Lo Que SoÑamos Nosotros

CAPITULO 26 - LA REALIDAD DE SABER CON QUIENES SOÑAMOS

CAPITULO 26

LA REALIDAD DE SABER CON QUIENES SOÑAMOS

−Un dejavu −, se decían ambos, un dejavu muy complejo e increíble, no solo tener frente a ti el personaje de

una visión que solo se presentaba cuando dormías, y de pronto se hace una realidad, haciéndose posible lo

que siempre creyeron como un imposible, ahora se le suma esa calidez de esa sensación tan familiar

vivida en esos momentos de sus encuentro, eso fue más increíble aun, fueron sus pensamientos, lo de él,

los de ella, desconociendo aún que ambos estaban pensando y sintiendo exactamente lo mismo.

–Esto no puede estar pasando –, la interrogación retumbaba dentro de los caóticos pensamientos de Ava,

quien no se percató y le hiso perder la visión de las mismas emociones reflejadas en los ojos de él,

− se está haciendo realidad el sueño, o estoy dormida y creo que me desperté −, sé seguía diciendo que

mantenía tercamente su mirada hacia un lado, como si eso pudiese impedir seguir viendo ese rostro, bajó su

mirada en un rasgo de timidez de su niñez que solo le ocurría rara vez, cuando alguna persona le hacía sentir

inquieta, pero este momento era diferente pensó ella, ya que la sensación presente era de reconocimiento, de

sentir que ya se conocían, que era la persona que había crecido en una fantasía que pertenecía solo a ella,

esa fantástica visión que tantas veces la acompañó en sus sueños.

Santiago se dio cuenta que ella quería escapara del momento, como si estuviera tan abrumada, como lo

estaba él, tenia que evitar que se fuera, debía averiguar quien era ella, extendió su brazo presentándose

formalmente,

–Es un placer, tu nombre es Ava, me lo dijo una de tus vecinos anoche –, dijo él, tomando con su otra mano

el brazo de ella en un movimiento de sujeción para que ella no se fuera, en su intento de separarse de él,

fueron solo segundos, pero se le hiso eterno, ya que el tiempo retrocedió a unas mágicas imágenes vividas

muchas veces dentro de cabeza.

Ava, volteo, al ver su cara rápidamente, sintió su piel ardiendo por unos instantes, con un movimiento súbito

trató de retirar su mano y brazo nuevamente, más él se lo impidió, al llevar su mano hasta su barbilla,

tomándola suavemente hiso girar su cabeza, lo que logro que pudiesen mirarse fijamente, perdiéndose en

sus miradas, la del el oscura como una noche sin luna y él en la de ella, ese color café con punteados

dorados, tonos de ojos atesorado en su memoria mientras por estos cinco años y tan añorados por él al

despertar.

Tan repentino como el rubor apareció en la cara de Ava, fue la súbita perdida del color de su rostro, palideció

tan intensamente, creo que el oxígeno abandono su cuerpo, haciéndole pensar a él que tendría un

desvanecimiento, la asió más fuerte con su mano sentándola nuevamente en la silla que momentos antes

había dejado, dándole tiempo para recuperarse.

−Respira profundo, lento, si no te vas a desmayar –, le dijo Santiago mirándola preocupado,

−dejaste de respirar por varios segundos–, ella emitió un jadeo que emitió su boca acompañada de un

profundo suspiro.

El rostro de Ava empezó a recuperar el color a medida que ella controlaba su respiración, se le notaba el

esfuerzo que hacia por controlarse y mantenerse tranquila, había recibido una fuerte impresión,

−estoy despierta, estoy despierta, no es un sueño esta vez, es él mi compañero del sueño−, se dijo

asombrada, abrumada, había llegado y ya no era mientras estaba dormía, levantó su rostro y lo miró de

nuevo, viendo como sus ojos se escurecían mas, a medida que sus miradas se encontraban nuevamente.

A la vez Santiago, no había dejado de sentir un fuerte latido en sus oídos, su corazón olvido la prudencia y

estaba galopando intensamente.

−Quién eres tú, porque estuviste en mis sueños tanto tiempo, para aparecer ahora, en este lugar −, se

preguntó internamente Santiago,

−porque tu mirada me dice lo que tantas veces quise saber, tengo que saber quién es ella −, Siguió

preguntándose.

–Te sientes mejor, te puedes levantar, – le preguntó al darse cuenta de que el color estaba volviendo a su

cara y su respiración se tornaba regular.

Ava asintió levantándose lentamente de donde estaba sentada, tratando de recuperar su estabilidad

emocional y física, ya que sentía sus piernas débiles, se dispuso a despedirse, con un simple hasta luego,




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