Lo que se llevó el mar.

Escape

Marina

Mientras bailaba una chispa de energía brotaba por todo mi cuerpo; el ritmo, la música, todo era perfecto, pude olvidar que las cosas eran diferente y que mis padres ya no estaban. Todo estaba bien, pero cuando llegó el momento de los aplausos mi vista se puso borrosa y por un momento ya no podía ver al público, solo a mis padres aplaudiendo en la primera fila y eso me hizo llorar de felicidad; abrí y cerré mis ojos, ya no estaban, nada era real y eso me rompió el alma en pedazos; corrí lejos de ese escenario hasta llegar a los camerinos. Me quedé mirándome en el espejo y me sorprendió ver que mis lágrimas no eran como antes y en cuanto dejé de escuchar los aplausos mis ojos me enseñaron la bandera blanca de la paz, ya no estaba llorando en contra de mi voluntad.

Me quedé mirándome en el espejo preguntándome que pensará Richard, mis compañeras y el público; sumergida en un mar de dudas sin saber que hacer, escucho que alguien se acerca, inmediatamente me giro y me sorprendo, es Diego y no sé qué hace aquí, pero una parte de mí se alegra de verlo y la otra solo quiere alejarse.

Intento salir de ahí, pero él me sostiene del brazo y hace que me vuelva a sentar, se sienta en una silla enfrente de mí y me mira. Yo volteo, no quiero verlo, pero eso a él no le importa; agarra mi cara con sus manos y hace que lo vea, esos hermosos ojos marrones que querían ver más allá de mi alma. Él no dice nada y se lo agradezco, se acerca más y me abraza, estoy tan cerca de él que puedo escuchar sus latidos acelerados como si su corazón quisiera salir de su pecho; pongo mis manos alrededor de su cuello y me dejo llevar, olvido que quiero alejarme, que no puedo sentir nada y respiro su olor; me quedo media boba por lo mucho que me gusta su aroma, nos separamos y él empieza a hablar.

—No tienes que decir nada, sé porqué saliste corriendo, no es fácil hacer algo que antes hacías para las personas que amas cuando ya no están en tu vida, no es fácil verlos ahí y después de parpadear que ya no estén y que esas lágrimas de felicidad se transformen en tristeza.

Lo escuchaba con atención, no me explico cómo es posible que él me entienda sin decir ni una palabra; sin darme cuenta salen unas pequeñas lágrimas, pero el rápidamente las borra de mis mejillas y sigue hablando.

—Es horrible que ya no estén para decirte lo orgullosos que están de ti, que ya no vayan a tus ensayos; es como si todo perdiera significado. Marina, yo sé lo que sientes.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Acompaña me y te mostraré.

—¿Acompañarte a dónde?

—¿Nunca te has escapado? —Con mirada juguetona.

—No, nunca. —Con una pequeña sonrisa pintada en mis labios.

—Así mismo, quiero verte sonreír, así te ves más hermosa.

Salimos al estacionamiento y me señaló una motocicleta, no puedo creer que me monte en una, mi padre no me dejaba, decía que era muy peligroso.

—¿Estás lista?

No digo nada y me monto con él. vamos por la carretera y aún no me dice cuál es nuestro destino, quiero saber a dónde me lleva, pero la brisa se siente tan bien que el saber donde voy pierde sentido; solo quiero seguir aquí, disfrutando el momento.

—¡Marina!

Él me llama y por la velocidad que llevamos, levanta la voz para que lo pueda escuchar.

— ¡Dime Diego!

— ¿Te gusta esto?

—¡Sí, me encanta!

—¡Di que estás enamorada de mí!

Escuché lo que me pedía, pero solo Sonreí ¿cómo le diría eso? ¿para qué? si no es algo que siento o espero que no sea así, bueno estoy segura de que no lo siento.

—¡Marina, di que estás enamorada de mí o voy a hacer que se levante la moto!

—¡No, no hagas eso, no quiero morir aquí, aún soy virgen!

Escuché como sonreía ¿en serio pensaba hacer eso? espero que esté bromeando, he visto en las noticias como mueren jóvenes por hacer eso con la moto. ¡Qué miedo!

—¡Mar!

—¡Estoy enamorada de ti!

—¡No te oigo!

—¡Estoy enamorada de ti!

Lo grité con fuerza y mi voz se escuchó algo emocionada, solo espero que sea por la moto y el viento; no quiero sentir nada por este loco.

—¡Estoy enamorado de ti, Mar!

Él lo gritó aún más fuerte que yo, no sé si sea real, pero se sintió demasiado bien. Lo abracé con más fuerza y me recosté de su espalda; esto para mi es perfecto y entonces lo oigo decir "eres mía Mar, solo mía" no lo dijo alto pero pude escucharlo y solo eso me puso muy nerviosa, pero de esos nervios que se sienten jodidamente bien. Ahora que me doy cuenta gracias a Diego, jodidamente bien es algo que suelo decir mucho.

Llegamos a una playa hermosa, pero solitaria, éramos las únicas personas ahí y por alguna razón saber que estaba a solas con él no me hizo sentir para nada mal. Él comenzó a buscar entre una rocas y sacó una manta que puso en la arena; al parecer Diego suele venir mucho aquí.

Nos sentamos y me quedo maravillada con la hermosa vista, ya es un poco tarde y el sol está casi por esconderse; todo es hermoso y en ese momento él empieza a hablar robándose toda mi atención.




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