—Hola, hermana — Sorprendida, es poco. Está aquí en la puerta de mi trabajo, justo el día en que me dieron la licencia, solo faltan tres semanas para que mi pequeño tesoro nazca. Se ofrece a llevar la caja que traigo, son cosas que me han seguido regalando para mi pequeño.
—¿Has comido?
—La verdad es que no —me responde. No digo nada y caminamos hasta el auto, lo veo más delgado, algo ojeroso y trae puesto una casaca vieja y descolorida.
Finalmente, llegamos a casa, remodelé todo de manera humilde, pero con mucho cariño para mi bebé. Preparo algo rápido para que coma. Yo no tengo mucha hambre, por lo que lo observo meterle a la boca todo, muy tranquilo y a la vez, como si quisiera decirme algo. Todo el camino, hasta aquí, estuvo en silencio.
—Ahora sí, dime.
—Vengo a pedirte disculpas, me porté muy mal contigo, fui cruel y desconsiderado, fui egoísta.
Sigue enumerando cada una de las cosas que hizo mal y me sorprende. Mi hermano, siempre se ha caracterizado por ser una persona muy orgullosa y obstinada.
—No sé qué decirte.
—Tranquila, entiendo, que tengas reservas dado mi comportamiento, déjame estar cerca de ti y mi sobrino o sobrina.
—Es un niño, se llamará Luck—Le digo, debería emocionarme sobre la idea de que mi hermano ha regresado al sendero, que muestra señales de arrepentimiento, que dice que hizo todo mal.
—Hermana, déjame estar cerca de ustedes, no te pido que me recibas en casa.
—¿Dónde te estás quedando?
—Con mi novia— eso me sorprende y una genuina curiosidad me invade. —Pero antes de que me preguntes alguna cosa, si me permites, te la presentaré en unos días, tú dime dónde y cuándo.
—Tráela a casa este viernes, yo cocino. Ahora déjame sola, por favor, necesito descansar.
Tengo mis reservas, además de que de verdad estoy cansada, y una conversación más extensa y tendida con él, estoy segura de que me agotaría y no quiero eso en mi estado.
—Está bien, lo entiendo, toma mucha agua y aliméntate bien, para que mi sobrino nazca con bien.
Me da la espalda y se marcha, siento una opresión extraña en el pecho, debe ser una tontería de mi parte, solo es una barrera que estoy imponiendo, por la sorpresa de sus palabras.
Decido darme un baño, me gusta tomar una tina y así acaricio mi vientre, juego con la espuma, dibujo una sonrisa en él. Hasta un patito le pongo, junto a música suave, siento como si luego de un brusco movimiento se quedara dormido, como diciendo: mami, ahora sí puedes descansar.
—Descansa mi pequeño tesoro, mami, te ama mucho —le digo en voz alta. Falta tan poco para tenerlo en mis brazos, su habitación está lista, tengo todo lo que necesito y un enorme oso de peluche. De pronto me levanté de golpe de la tina. —¡Una cámara de seguridad!
Me termino de bañar, me pongo un albornoz y busco en mi teléfono. Veo que en las habitaciones los ponen en diferentes lugares, me pongo a pensar dónde y el gran y enorme oso de felpa que me regalaron es un lugar ideal, además de los monitores que compré de oferta.
…
—Gracias, G.
—También puse algo que está de moda: una pequeña alarma en caso de alguna emergencia. Cuando la necesites, presionas el botón y seré el primero en acudir, a la hora que lo necesites.
—Eres un sol G—. Le doy un beso en la mejilla y el pobre se pone rojo como un tomate, como cuando éramos compañeros de escuela y le agradecía con un beso en la mejilla. Lorena, siempre me dijo que le estaba enamorado de mí, pero cuando le di la oportunidad de confesarse, simplemente no lo hizo.
—Te invito a almorzar, me dieron el día libre.
—Vi que atrapaste a esos sujetos que asaltaron el banco, seguro por tu buen servicio.
—La verdad es que sí, además de que me postulé para detective porque me dieron una mención al mérito.
Él siempre fue un tipo solitario. Otro, en su lugar, celebraría con sus compañeros; en cambio, quiere hacerlo con una vieja amiga.
—Bueno, creo que comería un dinosaurio.
—Te acompaño con el pedido, luego un pastel de chocolate.
—¿Seguro que don Fermín te lo dijo?—Me muero de vergüenza, es que hace unas semanas, estuve de ambulando por la calle a las dos de la mañana buscando torta de chocolate. El pobre me invitó a su casa y me preparo uno, con una mezcla pre hecha que tenía.
—Tranquila, me hubieras avisado; a esa hora, estaba con la patrulla.
—¿No va contra las reglas? Digo usar la patrulla para asuntos personales.
—No, si se trata de la seguridad de los ciudadanos, no puedes exponerte a esas horas por las calles.
Terminamos de almorzar y, como me dijo, me invito una torta de chocolate y me compro un pequeño pastel para llevar; es de mi pastelería favorita.
—Si otro fuera el momento, te diría que fuéramos por un trago, no sé cómo decirte esto.
Lo noto nervioso, no sé qué le sucede.
—¿Qué me quieres decir? —De pronto me toma de la mano y yo me quedo como congelada, mirando hacia todos lados, para saber si hay alguna cámara escondida.
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Editado: 26.08.2025