Capítulo 4
−Supongo que te llamo el Sr. Russell.
−Sí, dice que vamos a salir a cenar; casi ordenándome, ya nada más faltó que le dijera, si jefe.− sonrió, dejando el teléfono en su lugar, sin dejar de admirar el departamento.
−Sí lo pones de esa manera, bueno la verdad que el señor Russell suele ser muy demandante con sus empleados, pero tú no eres su empleada, eres su…su…novia por así decirlo. − Rodeando los ojos−. Pero vamos a buscar que te vas a poner.
−Diana y ¿Cómo es él en el plano humano? Digo fuera de la oficina o del trato con el jefe- empleada.
−Por lo poco que lo he tratado, digo como persona sin que sea mi jefe; te diré que él es serio y bueno no te mentiré, su vida privada es un secreto en eso él es muy reservado. –Tomando su tableta para mirar la hora.
− ¿Es muy mujeriego? Porque en las revistas siempre sale con una mujer diferente, al menos fue lo último que leí. –Con un dejo de ironía.
−Bueno como cualquier hombre millonario, las mujeres le llueven por doquier cualquier mujer debe sentirse halagada de obtener su atención.
−Si claro, si tiene un montón de mujeres ¿Por qué me eligió a mí para el trabajo de ser esposa y madre de su hijo? ¡pedazo de cabrón! eso es, lo que es–. Cruzando los brazos.
−Sé que estarás pensando que él se está aprovechando de tu necesidad, pero quizás eres la única mujer que él sabe realmente qué es lo que quieres de él. –Entrando al closet para buscar un vestido−. Y tú sabes lo que él quiere de ti. −Sacando algunos accesorios, que combinarán con el vestido de Sandy−. Sé que será difícil de entender, pero él no puede confiar en cualquier mujer que solo quiera aprovecharse de él.
−Aprovecharse de él, yo diría que él es el que se aprovecha de los demás. –Mirando el vestido que sacó Diana–. En su caso él, se aprovechara de mí.
−Puedo decir algo. –Levanto la mano Dana, haciendo que las dos la miraran–. A mí me encanta que se aproveche de ti Sandy, mira donde te trajo a vivir, creo que si termina aprovechándose definitivamente de ti ¿Quién sabe? Quizás hasta te compre un yate.
Diana solo sonrió ante lo que dijo Dana. –De hecho tiene uno, así que literal una vez que te cases con él, bueno también será tuyo.
Las dos amigas se quedaron mudas ante lo que les dijo Diana. –Amiga prométeme que cuando seas su esposa, me llevaras de paseo en el yate. –Tomándola de los hombros–. Anda prométemelo.
− ¡Ay! … está bien te lo prometo, digo si es que me deja llevar a personas, quizás ni a mí me lleve. –Haciendo un puchero.
−Te llevará, créelo. –Aseguro Diana–. Anda vamos para que te arregles.
ﷻ
En la noche Sandy, se terminaba de arreglar, se puso un vestido pegado a media pantorrilla tipo lápiz color granada, con un sutil escote que acentuaban su busto y sus curvas. Con unas zapatillas con pulsera color negras que hacían que se viera muy sexi y elegante, su peinado alto con su cabello muy bien acomodados, una sutil peineta bolso a juego.
Alonso, tocó la puerta de la habitación de Sandy –toc, toc, se puede…
−Si adelante. −Terminando de acomodar su cabello, las chicas ya hacía un tiempo que se habían ido a su departamento, solo se irguió para mirar a Alonso. El cual al verla se quedó atónico−. ¡Wow estas hermosa!
Sandy, se sonrojo un poco con la adulación y sonrió. –¡De verdad! Espero estar a la altura.
−Claro que sí, ¡Estas perfecta! −Sin apartar la vista de Sandy−. Bueno vámonos.
Al salir subieron al coche que ya lo estaba esperando, en el camino Sandy estaba muy callada y Alonso hablaba por teléfono, al llegar se percató que era el hangar. Alonso la ayudó a subir a una avioneta, la sentó a su lado y le dijo que se pusiera el cinturón. Comenzó a dirigirse a la base pidiendo permiso para salir y pilotear, decía a dónde se dirigía, en cuanto tiempo estaría en vuelo, arrancando la nave. Ya en el cielo…
− ¿A dónde vamos? –pregunto, jugando con sus manos.
−Ya lo veras, no seas curiosa. –Mirándola de reojo, ya que sentía no poder dejar de mirarla−. Espero y no te de miedo volar, porque la vamos hacer muy seguido. –Con una sonrisa de medio lado.
Casi no se veía nada ya que era de noche Sandy, estaba muy nerviosa le sudaban las manos algo que para Alonso, no pasó desapercibido. Pasaron como 40 minutos de vuelo, cuando a lo lejos se veían unas linternas, mostrando la pequeña pista.
−Vamos a bajar, solo sostente bien, vamos a tener un poco de movimiento por la pista, pero no pasa nada tranquila. −Tocando su mano para calmarla. Ya cuando habían aterrizado Alonso, abrió la pequeña puerta y sacó la escalera.
Sandy, al ver la escalera pequeña desabrochó las zapatillas y las puso en su mano, bajando descalza, sin inmutarse de que se fuera a ensuciar. Ese pequeño acto, sorprendió Alonso, ya que cualquier otra chica con la que solía salir, hubiese puesto el grito en el cielo diciendo que el lugar era un espanto o cualquier otro comentario. Al contrario de Sandy, para ella esto era una aventura, solo sonreía fascinada de que todo era nuevo para ella, como una niña que la llevan de paseo.
Ya los esperaba una camioneta lobo doble cabina que Alonso, había pedido previamente, ayudó a subir Sandy como todo un caballero y atrás subió 2 maletas, una caja con víveres, tomó las llaves y comenzó a manejar. El camino era muy cerrado, casi no veía nada ya que la misma vegetación se los impedía, a lo lejos solo se alcanzó a ver una cabaña.
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Editado: 27.09.2021