La lluvia caía sobre Londres esa noche, el cielo nublado y la falta de luna era la oportunidad perfecta para ocultar a las figuras que se colaban en el despacho privado de un duque. totalmente vestidos de negro los dos intrusos revisaron en completo silencio la estancia, buscaban respuesta y no se irían sin ellas.
-mira esto. -susurro zarina
Erick se acercó y tomo la carta de sus manos, con cada línea rebosante de amor y cariño su odio no hacía más que incrementar, esa carta confirmaba lo que él se negaba a creer, lo que zarina le había dicho, el antiguo duque de Wellington estaba vivo. en sus manos reposaba una carta escrita por el mismo para su hijo. Él no sabía que sentía exactamente. Devolvió la carta a zarina y se pasó la mano temblorosa por el cabello. La tormenta de emociones en su interior no hacía más que crecer.
Recorrió la estancia hasta la puerta, en silencio salieron del despacho hacia la sala donde habían estado esa misma tarde, se para frente a el cuadro de los tres hombres sin saber qué hacer. Era descendiente de séptimo duque de Wellington eso estaba claro, pero
¿Cuál de sus hijos era su padre? ¿Quién era el hombre que había engañado a su madre?
-este cuadro no nos dará respuesta debemos irnos. –zarina lo tomo de la mano y lo guio a la salida, él se dejó hacer.
No entendía nada y de pronto todas las certezas que creía tener se derrumbaban
¿estuvo todo este tiempo culpando a alguien inocente? ¿se había equivocado?
Estaba tan perdido en su mente que no se dio cuenta cuando zarina lo empujo tras un estante de libros y se acurruco junto a él, cuando intento hablar escucho las voces, al parecer el duquecito y sus amigos volvían antes de tiempo esa noche.
-no entiendo como prefieren estar aquí encerrados en lugar de estar en una buena fiesta –se quejaba la voz de marqués de Devonshire
- ¿fiesta u orgia? –replicaba el duque de Cambridge
-orgia, eso lo hace más interesante.
- ¿Por qué no fuiste tú solo en lugar de venir a incordiarme en mi casa?
- ¿porque soy buen amigo tal ves? –replico con sarcasmo
Erick oyó a zarina soltar un pequeño bufido, sabía que estaban bien escondidos y la lluvia lograba que estos no los escucharan, pero estaba molesto, solo quería salir de esa casa que le resultaba asfixiante
Zarina por otro lado estaba molesta, con cada palabra que salía de la boca de Aidan su molestia no hacía más que incrementar, escucharlo hablar sobre mujeres y sexo la enojaba, más que eso la encelaba, y para su desgracia estaba atrapada en ese lugar, daba gracias a la lluvia y esperaba que esta no se detuviera pronto porque de otro modo los descubrirían.
- ¿recuerdas a Inés? – le pregunto Luis.
-cómo olvidarla, pasamos unas muy buenas noches con ella. –respondió Aidan, recordando a la mujer. Una exuberante rubia con un cuerpo de infarto.
-la encontré ayer.
- ¿aquí en Londres? –pregunto con curiosidad
-sí, está deseosa de verte
Aidan frunció el ceño adivinado las intenciones de su amigo, no ella no estaba de casualidad en Londres, Luis la había mandado a traer.
-si sabes que no funcionara ¿verdad?
-no sé de qué me hablas –respondió el otro desviando la mirada
-que por mucho que se coja la rubia seguir pensando en la italiana. –soltó Harry ganándose una mala mirada
-yo no pienso en ella, almenos no de ese modo.
- ¿a no? –pregunto Harry asiéndose el tonto
-no, me quiero acostar con ella, es cierto. Pero quien no se quiere acostar con ella, pero no tengo ningún pensamiento romántico, no como lo quieres hacer ver. –contesto mirando mal a su primo.
-si tú lo dices –contesto, pero Aidan sabía que no le creía. A veces ni el mismo se lo creían
-está en tu apartamento –intervino Luis, confirmando las sospechas de su amigo, él la había mandado a venir desde Francia
- ¿si sabes que no siento nada por esa mujer? – pregunto, porque lo único que se ocurría era que Luis pensara el sentía algo por Inés. Su más constante amante.
-iré a verla después –anuncio. Harry lo vio de una manera que él no entendía, casi con decepción. -¿porque me miras asi?
-por nada -contesto sacudiendo la cabeza
Aidan lo miro sin entender antes de mirar a Luis.
-¿Qué hay de nuevo en tu investigación? –pregunto
-no mucho. Pero ¿Por qué te interesa ahora? Creí que estabas totalmente seguro que ella estaba limpia –comento alzando una ceja
-curiosidad. –contesto simple. –visitare a Inés
comento antes de despedirse y marcharse rumbo a los brazos de su amante, la única mujer que a pesar del tiempo seguía frecuentando, y no era porque tuviera alguna clase de sentimiento por ella, solamente era que la chica era una fiera en la cama, cualquier cosa que se le ocurriera ella lo seguía, no le temía miedo a nada, nada de resultaba indecoroso o vulgar, y era mejor que la más cara cortesana, tal vez por eso siempre volvía a ella. Se marchó sin demora sin saber que había dejado una mujer con verdaderas intenciones asesinas.
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El agua fría en su piel no hacía nada por calmar la furia en su interior, la botella de whisky estaba a cada instante más vacía, pero nada calmaba su interior, la furia que los celos le causaban, amargura de la soledad. Salió de la tina desnuda, sin secarse o cubrirse camino por su habitación.
Estaba totalmente sola, Erick había ido a algún burdel luego del shock que le había ocasionado la verdad, los chicos le habían acompañado, Mess había ido a ver a su enamorado, y su hermana la había acompañada. Por lo que estaba sola, no había nadie en casa. No le importo su desnudes o el frio que había en la estancia ya que la chimenea estaba apagada, se sentía sola, la melancolía la consumía, la tristeza la embargaba, todo en su interior se sentía amargo. Los recuerdos no la dejaban en paz de un modo que la estaban enloqueciendo.