CAPITULO 33
LA HISTORIA DE NUESTROS ABUELOS CONTINUA
Santiago se levantó y se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas, estaban frías, las frotó para
darles calor, ella temblaba, así que tomó la manta que estaba doblada en el respaldo del sofá, la pasó sobre
sus hombros, abrazándola, tratando de calmar su temblor, Ava poco a poco fue entrando en calor hasta que
dejó de temblar.
–Esto te pertenece–, le dijo, sacando un pequeño estuche del bolsillo de su pantalón, Ava vio la joya cuando
la abrió sacando la pequeña cadena con su dije en forma de flor.
–Estaba junto a las fotos que me dejó mi abuelo, junto con otras antigüedades, además de una nota que
decía, que era el obsequio por su cumpleaños número veintitrés y que le entregó el día de su compromiso–,
Luego le dijo con la mayor seriedad,
−Era de tu abuela, ahora te pertenecen, ella hubiese querido que las tuvieras tú −, le dijo con firmeza, −mis
padres, mi familia, todos se pondrán frenéticos cuando se enteren de lo que, pasando, lo que estamos
viviendo −, murmuró mientras ella sonrió al pensar que toda su familia se comportaría igual,
Era tan inverosímil llegar a imaginar siquiera que nosotros nos acercaríamos porque teníamos el mismo
sueño, un sueño con alguien en común, nuestros abuelos, los que se conocían y se amaron hace más de un
siglo, en verdad es una hermosa historia de amor,
–jamás imagine que conocería a la nieta de la esposa de mi abuelo, hace mucho tiempo Ava, que quería
conocer a la familia de la mujer que tanto amo mi tío abuelo, siempre quise buscar información sobre ella y
su familia, por eso vine hasta acá, en busca de respuestas, porque ese sueño lo viven aquí, en este lugar,
nuestro destino me trajo aquí y nos ha reunido, ya te contaré toda la historia de mi tío abuelo y de mi familia,
de lo que pasó con ellos y del resto de la familia–, le dijo tomándola por la barbilla, de manera de poder ver
sus ojos.
– Yo también quiero contarte la historia de la mía, de mi tía abuela, la hermana de mi abuelo, el padre de mi
mamá, mi tía abuela quien murió a los treinta años, después que murió su esposo, ellos se amaron desde
niños, esperaban hacerlo durante mucho tiempo, pero murieron jóvenes y ellos se prometieron amarse por
todas sus vidas, sé que será así −, sonrió mientras correspondía a su mirada, −que nos conociéramos no es
casualidad, es destino, por eso tuvimos ese mismo sueño, soñamos con ellos, eran sus almas que viajaron
a través del tiempo para juntarse a través de nosotros, sus descendiente y así liberar sus almas para que
descansen en paz juntos nuevamente–, termino diciéndole ella.
−Feliz cumpleaños Ava−, le dijo abrazándola fuertemente, ahora ella no lo rechazó, ese abrazó se sintió como
un reencuentro, como si lo hubiesen estado esperando desde siempre.
Santiago, acercando su boca a la de ella, rosando apenas sus labios sutil y lentamente, de manera de darle la
oportunidad de negarse al beso que quería darle.
Ava buscaba también su boca, aceptando su cercanía y recibiendo el beso de reconocimiento, el cual se fue
intensificando a medida que ambos recordaban las sensaciones que por tanto tiempo sintieron mientras
soñaban.
Se besaron como si se conocieran de toda una vida, una sensación cálida recorrió sus cuerpos, casi podían
sentir la presencia de sus abuelos que los miraban con afecto y complicidad,
Esas almas separadas que se decían susurrante,
–te he esperado tanto mi amado esposo, mi Santiago amado, no te dejaré ir de nuevo, no iras a ningún lado
sin mí–. Le decía con voz cálida
–Eres mi amada, mi prometida, mi amada y eterna esposa, te he extrañado mucho, te he amado
intensamente por todo el tiempo que no estuvimos juntos −, ellos se miraron tomados de la mano, viendo
como sus nietos se besaban aceptando el amor que llegarían a tenerse y que crecería mucho más, igual que
el amor que se tuvieron ellos.
−Ava y Santiago separaron su labios, pero permanecieron un momento mas abrazados, como si necesitaran
darles tiempo a las almas de sus abuelos, a unirse nuevamente, ellos sentían su presencia como si pudiesen
verlos, estaban ahí, bendiciendo ese lazo que a través del tiempo había mantenido firme, en espera de su
encuentro.
− adiós abuela, adiós abuelo, gracias por haber regresado y unirse, continuar con su lazo indisoluble que los