Lo Que SoÑamos Nosotros

CAPITULO 22 - EXPERIMENTANDO SENSACIONES  RECORDADAS

CAPITULO 22

SENSACIONES RECORDADAS

Seguía sosteniendo en mis brazos a esta mujer, sin reparar en que las miradas de las otras personas fuera

del edificio ya no se dirigían a ver el humo que salía por una ventana, si no que estaban viendo como este

extraño sostenía en sus brazos a la vecina del apartamento de al lado, sin intenciones de soltarla ya que la

abrazaba fuertemente.

Al estar afuera, sentía la mirada de las otras personas que estaban al frente mirando hacia el pequeño edificio

de tres pisos y de cuyo interior salía humo por una de las ventanas de un apartamento del primer piso.

Esta escena por demás interesante, para los ojos intrigados de los vecinos, causaba múltiples sensaciones en

sus dos protagonistas, pero lo más importante era las sensación de felicidad y de haberla vivido antes, esa

sensación indefinible de liberación del alma de una angustia por una espera interminable, guardada por

mucho tiempo en la memoria y que lentamente iba desapareciendo a causa del contacto de sus cuerpos

estrechados fuertemente,

Esa sensación de pérdida que quedaba en el corazón después de la escena de los amantes en el atardecer,

vivida y sentida tantas veces en un sueño que se repitió muchas noches, un sensación que ha dejado esa

emoción grabada en la memoria y en el corazón, ahora aquí en este momento, esa sensación de perdida, de

tristeza se está desvaneciendo con el contacto del cuerpo de un extraño, pensaron ambos.

–Una falsa alarma, afortunadamente solo fue una falsa alarma –, oyeron todos, no había incendio alguno, solo

la imprudente acción de alguien que dejó la estufa encendida quemando su comida, el humo desprendido fue

suficiente para que se activará las sensibles alarmas, afortunadamente solo fue eso y después de la revisión

de todos los apartamentos se dio la orden de los bomberos, quienes había realizado las inspecciones

necesarias, determinado que no había peligros para los inquilinos y habitantes del edificio, ya todos hacían un

ordenada fila para entrar, dando prioridad a ancianos y niños,

Santiago entro al edificio, subiendo las escaleras hasta al segundo piso sin detenerse hasta llegar a la puerta

del apartamento de Ava,

–Ya puede soltarme–, apenas se escuchaba ella misma por la falta de convicción en su voz, dándose cuenta

de que ya estaba dentro del edificio frente a la puerta de su apartamento.

–Gracias, ya puedo caminar–, le dijo con voz más fuerte, retorciéndose para que la soltara.

–Está bien, está bien, seguro puede caminar–, le preguntó él, depositándola suavemente en el piso,

sosteniendo sus hombros para ayudarla a recuperar el equilibrio.

–Gracias por su ayuda–, dijo, inmediatamente dando la vuelta, entro a su apartamento cerrando la puerta

demasiado rápido, luego apoyándose en ella se recriminó a sí misma,

–Que me pasa, fui tan grosera–, se regañó mentalmente, dándose cuenta de lo descortés que se había

portado con su salvador. Tenia que enmendar esa primera y mala impresión, como era posible que me portara

tan ermitaña, se recriminaba Ava, dando la vuelta para tomar el pomo de su puerta con la intención de abrirla

y despedirse correctamente de mi nuevo vecino.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.