De los cuentos cortos que a veces son largos y de los cuentos largos que a veces son cortos, se pueden decir y hablar muchas cosas.
Cuando tienes una duda y preguntas, probablemente consigas una respuesta, pero cuando la duda la resuelve Dios dentro de tu corazón, ya no hay duda que te cause temor.
Dios y yo platicamos anoche y le hice unas preguntas. Esto me respondió.
— ¿Por qué no puedo ser feliz señor?
— Porque piensas en ser feliz y la felicidad se siente, no se piensa.
—Entiendo, pero ¿Por qué no puedo ser feliz?
— Porque la felicidad no se logra, no es una meta, es parte del camino que te di, para conocer mi palabra.
— ¿Entonces la felicidad está en tu palabra?
— La felicidad es mi palabra. Ama a tus semejantes como te amas a ti mismo y serás feliz.
—Pero, ¿Por qué no soy feliz si hago lo que tu palabra?
— Porque cuestionas mi palabra y eso no te permite ver que la felicidad es tener vida, es tener trabajo, es tener salud, es tener a tus hijos y que tus hijos crean en mí, ante todo.
La felicidad es, cuando hablas de mí, cuando crees en mí, cuando yo soy tu motor.
— ¿Seré feliz cuando anteponga tu palabra en todo, en mi vida?
— Serás feliz cuando creas que tu camino está hecho a tu medida. Nada es un problema, si lo miras como una prueba de fe. Nada es imposible cuando confías en que mi palabra te ayudará a hacerlo posible. Nada te dará infelicidad si tienes la certeza de que mi palabra es la llave para borrar todo problema de tu vida y de esa mente portentosa que te regalé y así puedas decidir con el libre albedrío, lo que más te conviene para ser feliz.
De los cuentos cortos que a veces son largos y de los cuentos largos que a veces son cortos, se pueden decir y hablar muchas cosas.
— Entonces, ¿Mi felicidad depende de mí?
— Depende de tu fe en mí y en mi palabra.
— ¡Te creo señor!
— ¿Lo ves? Ahora eres feliz.
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Editado: 01.05.2021