Lo que Quiere el Corazón

Prólogo

Ahí estaba yo de nuevo, sentada en mi cama, llorando como siempre, por él, la razón por la cual sufría cada noche, ahora me arrepentía, sabía que era mi culpa y por eso ahora estaba sufriendo las consecuencias.

Mi mama se encontraba a un lado mío, mirándome con esa tristeza, viendo como su hija, que solo tenía 18 años, sufría por un chico del cual estaba completamente enamorada.

—Ya no llores Amber, me parte el alma verte así —dijo mi mama acariciando mi pelo —estas cosas pasan, sobre todo a tu edad, tienes que aprender de ellas —insistía mi mama— nada es tu culpa.

—Sí lo es mama —le dije aun llorando — Si tan solo yo le hubiera hecho caso ese día que nos conocimos, si le hubiera demostrado que también sentía algo por él, ahora estaríamos juntos ­—mire a mi madre con tristeza— pero no, solo lo aleje, el insistió tantas veces y yo lo negaba o me hacia la indiferente, cuando en realidad me gustaba demasiado.

—¿Y entonces? ¿Por qué no se lo dices ahora? Si aun te quiere, lo entenderá —dijo ella y rápidamente la interrumpí—

—No, no. —le dije negando con la cabeza— ya es demasiado tarde, el ya tiene novia, y ella es mi amiga ­—agache la cabeza soltando algunas lagrimas— no quiero perder a ninguno de los dos.

—¿Y prefieres sufrir todos los días? Al menos tienes que decirle lo que paso contigo y lo que en realidad sientes, no puedes vivir así hija —me reprimió mi madre un poco molesta.

—Es que, aunque quiera, ahora hay una gran razón que me impide hacerlo —mire a mi madre —una muy grande.

­—¿Cual es? —me miro ella sin entender, yo igual la mire, en silencio.

 

 

1 Hora antes.

 

Me encontraba con mis amigas platicando, hoy había sido un excelente día, el examen había salido de maravilla y estábamos organizando con mis amigas una fiesta sorpresa para mi mejor amiga, y por alguna cosa que dijeron me causo risa. En ese momento, vi que Olivia y Daniel se acercaban a nosotras, tomados de la mano, algo que me bajo un poco el ánimo.

Cuando llegaron Olivia me saludo muy contenta, y notaba algo nervioso a Daniel, lo cual me pareció algo extraño.

—¡Amber! ¡Hola! —dijo abrazándome con mucho entusiasmo, yo solté una risita y le correspondí el abrazo—.

—Hola Olivia —me solté de su abrazo —¿Por qué estas tan contenta? No es normal en ti —Reí junto con ella.

—Es que, hoy en la mañana me dieron la mejor noticia de mi vida —dijo y tomo el brazo de Daniel—bueno nos dieron a los dos —miro a Daniel, el solo sonrió.

—¿De verdad? ¿Y de que se trata? —pregunte curiosa y mire a Daniel.

—Te lo diéremos, pero no aquí, solo tú debes saberlo por ahora, así que vamos

Me tomo del brazo y comenzamos a caminar, no me dio oportunidad de despedirme de mis amigas, así que solo las salude a lo lejos.

Mi casa y la de Daniel quedaban a unas cuatro cuadras del Bachilleres, mientras caminábamos Olivia me decía que me iba a poner muy contenta cuando lo supiera, yo solo la escuchaba, pero a la vez, miraba a Daniel quien solo miraba al frente completamente serio.

Por fin llegamos a mi casa, mi mama no se encontraba, así que estaríamos los tres solos. Entramos a la casa, ellos se sentaron en el sillón, yo me dirigí a la cocina por algo de tomar, luego volví, deje los vasos en la mesita del centro y me senté frente a ellos.

—Bueno, basta de misterios y díganme que pasa —les dije mirándolos, entonces, Olivia hablo—

—Muy bien, Amber prepárate —Dijo Olivia sonriendo.

—¡Ya, díganme! —les dije sonriendo también.

—Está bien —Olivia miro a Daniel y luego a mi— Amber, estoy embarazada, Daniel y yo vamos a ser papas —Dijo ella emocionada.

En ese momento, mi felicidad se había ido, mire a Daniel, pero no decía nada, solo me miraba. Estaba destrozada, el amor de mi vida, el chico del que estaba enamorada, se me había ido de las manos por completo. Deseaba tanto que no fuera cierto, que lo que me decía Olivia fuera una broma, por eso tuve que saberlo de nuevo, tenía que escucharlo de él para asegurarme.

—¿De verdad? Daniel ¿es cierto? —le pregunte mirándolo.

—Si —contesto mirándome y aclarando definitivamente, lo que no quería escuchar.

—¿Amber, que pasa? ¿No estás contenta? —dijo ella borrando su sonrisa.




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