Vega¨
En la vida existen tres tipos de amores o al menos eso es lo que yo considero, el amor no correspondido, el amor que por más desean no puede funcionar y el amor eterno, aquel amor que te roba un suspiro cada vez que ves a esa persona que amas, cada vez que este te pregunta cómo estas, cómo te fue en el colegio o trabajo, ese amor en donde ambos se muestran el respeto y unión, sin toxicidad, sin maltrato, sin nada que puede dañar al otro.
En mi vida consideré amar a otra persona que no llevara mi mismo ADN, no creí que podría tocar ese punto en mi vida o que al menos llegara a imaginar como sería enamorarme. Luego llegaste tú, sin siquiera preguntarlo, sin siquiera considerarlo, simplemente te presentarte y listo. Ahí empezó todo, tú con una forma de ver la vida lo más madura posible, tú con aquella felicidad que contagiaba a simple vista, tú con aquellos problemas físicos y emocionales que al final supe, yo como una chica inexperta, insensible, temerosa, caprichosa, sin sentido del humor y sin siquiera saber como amar.
A ti no te importo eso, porque en lugar de huir de una chica como yo decidiste quedarte. Decidiste mostrarme esa parte de la vida, quisiste enseñarme que amar no es tan malo, porque sabías que enamorarme no era una opción para mí.
Luego de haberte conocido en un solo día, me di cuenta que ya formabas parte de mi estrangulado corazón, me di cuenta que al no saber nada de ti mi corazón empezaba a ansiar tenerte.
Así fue como los días pasaron y fui conociéndote más, tus gustos, tus fantasías, tus sueños, tus temores y tus amores. Me contaste lo que eras en realidad, me dijiste que cuando amabas no permitías que ese amor se fuera, porque sabías cuando amar de verdad y cuando era simplemente una obsesión. Me diste un relato corto de lo que es amar, me dijiste que amar es cuando se espera tenerte siempre a tu lado, no importando tu apariencia, tu estado, lo único que importaba en ese momentos eran tus sentimiento hacia aquel amor. Recuerdas que te pregunté ¿Y cómo sabes cuándo amas a otra persona? Y con una sonrisa pícara me dijiste: lo sabrás cuando sientas un cosquilleo muy repentino aquí, y apuntaste a mi estómago, te dije que era una estupidez y me dijiste que la estupidez es lo más real que puede existir, que cuando haces estupideces es cuando descubres lo bueno y lo malo, y si esto de las cosquillas en el estómago es una estupidez, es porque es lo bueno de la realidad.
Luego nos quedamos ambos en silencio viendo las estrellas. Me diste una pequeña clase de astronomía describiendo el nombre de cada una de ellas, me dijiste la forma en que se alineaba cada una, el nombre que formaban al observar esa alineación, luego señalaste una en especial, una que se diferenciaba de las otras no solamente por su color azul resplandeciente, sino que también por su inmensa luz brillante, me dijiste el nombre, cuando lo escuché quise golpearte porque creí que te estabas burlando de mi, luego vi tu rostro y supe que no fue así, "Vega" me sentí importante e inspirador saber que estaba contigo a la luz de una estrella llamada como yo, significa "caer o descender" de la nada soltarte esas palabras, te observé tratando de entender a que te referías, me observaste con una sonrisa torcida de labios cerrados, "pero tu nunca caerás" fue lo último que dijiste cuando serraste los ojos. No entendí a que querías llegar, luego de lo sucedido supe a que te referías.
Cuando te conocí me diste la sonrisa más sincera, a pesar de sentir esa angustia en mi pecho tú fuiste capaz de hacerme sonreír. Luego de esa noche no imaginé volver a verte, le conté a mamá que fue lo que pasó, ella aún dolida por la cirugía mi sonrió y dijo que moriría por conocerte, lástima que yo no sabia ni como te llamabas. Lugo llegó el destino que quiso que te volviera a ver. Nos vimos y quedamos como dos estúpidos sin saber que decir, me sonriente y eso bastó para que mi corazón empezara a latir más rápido. Te conté de mí, te conté de mis sentimientos hacia nadie y lo chistoso que lo tomaste cuando te dije que no iba a amar a nadie que no fuera mi familia.
Dijiste que no le temiera al amor, que amar a otra persona es parte de nuestra vida, te contesté que no era temor, simplemente que no sabia como amar a alguien. Me tomaste de la mano y me llevarte a una fiesta sin siquiera yo decirte que quería. Ahí me sentí como una extraña sin sentido, no sabia cual era tu intensión o que pretendías. Me presentaste a unos amigos tuyos y en son de broma me dijiste que están solteros, ellos me observaron detallando mi físico, me sentí juzgada y desechada por la mirada que ellos posaban sobre mí. Notaste eso y me tomaste para atraerme a ti. Lo que dijiste después me dejó sin aliento, "les presento a mi novia" ellos y ellas me observaron aún más, unas con cara de burla y otras con cara de odio. La noche transcurrió y lo único que quería era salir de esa incómoda fiesta. Por suerte notaste eso y me sacaste de allí. Mientras caminábamos por la calle oscura el silencio se apoderó de nosotros, el aire resoplaba y las ramas de los árboles crujían, "lo siento" dijiste, no se cual fue tu intensión que no salió como lo esperabas. Te vi con una sonrisa tranquila, te dije que estaba bien que no me afectó lo que pasó, pero que nunca volvieras a mentir de esa manera. Seguimos caminado hasta que te detuviste diciendo que tenías una idea, te mire incrédula. Me volviste a tomar de la mano y corrimos juntos hacia según tu un nuevo cambio.
Entramos a una casa y ahí nos esperaba una chica, ella me observo con una sonrisa para después decir "empecemos". Me toma de los hombros y me sentó en una silla, tomo unas tijeras y empiezo a cortarme el cabello, los pechos castaños empiezan a caer, recuerdo la tristeza que me causó cuando observaba como el cabello se me caía, pero te observé a ti y me sonreíste, la tristeza se disipó porque me diste a entender que hay partes de la vida que debemos cambiar, para bien o para mal pero un cambio no le haría daño a nadie más cuando sabes que ese cambio es necesario en ti. El corte de cabello terminó, cuando me observé en el espejo no podía creer a la persona que estaba parada frente a el. Una lágrima recorrió mi rostro, tú te acercaste y susurraste "ahora te ves mucho más hermosa". Quise abrazarte, quise besarte en ese momento, pero mi cobardía no me lo permitió. Te juro que pase esa noche maldiciéndome por ser tan cobarde. De nuevo me volvía a ver en el espejo y vi tu silueta junto a mi, tu sonrisa que decía que hice lo correcto.
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Editado: 23.05.2024