Lo que quisimos ser y lo que nunca fuimos

Capítulo 2 - Aquí empezamos y aquí terminamos

 

Vega**

Ese día que me dijiste que me amabas, me quedé con una agonía terrible, quería llamarte, saber de ti. Pero no estaba preparada para escucharte, no se que diablos me detenía si amar no es algo anormal, pero para esta chica inmadura si lo era, y solo se escondía entre sus cobijas para no salir y enfrentar aquel amor que suele corresponder. 

Pasaron dos días sin saber de ti, de ignorar tus mensajes y llamadas, quise tomarme el tiempo para pensar que decisión tomar con respecto a mis sentimientos, no quería equivocarme y llevarte a navegar por el mar de la desilusión, tú no te lo merecías. Al tercer día, el celular ilumino mi oscura habitación. Observe la hora maldición a aquella persona que se atrevía a escribirme a las 2:30 de la madrugada. Cuando vi tu nombre el corazón se me empezó a acelerar que sentía que se me salía del pecho si no me controlaba. Tome una bata y mi abrigo, el frío de la mañana era notorio por como las pequeñas gotas se deslizaban por la ventana. Baje al jardín tracero, tal como me lo pediste. Al llegar te vi, una sensación de alegría recorrió mi cuerpo, llevabas aquel abrigo que cubría hasta tus tobillos, la altura que te distinguía, los hombros relajados, eras tú a simple vista. Al acercarte me viste con aquel gris que adoraba observar, pero al detallarte muy bien pude notar las grandes ojeras que se escondían por debajo de aquellos grises que más bien eran unos grises oscuros, me acerqué preocupada por el aspecto en la que te encontrabas. No lo pensé y solo me balance para abrazarte, decirte de esa manera lo mucho que extrañaba tenerte a mi lado lo mucho que me hacías falta.

Tus brazos rodearon mi cintura atrayéndome más a ti. Luego de ese emotivo abrazo nos separamos. No sabía que decir más que solo un hola se mi escapo con timidez, me sonreíste y casi me moría al verte haciéndolo de nuevo "Hola mi escarabajo con faldas cortas" escuchar tu voz fue como un tanque grandísimo de oxigeno que me conectaron. Nos observamos por un momento, verte así me hizo entender que te hacia un daño terrible porque no sabía cómo amarte de la manera en la que tú me amabas, por ese estupido pensamiento tomé la valentía y te dije que ya no quería saber nada de ti. Me viste con dolor mesclado de confusión haciendo que me reprochara por hacerte sentir mal, me dijiste que me amabas, que el amor que sentías por mi era mucho más fuerte que cualquier miedo, te dije que tú no tenías por qué amar solo. Te acercaste aún más tomándome de la mano, me dijiste que cuando dos personas sienten amor mutuo no hay miedo que pueda con ello. No sabia entender eso, no sabia si podía vencer ese miedo, así que con esa misma tristeza inmesa que quemaba mi alma te dije que no te amaba, creí que dirías que estaba bien, que te alejarías a buscar un verdadero amor, pero no fue así, tu valentía fue mucho más grande que la mía y me sostuviste sin dejarme ir, me tomaste de la barbilla, me observaste por un momento, luego paso lo inexplicable.

Ahí bajo la luz de la luna, las estrellas relucientes y bajo el frío recorrer mis poros uniste tus labios con los míos, al sentir ese toque fue una sensación inexplicable de emociones, sentir tu labios, tan frágiles, tan dulce que sabía diferenciar el sabor a menta. El beso fue una combinación de ternura y sutileza. Movimientos tan delicados, como si temiéramos de hacernos daño. "te amo" pronunciaste cuando decidimos tomar aliento, quise de nuevo huir, sabías que reacción iba a tomar que me atrapaste entre tus brazos pegándome más a ti. Ya no de una manera tierna, sino que de una manera salvaje volvimos a unir nuestros labios, tus manos recorrieron mi espalda y mis brazos atraparon tu cuello, el beso se iba intensificando volviéndose más salvaje, más apasionado, más lujurioso, con mucho más deseo te tenernos por completo. "podemos con el miedo y más, mi estrella enamorada" dijiste y fue en ese momento donde nos declaramos lo mucho que nos amábamos, me reí a mis adentros al pensar lo ingenua que puedo llegar a ser al creer que nunca me tocaría amar, y ahí estaba, besando a aquel chico que me llego a cambiar de una manera radical.

Fueron tres días más de estar disfrutando lo que iniciamos, fueron tres días más de alegría, de risas, de locuras y de conocernos. Pensaba que ya sabía todo de ti o al menos creía que no había nada malo que podría afectarnos. Lugo pasó lo inesperado, aquella llamada hizo que todo lo que sentía se transformara en un dolor angustiante, tome el coche y lo más rápido posible llegue a ese hospital. Cuando llegue vi a tu madre destrozada, sus pupilas dilatadas y sus ojos hinchado. Me informo en que habitación te encontrabas y corrí a tu encuentro, al entrar no podía creer lo que estaba viendo, aquel chico que sonreía no era el mismo que estaba postrado en aquella camilla, tus ojos cerrados, tu piel mas palida de lo usual, tus fracciones desmarcadas, todo lo contrario a ti. Me acerque tomando tu mano, la acaricie para que sintieras mi apoyo, la besé para que sintieras mi amor. Mis lágrimas empezaron a descender y no tuve control de ellas. Pasaron dos días más y seguías sin abrir los ojos, pregunte que fue lo que te había pasado, las respuestas siempre fueron que el indicado de contarme eras tú. Pase los días y noches a tu lado, contándote lo que fueron de ellos. 

Un leve movimiento mi hizo abrir los ojos y cuando observé lo primero que vi fueron tus bellos ojos grises, al verte lo primero que se me ocurrió hacer fue llorar, saber que estabas de vuelta, saber que estabas conmigo, saber que mi chico de risa alegre había regresado. Me acerque y nos dimos el abrazo que ambos estábamos necesitando, luego unimos nuestros labios ansiando el beso del otro.

El doctor llegó a revisar tus signos vitales y a verificar el suero que tenías circulando, le pregunté que fue lo que te había pasado, el no me observo a mi sino que a ti, mi mirada fue rápidamente a la tuya y exigí una explicación. Agradeciste al doctor como si lo conocieras de toda la vida, eso me pareció aún más confuso, te vi y de nuevo pregunté, con la expresión triste me contestaste "Fue causa de una sobredosis de droga" al escuchar tus palabras sentí como si un balde de agua fría había recorrido mi cuerpo, sentí como mi alma se destrozaba por cachitos. De nuevo mi cobardía reaccionó y salí tan rápido de ese cuarto de hospital, caminé por las calles con las mejías manchadas de lágrimas, sin pensarlo llegue a nuestro parque, ahí me senté en el lugar que era nuestro, controle mis lágrimas mientras me quedé mirando a la nada, tratando de asimilar esa noticia, tratando de entenderte por qué no me habías dicho nada, tratando de buscar justificación a tu silencio.




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