Lo que soy (entre sombras)

Capítulo 5

La pequeña lluvia se había transformado en un auténtico vendaval, llovía tan fuerte que daba la impresión que el cielo se caería a pedazos, los truenos resonaban con furia asiendo estremecer a los caballos, era una locura cabalgar con ese clima, pero el se había dejado manipular con esa mujer. Camaleón, la muy desgraciada había sabido invaucarlo hiriendolo en el ego, y el en su afán de demostrar que era mejor que una simple mujer, había caído. Un estúpido y arcaico pensamiento machista que probablemente le costaría una neumonia. Había cabalgando desde el amanecer a toda marcha, sin descanso, tenía tanto frío que ya no sentía los dedos, seguía sujetandose a las riendas solo por inercia, o por que no podía mover los dedos, giro la cabeza un poco, y comprobo que ella lo seguía dos metros tras suyo sin la más mínima señal de molestia, la misma pose que tenía desde que empezaron su recorrido. Hacia tres noches, había llegado puntual a su sita, después de pasar todo el día intentando encontrarlo a el mata Márquez, no había servido de mucho, sus investigación sólo lo habían llevado a descubrir que había tomado el camino del norte, nada más, pero al llegar a la taberna de mala muerte donde ella le esperaba, había descubierto que era el único que no había echo nada, puesto que ella, de algún modo ya tenía ubicado al sujeto en un pequeño pueblo al norte del país. Así que no había tenido otra opción más que seguirla, pero no se fiaba de ella. Puede que el gran jefe confiara en ella, que el confiara en el criterio del gran jefe, pero seguía siendo una desconocida, y a el siempre le era difícil confiar en la gente. 

--alto. - La voz de la mujer le detuvo, estaba tan perdido en sus cavilaciones que no se había dado cuenta de que habían llegado a una posada. - pasemos la noche aquí, debemos entrar en calor si no queremos enfermar. 

Se apresuraron así el establo, una ves dentro, Aidan se permitio observarla una vez más, esa mujer era un misterio total, sólo hablaba cuando era algo totalmente necesario, y en todas y cada una de esas veces era una voz diferente, cambiaba el timbre y la tonalidad, también el acento, la había escuchado usar el inglés, francés, ruso, español, alemán, portugués y chino creía el. Y en todas las horas que había pasado juntos no la había visto sin el pañuelo ni un solo instante, incluso ahora con la ropa totalmente empapada, seguía llevándolo. 

Ella le dio la espalda y atraveso una puerta que no había visto, el la siguió como un perrito, sentía que era lo único que había echo desde que la conociera, seguirla, si bien durante la cabalgata el iba enfrente, eso era solo porque ella así lo dispuso, no confiaba en el y no le daría la espalda, habían sido sus palabras. Al otro lado de la puerta estaba ella conversando con lo que parecía el dueño del lugar, pero para cuando le dio alcanse los dos subían las escaleras, el hombre los guió asía sus habitaciones, el solo se limitó a permacer en silencio, hasta que ella volvió a hablar. 

-las chicas ¿están dispobibles? 

-por supuesto, enviaré a tu favorita. - le respondió el hombre con una risita antes de volverse a mirarlo. -¿¿ tu también quieres una.?? 

-claro que quiere una, dale a la mejor. 

Ella hablo de nuevo antes de que el pudiera si quiera procesar la pregunta. El hombre se perdió devuelta en el pasillo y el volvió su mirada a la mujer frente a él, que luego de la petición empezaba a dudar que fuera realmente una mujer. 

-¿que diablos.... - no pudo terminar la pregunta porque no sabía exactamente quería preguntar.

-que??? Me vas a decir que eres un puritano que se guarda para su amada? - su voz estaba cargada de desdén. 

-claro que no, es solo que tu también.... - la conversación era cada vez más incomoda, no era un inocente, sabia que había mujeres que gustaban de las de su mismo género, al igual que con algunos hombres, pero nunca ningúna lo abmitia tan abiertamente. 

La miró de arriba a bajo dándose cuenta que la rara camisa había desaparecido por otra más común y sus pantalones también habían sido cambiados por otros más anchos, tanto que parecía una falda cuando tenía las piernas juntas como en ese instante, el collar tampoco estaba, pero el pañuelo y la capucha seguía hay, al igual que el acento inglés que llevaba usando desde que entraron. Probablemente en algún punto del camino paro a cambiarse, se sentía totalmente estupido. 

-¿que también quisiera fornicar con una chica? - completo su pregunta con tranquilidad - pues si, hace frío, no estaría nada mal que alguien me calentara la cama

Dicho esto se adentro en su propia habitación, dejando solo y maldiciendola, por qué la imagen de su bien formado cuerpo que se insinuaba bajo la ropa mojada, haciendo lo que ella habia insinuado, habia creado un problema en sus pantalones.

Entro a su propia habitación, mientras se quitaba la ropa con rabia, rabia con esa inmoral mujer, rabia contra si mismo y rabia contra su descarriada mente que no dejaba de pintar escenarios casa ves más eroticos asiendo que su cuerpo se despertará y se olvidara del frío. 

Unos tímidos golpes lo interrumpieron, luego de dar su permiso, una bella chica entró a la estancia, tenía en pelo negro y las curvas generosas. Sonrió, eso era justo lo que necesitaba. 

 

A la mañana siguiente, o más bien a la madrugada, partieron rumbo a su destino, ya era medio día cuando se detuvieron en un riachuelo a descansar, Aidan no podía apartar al mirada de la mujer frente a él. No podia evitarlo, pero luego de la noche anterior sentía más curiosidad. 

-deja de mirarme, por mas que lo hagas no lograrás entender - ella le habló con fastidio. 

-no puedo evitarlo. Tengo curiosidad, ¿que se siente.? 

-¿que se siente que? 

-ya sabes, hacerlo contra chica.

Ella dio un suspiro de fastídio antes de mirar al cielo, el intentó mirarla a la cara para lograr adivinar por fin el color de sus ojos, pero ella apartó la mirada rápidamente como siempre. 




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