ADRIANA
Ver a mi vientre crecer, día tras día, me hace sentir la mujer más dichosa del mundo. Varias veces me he visto al espejo y me imagino cuando estará enorme o cuando lo o la tenga entre mis brazos, cierro los ojos y recreo en mi mente un momento así. Amo a mi pequeño tesoro, sigo sin creer que seré madre, simplemente no puedo entender aún tanta felicidad que me invade de solo pensarlo.
—Ya regreso—Grita mi hermano, no me da tiempo ni reprocharle nada, se ha marchado, es casi diez de la noche, desde que le dije que buscara algo que hacer, casi ni me habla y lo extraño es que no me pide dinero, no sé en qué pasos va, lo admito a veces hasta huelo su ropa para comprobar que no está en cosas raras, solo huele a cigarrillos y alcohol una que otra vez algún perfume de mujer, solo espero no arrepentirme, más adelante.
—Hola, Adri —me dice Gerard, un amigo de la época secundaria que ahora es oficial de policía, está patrullando las calles y siempre le encomiendo a mi hermano.
—Hola, G.
—Ya se nota—Le agradezco con una sonrisa, él fue de los primeros que se enteró, puesto que me desmaye cuando le estaba dejando un pedido, ya que en mis días libres cocino para ganarme algo extra y me llevo a un centro de salud, donde me hicieron los exámenes, ya sabía lo que tenía, pero no sabía cómo comentárselo, además que quería confirmarlo, se negó a dejarme sola hasta saber los resultados. Siempre ha sido bueno conmigo, no me juzgó ni nada, me dijo que sería una excelente madre, que se notaba en mis ojos.
Decido caminar un poco para estirar las piernas, ando siempre sentada en la caja de la tienda en el centro comercial, a veces me gustaría ser vendedora, me encanta recomendar modelos, telas y esas cosas, pero doña Licha, dice que soy buena con los números que ahí me quede, antes de mi embarazo, había decidido postular a otro empleo, en un atelier italiana, para personas con un nivel adquisitivo mucho más alto, pero eso sería empezar de nuevo y no puedo perder los beneficios sociales, mi bebé nacerá en unos meses y necesito el dinero por baja de maternidad.
—Buenas tardes, don Fermín —Saludo al encargado del parque de mi localidad, siempre que puede me regala una flor. Es un viejo verde, pero inofensivo.
—Qué bella flor que adorna mi jardín.
—Favor que me hace —le respondo, yo siempre sonrió a quien me saluda. No sé si detrás de ese saludo, anda con malas intenciones, pero es lo menos que me llama la atención, tal vez no tenga la vida perfecta, pero agradezco la que tengo especialmente, por mi dulce tesorito que está aquí.
De pronto, el sonido de un clapson, me hace salir de mis pensamientos. No me di cuenta, cuando el semáforo cambió, qué susto me he llevado, junto las manos y le digo: lo siento, tengo que ser más cuidadosa, mucho más cuando tengo otra vida en mi interior.
Muchas veces, veo uno que otro bus pasar, con el nombre de la avenida donde conocí al padre de mi bebé y me veo tentada a ir, averiguar, pero nadie te hará caso, si no le das algo de dinero de por medio y para gastos extras no estoy ahora para eso, es que estoy ahorrando cada centavo, solo haciendo gastos necesarios, alimentarme bien, la gasolina para el carro, mis vitaminas cosas como esas, no puedo darme ese lujo, la vida quiso que así fuera, entonces así será, tal vez cuando mi hijo o hija sea más grande entienda, pero ¿Yo lo entendería?
…
Han pasado ya un par de meses, sí que se nota, es un niño, me lo dijeron en la última ecografía, estoy decorando su lado de mi habitación, consigue una cunita de madera de segunda, más bien don Fermín, fue quien lo hizo, ando haciendo turnos extras, ya tengo ahorrado un buen dinero, al punto que si mi bebé no se enferma en su primer año, ajustada, pero podría dejar de trabajar por ese tiempo, hablando de eso, tengo que conversar seriamente con mi hermano, hace unas cosas que no están bien, no soy tonta, anda en malos pasos, siempre con camiseta manga larga, no me deja ver sus brazos y eso hace que mi corazón se desgarre, al presentir aquello que ya sé. Lamentablemente, lo tendré que internar, G me va a ayudar con un centro gratuito, pero por ser mayor de edad, tiene que hacerlo por voluntad propia y eso más difícil, pero no puedo vivir bajo el mismo techo junto a mi bebé, con alguien que es un peligro andante, él me lo explicó, los adictos suelen hacer cosas sin importar si eres familia o no.
—Hola, hermano, siéntate, por favor.
—Estoy ocupado, Adriana, tengo que salir—Lo veo comerse las uñas antes de tomar su chaqueta y no lo soporto, no es ni la sombra del niño que mi madre adoraba, el orgullo de papá.
—¡Siéntate, te dije! ¿Qué te pasa? No te atrevas a decir que nada, porque no soy estúpida.
—No te metas en mi vida, si no me mantienes, entonces no me estés molestando. —No puedo creer que llegue a esto, pero no me está dejando opción, necesito aprender a ser fuerte, ser madre es algo que te da esas fuerzas y yo sé que las tengo.
—¿No te mantengo? A ver niño, ¿dónde comes? Claro, cuando se te ocurre aparecer, ¿dónde te bañas, con qué agua? ¿Quién paga la luz con la que cargas tu celular? Que no te compre ropa o te dé dinero como antes lo hacía, no quiere decir que no te mantenga, adema soy tu hermana mayor, eres lo único que tengo, solo quiero verte bien.
—¿Lo único que tienes? No me hagas reír, desde que apareció este bastardo, solo piensas en él, me dejaste de lado, no me das ni un centavo, como lo hacías antes, de mí te olvidaste, todo por ese bastardo que vino a nuestras vidas.
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Editado: 19.08.2025