Lo Que SoÑamos Nosotros

CAPITULO 12 CONCIENCIA DEL PENSAMIENTO DE IMÁGENES ONIRICAS

CAPITULO 12

CONCIENCIA DEL PENSAMIENTO DE IMÁGENES ONIRICA S

Ya completamente despierta, organizó varias carpetas de dibujos y grabados y litografías originales de varios

artistas locales y regionales, los ordenó por fechas y estilos iniciando lo que es el procedimiento de

identificación de las obras, como parte de su trabajo de curadora de arte del museo regional,

Terminó esa tareas disponiendo varias carpetas identificándolas, luego colocándolas con sumo cuidado

dentro de su amplio maletín de cuero, que era su bien más preciado, porque se lo dejó su abuelo como parte

de herencia, era una antigüedad, y su valor no solo era sentimental, sino cultural, ella lo amaba y lo cuidaba

con esmero, lo que le dama más brillo y valor a la pieza.

Dejó todo sobre su escritorio y se dispuso a hacer su rutina diaria, antes de ir a trabajar, ya era un poco más

de las seis de la mañana y aunque tenía tiempo prefería estar preparada temprano, mientras se duchaba

seguía reflexionando sobre el sueño de la noche anterior, sin poder apartarlo de su cabeza como cada vez

que se repetía.

–Será que los he visto en una película que ahora no recuerdo−, siguió divagando al respecto, mientras el

agua el agua caía sobre su cuerpo

–No pudiese olvidar fácilmente esa escena, me siento como si fuera yo la mujer del sueño, solo que más

joven, quizás alrededor de veinticuatro o veinticinco años, con la frescura y la plenitud de la juventud–, se

dijo, no sin antes verse en el espejo, haciendo una mueca en calidad de burla a su imagen reflejada en el

espejo.

–Tonta, deja de pensar en eso–, se dijo, en tono de regaño.

Muy a su pesar siguió pensando en la escena sin darse cuenta, seguidamente revivió la visión que tenía de él,

siguió reflexionando–, debía medir por lo menos veinte centímetros más que ella–, se dijo como ndose

respuesta a sí misma en voz alta, no se había dado cuenta aún que expresada sus pensamientos en su

dialogo con ella,

Sin ser delgado, estaba bien formado, caderas estrechas y anchos hombros, se nota por encima de la ropa

que es amante de los deportes, su brazo se ve fuerte, un brazo en el cual te apoyarías con la confianza de

que siempre seria tu fortaleza, continuó con la descripción,

– que se sentiría si pudieses abrazarte a él, – sonrió, aunque también se dio cuenta de que su corazón se

acelera de solo imaginarlo,

−cómo será acariciar su cara y verte en sus ojos, reflejarse en su mirada, sentir el amor que destella en ellos

−, siguió murmurando para sí, pensó en la suavidad del cabello oscuro, peinado hacia atrás, con su cara

afeitada, su frente despejada dándole un aspecto joven y muy varonil, de hombre adulto que sabe dar amor,

quizá alrededor de los veinte ocho, sin llegar a treintena, la edad perfecta según ella, sobre la edad que

debía tener un hombre para ella, si encontraba a alguien así.

Esta vez la sonrisa fue más amplia, definitivamente necesitaba la cita con su terapeuta, se estaba

enamorando de hombre que existía en un sueño, le gustaba lo que sentía al visualizar cada imagen onírica

percibidas en la profundidad de sus sueño, siguió pensando Ava.




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