CAPITULO 3
PREPARANDOSE PARA EL REENCUENTRO
Ya los dos meses se habían cumplido, Amelia había recibido sus titulación con la presencia de sus padres, abuelos y hermanos, hicieron un brindis en la colegio junto con sus maestros y compañeros de estudios, luego regresaron a casa para prepararse para la cena y la llegada de su prometido.
A las siete de la noche, ya ellos estaban en su casa, esperando que bajara de su habitación y se reuniera con sus invitados para la cena que se serviría en lo que ella estuviera presente.
Dio los últimos toques a su peinado, llevaba su melena suelta, suaves rizos y ondas bordeaban su rostro, dándole un aspecto etéreo y romántico a todo su cuerpo, se colocó su colonia preferida, su vestido blanco, con un corpiño donde prendían delicados punticos brillantes dispersos en toda la tela que cubrían el contorno de su pecho,
La falda amplia hasta sus tobillos estaba manchadas de hermosos brillantes en forma de pétalos amarillos, sus esbeltos brazos estaban al descubierto, el torso ajustado hasta la cintura, la falda deslizada suavemente por sus caderas terminado en suaves pliegues que ondeaban alrededor de sus tobillos, en un movimiento corto, elegante de su andar, personificando una joven diosa de la primavera.
Esa era la imagen que captaba una intensa mirada oscura, fijamente sin perder detalle de la apariencia de la joven mujer, su cabello suelto, sus finos y elegantes rasgos, la suave sonrisa dirigida a los presentes, sus suaves movimientos de cabeza en muestra de saludo y sus hermosos e inolvidables ojos café con destellos dorados.
Santiago curvó levemente sus labios en una suave sonrisa en respuesta a las intensas emociones que sacudían su cuerpo acorde al intenso sentimiento de euforia que experimento al reconocimiento de su prometida.
Amelia no perdía detalles de la audiencia, sus padres en un extremo de la mesa, seguido de sus abuelos, tíos y primos, y al otro extremo reconoció a los hermanos y deleitados padres de Santiago, que no ocultaban su satisfacción al ver a la joven acercarse, al lado de ellos el joven más apuesto que ella hubiese visto jamás, sosteniendo el respaldo de un asiento vacío en espera de la invitada especial.
La mirada intensa no parpadeó en ese minuto, Amelia sintió los ojos intensos jamás olvidados, que le dijeron adiós hace muchos años, haciéndole la promesa de regresar, esos ojos la miraban intensa y fijamente, sin perder detalle alguno de su apariencia, lo que causó que un leve rubor subiera a sus mejillas,
Su corazón se agitó al igual que el de él, en su gestos de reconocimiento muto,
–podía ser más maravilloso este momento – pensó Amelia, sin ocultar su expresión de alegría al ver a su prometido, quien la miraba como dándole gracias al cielo por enviarle un hermoso regalo.
Ella llegó donde Santiago esperaba, tomando la mano que el extendió, ambos apretaron sus dedos, como queriendo evitar soltarse, se miraron diciendo un hola silencioso, el llevando su manos hasta sus labios, dio un silencioso beso en su dorso, antes de indicarle que se sentara, haciendo el lo mismo en su silla, esa fue la indicación de empezar a servir la cena.