CAPITULO 25
RECONOCIENDONOS COMO EN EL SUEÑO
Mientras me dirigía al parque había visto un café en unos de los locales a pocos metros del edificio de
apartamentos, así que me dirijo hacia la entrada y entre para darme cuenta que ahí estaba mi vecina, vestida
con ropa deportiva, pude reconocerla por su cabello castaño y largo el cual llevaba en una coleta, estaba
sentada en una mesa alejada de la puerta y mirando por la ventana, sumida en sus pensamientos,
esperando su pedido seguramente,
−al parecer ella también salió a ejercitarse−, me dije y decidí acercarme a ella para saludarla y preguntarle
como había estado después de la alarma, solo veía su perfil porque miraba hacia afuera sin reparar en nadie
dentro del café,
–Hola, buen día puedo sentarme aquí–, la saludé amablemente parándome frente al asiento al lado de ella.
Ella volteó rápidamente y sin mirarme me respondió, asumiendo que pudiese ser cualquier persona que
necesitaba un asiento mientras espera que le sirvan su café.
–Por supuesto, puede sentarse–, irguiéndose en su silla, adoptando una postura un poco rígida, quizás algo
incomoda con la situación de que alguien se quisiera sentar a su lado.
–creo que no me reconoció–, se dijo Santiago entendiendo que no lo miró como para reconocerlo.
– Eso hirió un poco mi orgullo masculino–, se dijo él sonriendo ante el sarcasmo de su propia voz.
–Puedo acompañarte a tomar mi café−, le preguntó suavemente –,
−creo que no me has reconocido, soy tu vecino−le aclaró porque le hablaba,
Ella reaccionó al oír mi voz, creo que hasta ahora se dio cuenta de quien le estaba hablando,
Esa voz me regresó a la realidad rápidamente, de quien era la persona que me hablaba, borrando
inmediatamente mi sensación de desconfianza con los extraños, era mi vecino, seguidamente con voz clara le
respondí,
−hola, claro que te puedes sentar, siéntate por favor−, le dijo sonriendo y elevando su rostro para mirar su
cara, mientras le decía,
_No te di las gracias apropiadamente, disculpa creo que estaba dormida miestras me habalabas - le dijo
rapidamente, sin mirar aun su rostro
–Ya pedí mi café, están por traerlo–, le dijo seguidamente elevando sus rostro , capturando su mirada a la vez
que cruzaba sus manos sobre mi regazo,
–Está bien solo ayudaba, yo también pedí mi café, –, respondió a mi comentario, arrastrando un poco la silla
para sentarse frente a ella,
–Dormiste bien el resto de la noche, parecías un poco confundida después del incidente –, me dijo., y esta
vez fue él quien fijó sus ojos en los míos
Volteé sorprendida, confirmando que el dueño de esa voz, que me parecía conocida, paseé mis ojos por su
rostro, me gustó lo que vi, al igual que su voz me agradaba,
−esos ojos los he visto antes −, me dije nuevamente mientras paseé mi mirada por su rostro, me gustó lo que
vi, al igual que su voz me agradaba,
− se me parece a alguien, pero a quien −, cerré los ojos una fracción de segundos y me llego la imagen, el
conocimiento, la realidad se dio paso, −era él, mi enamorado con quien he soñado los últimos cinco años,
era él, tenía los mismos ojos de quien había visto en un sueño, el extraño que me sacó cargada del edificio
cuando se dio la alarma avisando del incendio, su rostro era igual al protagonista de mi película la que tantas
noches me acompaño mientras dormía −, terminó su dialogo, mientras sentía que su corazón dejó de latir por
unos segundo, y luego galopó tan rápido que mi costaba respirar,
−no solos sus ojos, su nariz, su boca sonriente, su rostro, todo su cuerpo, era él −, se susurró mientras sentía
que la sangre dreno de su cabeza sintiendo que el oxígeno se evaporaba de su cuerpo, de su cerebro, de su
corazón,
Mientras Santiago con sus ojos sonrientes e interesados buscaron la mirada de Ava, para luego entrejuntar
las cejas, con una expresión de perplejidad y asombro similar a la de ella, quien me miraba con igual
asombro.
Ambos se miraban directamente a sus asombrados ojos, que estaban igual de confusos al regresarse sus
miradas. Se miraban con esa expresión de reconocimiento y con un sentimiento de reencuentro tan ansiado
por largo tiempo por ambos, tanto tiempo esperado conocerse que se les hacía difícil creer tenerse de frente