CAPITULO 31
VUELTA A UN PASADO QUE TENIAMOS EN COMUN
Santiago, saco el sobre con fotografías, con él en sus manos se sentó en el sofá de la sala cómodamente,
sacó su frontoluz y se lo colocó ajustando la luz y el ángulo de la lente de aumento, solo les daría una mirada,
ya que él no haría el análisis de las fotos, eso le correspondía a la restauradora.
Fue repasando cada foto, había muchas fotos, unas tres docenas, muchas permanecían en buen estado,
inclusive las más antigua se conservaban muy bien, su madre y sus tías habían hecho un buen trabajo en su
conservación, siguió que tomo hasta que tomo en su mano una foto amarillenta de una mujer, en un vestido
largo, sin mangas, al parecer blanco estampados con lo que parecían brillantes más oscuros en forma de
pétalos,
La estaba joven sonriente, con una mirada profunda y alegre, que vislumbraran un tono claro con vetas más
claras, nariz recta y boca de labios generosos y seductora miraba a la cámara ampliando su sonrisa, los
brazos fuertes, delgados y torneados, hermosamente relajados juntaban sus manos al frente de su cuerpo,
El pelo suelto y un pequeño lazo en su cabello en un lado de su cabeza, con mechones ondeando alrededor
de su cara sonriente, un dije con una pequeña flor de cinco pétalos y un brillante en su centro pendía en un
delgada cadena que colgaba en su cuello, su mano izquierda descansaba sobre la otra, a manera de dejar a
ver el hermoso anillo que arropaba su dedo anular y en el cual resplandecía un hermoso brillante tan
hermoso como el brillante hermano del magnífico colgante que brillaba en su garganta,
Su mirada dirigida y fija en alguien de la audiencia, que seguramente tenía al frente y expresaba un inmenso
amor.
Volteé la foto para mirar su reverso.
Amelia Mérida
Julio 07 1920
Para mi amado Santiago.
No podía ser más contundente el mensaje, justo hoy 100 años antes, estaba cumpliendo años la joven de la
fotografía, pero lo más significativo es que la cara de esa joven bien podría ser la de mi vecina, y no tan solo
eso, si no la cara de la mujer amada de mis sueños.
Que, hacia esa foto en las fotos de mi familia, busco otras y vio el rostro de su abuelo, su hermano y de su
prometida, sintió un frio recorrer su espalda, tomé el resto de las fotos y sin meterlas en el sobre se dirigió a
la puerta.
Santiago sentía que su corazón latía precipitado, salió rápidamente dirigiendo sus pasos a la puerta de al
lado, respirando profundo levanto su mano y tocó el timbre, con una expresión entre seria y ansiosa.
Este era un milagro, sintiendo entre sorpresa y alegría, esos sueños eran señales, su tío abuelo se los envía
desde donde este, estaba seguro.
Le parecieron eternos los segundos que tardaron en abrirle la puerta, se quedó viendo el rostro de Ava, ese
rostro que tantas veces había visto en sueños y que ahora lo veía con un interés más amplio, con un
sentimiento más intrínseco por lo implicaba lo que terminada de descubrir, ellos tenían mucho mas en común,
que solo vivir uno al lado del otro, en este lugar que tenia una historia que los vinculaba más allá de ser
vecinos, lo que implicaba haberse conocido en sueños, ellos estaba muy seguro, que tenían mucho más
común que los había unido desde hace mucho tiempo.
Ella no emitió ningún sonido, solo lo miraba tan extrañada e interesada como él lo estaba, se hiso a un lado
dándome permiso para entrar a su espacio, a su lugar, a su vida, pasé y me dirigí hacia el sofá, viendo una
fotografía que había dejado sobre la mesa de centro, se sentó frente a el y en simultaneo ambos dijimos las
palabras que nos conectaban,
−he tenido un sueño repetido hace mucho tiempo −, dijimos al mismo tiempo.