces mi imaginación hacía lo que quería, mi cordura quedaba desecha, mi mente se nublaba y entraba en un trance con malos viajes y en cada uno de ellos él se iba... Cuando lo notaba y me veía vacía, mirando un punto sin verlo, se posicionaba frente a mí, movía una mano frente a mi rostro, me miraba atento, se acercaba con lentitud, me besaba, se alejaba y sonreía. Observaba mis expresiones con sus hermosos ojos bien abiertos y ahí todo tomaba sentido... Todo retomaba su rumbo, todo volvía a ser perfecto.