Aidan Stone duque de Cambridge miraba con asombro a la joven descarada frente a él, la oscuridad la envolvía dándole un toque de misterio, también de peligro, he hay el problema, el amaba las dos cosas. Por su acento sabía que era extranjera, italiana estaba seguro, eso le aseguraba que no la conocía. No había oído de ninguna dama estranjera en Londres en el último tiempo.
-y usted ¿también engaña a su marido? Digo como esta aquí y no en el salón de baile - dijo con intensión. Pretendía ofenderla, probar su resistencia. Pero sobre todo hacerle olvidar un momento de lo que vio hasta que se le ocurriera una escusa. Ella soltó una risita, luego se puso en pie y dio dos pasos asi el.
-¿que le hace pensar que estoy casada?
Su pregunta lo desconcertó. La mujer frente a él no era una jovencita, debería estar casada y a la espera de su segundo hijo almenos.
-dejeme adivinar. Soy demasiado vieja para estar soltera. Debería estar casada y esperando a mi segundo hijo por lo menos, cuidando de mi marido, y mi familia y no dándomelas de libertina.
Resito como si fuera algo que había escuchado muchas veces, probablemente así era, curiosamente era exactamente lo que él había estado pensando. La repaso de nuevo. No era muy alta, metro sesenta tal vez, pero tenía un cuerpo de infarto. Los pechos llenos y generosos que se insinuaba en el vestido azul que llevaba. Un vestido que sin duda debía armar revuelo, ajustado y escotado, con solo dos pedazos de encaje cubriendole un poco los brazos ya que dejaba los hombros al descubierto, no era vulgar pero si fuera de lo común en Londres, aunque probablemente todas las matronas conservadoras estarían en desacuerdo con el. Subió a su rostro, tenía un bonito rostro moreno, su tez era más oscura que la de cualquier dama inglesa, pero sin duda era hermosa, con rasgos suaves y bien difinifos, su cara parecía la de una muñeca perfectamente tallada, enmarcada por el cebellos negro, que estaba recogido en un perfecto moño. Pero eran sus ojos los que lo cautivaron. De un verde esmeralda, tan profundos, misteriosos, parecían guardar muchas vivencias y sabiduría, contradictorio dado el caso que la mujer frente a él no superaba los 25 años, ella lo miraba con la ceja izquierda alzada y una expresión de burla, al ser el, el que ahora era atrapado evaluandola a ella.
-no entiendo ¿como una mujer tan hermosa puede estar soltera? Incluso si no tiene una dote, muchos hombres la desposarian aun así.
-¿que el hace pensar que no tengo una dote?
-¿La tiene? - preguntó exectico, puesto que ese era el único motivo que se le ocurría.
-por supuesto. Y dejeme decirle que es bastante cuantiosa.
-¿entonces..?
-yo no he querido.
-pero ¿porque.? - preguntó realmente confundido.
-¿es casado? - le devolvió la pregunta.
-creo que es obvio que no - ella alzó la ceja, como si no le entendiera. - la mujer de hace un momento - se vio obligado a explicar. Ella hizo un ademán con la mano restándole importancia, mientras soltaba un bufido nada femenino.
-eso no es excusa. Lady Wess es casada y aun así... La fidelidad no es muy común entre los nobles.
El tenía que darle la razón en eso. Aunque algo en la manera de hablar le llamó la atención
-habla como si usted no fuera una noble. - mensiono con suavidad
-por supuesto que no lo soy. - su repuesta le desconserto. No sólo admitía no ser alguien con un título, sino que además parecía orgullosa de eso. Ella síguio hablando al ver su cara - soy parte de la burguesía por así decirlo, no tengo titulo pero tengo dinero, mucho dinero a decir verdad.
-y ¿que le trae a Londres señorita...? - dudo, durante toda la conversación ninguno había dicho su nombre.
-negocios. - contestó simple.
-¿negociós? - preguntó, era obvio que no le quería decir la verdad, pero había usado una escusa muy pobre.
-si milord, y dígame usted ¿qué tal la fiesta.?
-como todas supongo.
-¿todas las fiestas en londres son así de aburridas.? - pregunto con espanto. Sonrió. Era divertida su reacción.
-todas. - volvió a sonreír mientras ella no quitaba su cara de horror. - ¿tanto se a aburrido?
-demasíado. No entiendo como alguien puede soportar esto durante tanto tiempo.
-le entiendo. A mi también me parecen de lo más aburrido. - tomo un momento de silencio antes de volver a hablar —¿cuál es su nombre? - le preguntó esta ves directamente.
- dígame, si tanto le disgustan estos eventos ¿porque vino?
-es mi deber - respondio perdiendo la diversión. Odiaba que el contestaran con mas preguntas, y odiaba hablar de su vida.
-yo estoy aquí por lo mismo.
Ella alzó la mirada al cielo, y el pudo apreciar un poco más su rostro. Sin duda era la mujer más hermosa de la noche. Tal vez incluso era la más hermosa que hubiera visto alguna vez.
-un gusto conocerle su excelencia, pero debe volver. - dijo luego de unos instantes, volviendo su mirada a el.
-asi que me conocía de antemano.