Capítulo 5
Al siguiente día, bajaron para regresar a la cabaña, desayunaron algo que Sandy preparó cosa que le agradaba Alonso ya que nunca antes alguna chica con la que hubiera salido, sabía cocinar o simplemente se esmeraba en cocinarle algo por agradarle. Ellas solo pensaban es millonario, tiene quien lo haga así que no se tomaban la molestia.
− ¿Quieres ir al pueblo? –pregunto Alonso.
− ¡Hay pueblo! –exclamó Sandy, asombrada ya que la realidad no se veía como si hubiera un pueblo.
−Sí, uno pequeño pero bonito, ven vamos. –Alonso la tomó de la mano y salieron en la camioneta hacia un pequeño pueblo, pasaron por un parque. El cual comenzaron a caminar para ver todo lo que los lugareños ofrecen de suvenir, Sandy estaba encantada con el lugar tal parecía que eran unas pequeñas vacaciones. Ella no recordaba haber tomado unas antes, de hecho solo la vez que busco a Daniel al pueblo donde se había mudado, era la única vez que había salido de Chicago.
Sandy, vio una heladería. −Mira Alonso, vamos a comprar un helado, esos se ven que son artesanales y me encantan. −Se acercaron a comprar los helados, se sentaron en una banca.
−De verdad, que a ti no te importa la cantidad de calorías que consumes, nunca te pones a dieta ¿o sí?
−No podría ponerme a dieta y no nunca lo he estado, aunque engorde, cosa que no me preocupa. –Saboreando su helado−. Cuando era pequeña en el orfanato, todo lo daban racionado, había muchos niños que, aunque quisieras no podrías comer más de lo que te daban. Los dulces y los helados, eran un privilegio que no todos los días los podías tener, así que si tengo la oportunidad de comer helado, lo hago sin remordimiento.
Alonso observó, que tenía un poco de helado cerca de la comisura de sus labios, así que solo se acercó y con su lengua limpió los restos de helado, dándole un beso saboreando el sabor en su boca. –Te prometo que mandaré una dotación muy buena de helados, dulces y chocolates al orfanato, para que siempre tengan postre después de su comida.
Sandy, se lanzó en un abrazo hacia él solo dándole besos en la cara, muchos hasta terminar dándole uno en los labios, era la primera vez que ella se atrevía a darle uno, ya que siempre era Alonso quien la abordaba. –No sabes lo feliz que me haces y lo feliz que estarán los niños, al ver un dulce como esto en su plato.
Alonso estaba estoico observando como Sandy, era feliz con tan poco solo dando para los demás, sin importar que no consiguiera ningún beneficio para ella. Solo sonreía al disfrutar su helado, con alguna de las modelos con las que había salido, ni de chiste podría saborear uno, por respeto a su dieta.
−Bueno vámonos tenemos que regresar a la ciudad, mañana tengo trabajo.
Sandy, solo hizo un pequeño puchero. –No me quiero ir, me quiero quedar aquí para siempre, me encanta este lugar.
−Te prometo que te traeré de vuelta, este lugar es mágico para mí siempre que necesito pensar vengo y me relajo.
−Has venido con tus novias aquí antes. –Tratando de indagar.
−Eres la primera que traigo a este lugar, por lo general siempre vengo solo cuando tengo algún problema, con algún negocio e inclusive cuando estoy deprimido, este lugar me llena y hace que active mi energía positiva.
−Alonso, gracias por compartir tu lugar conmigo de verdad, sé que es importante tu privacidad y créeme que valoro todo lo que haces por mí. –Abrazándolo.
Alonso sentía que cuando Sandy tenía esos detalles con él, no sabía si agradecer o simplemente alejarse de ella de inmediato, sabía que la lastimaría de alguna manera terminaría dañándola aunque no quisiera. El solo hecho de saber todo lo que ella estaba sacrificando, solo para salvar un ideal y el solo se aprovecharía de su inocencia, era algo que no lo dejaba tranquilo. Pero ahora ya no había vuelta atrás, seguiría con el plan tenía que conseguir su herencia, era parte de él, su legado y no lo iba a perder, solo por la moralidad o remordimiento. Si no lograba enamorarse de Sandy o en su caso ella de él, al término del contrato le daría una buena cantidad de dinero, como compensación por su sacrificio.
ﷻ
Regresaron a Chicago, Alonso subió las maletas al departamento y se sentó en la sala con su ordenador, para ponerse a trabajar un rato. Cuando estuvo en la cabaña, estaba tan encantado en compañía de Sandy que no revisó nada de su trabajo atrasado.
Sandy igual se puso a estudiar, cada uno centrado en sus cosas ya que ella dentro de poco tendría exámenes y no se podía dar el lujo de perder su beca. Aún no estimaba que si lo hacía Alonso continuaría pagando su carrera, aunque así fuera ella no quería ser una carga para él. Ya bastante estaba haciendo con los cambios del orfanato, como para pedir más, después de un rato, Sandy terminó sus cosas y se percató de la hora, así que salió para ver que podían cenar.
Busco a Alonso, pero este estaba en el estudio el cual estaba abierto, metió medio cuerpo sin entrar y desde la puerta solo pregunto. −Alonso ¿Quieres algo de cenar?
−Eh perdón estaba ocupado, pero pasa adelante.
Sandy, miraba a su alrededor todo lo que tenía en el estudio, desde que llegó no había deambulado por el departamento para no molestar a Alonso, pensando que si lo hacía perturbara su privacidad. –Vaya que pulcro está este lugar –dijo, a la vez que miraba un cuadro de una bailarina de ballet, que estaba en un lugar en donde cualquiera pudiera verlo. En la sala también había un cuadro igual solo que en distinta pose, nunca pensó que a Alonso le gustara el ballet. También observó algunas figuras decorativas, como un caballo de cristal que llamó su atención. Intentó tocarlo pero Alonso carraspeo cuando ella estaba por tocarlo.
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Editado: 27.09.2021