CAPITULO 6
UNA PROMESA DE MATRIMONIO Y AMOR ETERNO
Ya todos las personas que se encontraban presentes contenían la respiración cuando ellos regresaron al
salón, maravillados y alegres, la música se hiso más suave para que la voz no tuviese que ser muy alta,
Santiago se volteó hacia Amelia,
quedando a dos pasos frente a ella, sacando una pequeña caja de su bolsillo, abrió la caja mostrando su
contenido, el cual consistía en un anillo y una delgada cadena dorada de la cual pendía una pequeña flor de
cinco pulidos brillantes amarillos simulando sus pétalos que la formaban, engarzados delicadamente en una
armazón de oro pulido y en el centro un hermoso y pequeño brillante descansaba entre los pétalos simulando
el corazón de la flor, un hermoso brillante similar al que formaba el anillo de compromiso,
Arrodillándose y apoyando su rodilla derecha dijo formalmente,
–Amelia, te pido solemnemente, que seas mi esposa, quieres aceptarme como tu esposo– le preguntó con
voz firme y segura, nunca apartó sus ojos de los de ella, quien seriamente le respondió su pregunta sin
ningún rastro de inseguridad o duda en ella.
– Santiago, quiero casarme contigo, solemnemente acepto ser tu esposa –, su voz fuerte también resonó en el salón,
Santiago tomando la mano de Amelia le coloco el anillo, diciéndole,
– te prometo que estaremos juntos siempre, en esta vida y en las otras, si nos separamos por alguna razón,
te pido me esperes que yo siempre regresaré contigo, y estaré a tu lado para siempre.
– Acepto tu promesa y yo, Amelia, te prometo que siempre estaré a tu lado, y si por alguna razón nos
separamos, te esperaré siempre, hasta el momento que regreses y estés a mi lado para siempre.
Todos los presentes, aplaudieron felices, se acercaban a ellos, sintiendo la solemnidad del momento,
rodeándolos los abrazaron y dándoles sus bendiciones, como ya habían esperado mucho para estar juntos se
acordó la fecha de la boda para cuatro semanas posteriores a ese día, por lo cual se iniciaron rápidamente los
preparativos de la boda.