Lo que soy (entre sombras)

capítulo 17

La pequeña niña de ojos esmeralda corría por los pasillos del abarrotado lugar, sabía que si la descubrían estaría en problemas. Pero tenía hambre, llevaba días sin comer bien, los mismos que el lugar estaba lleno. Roma estaba llena por la semana santa, lo que provocada que el establecimiento, uno de los pocos que se atrevían a atender en tan sagrada semana estaba a reventar, las chicas estaban siempre ocupadas, ni su madre, ni su abuela tenían tiempo de atender a uno niña caprichosa e inútil como solían llamarla. Y la nana Aileen estaba enferma, como cada vez que ese hombre la visitaba, asi que habían aprovechado que se había quedado dormida para buscar algo de comida. 

Pero cuando estaban saqueando cocina alguien había decidió vivistarla, por lo que tuvieron que huir, su amigo había corrido asía el otro lado cuando entraron de pronto en la cocina.

Sus pequeños pies corrieron más rápido, estaba al otro lado de la habitación de Aileen y si alguien la descubría estaría en graves problemas, estaba distraída cuando choco con alguien y callo sobre su huesudo trasero.

-auch –se quejó, pero cuando alzo la mirada perdió el color. –mierda –murmuro antes de levantarse y echarse a correr, si tenía suerte podría perderlo hasta que la semana acabara y para entonces el enojo se le habría pasado, se dijo.

Guido, el dueño del local y de todo lo que había dentro, incluyéndola, la seguía, estaba ebrio, dedujo luego de escucharlo tropezar un par de veces, sabía que cuando él tomaba la bebida feliz, era mucho más peligroso, Aileen se lo había advertido y ella misma lo había comprobado, eso solo la motivo a correr más rápido, si la atrapaba estaba acabada.

Estaba a punto de atraparla por lo que decido entrar en la primera habitación que hallara rogando por que estuviera vacía, ya que, si había algún cliente dentro, solo conseguiría más problemas, entro rápido a la primera habitación tras doblar el pasillo, logrando despistar a Guido, pero su alivio solo duro unos segundos, cuando noto que la habitación estaba ocupada.

Un hombre desnudo estaba en la cama con una mujer también desnuda en su regazo y otras dos a su lado que lo acariciaban y besaban también desnudas, maldijo por lo bajo en gaélico sin saber qué hacer, si salía Guido la descubría, pero si se quedaba estaba en problemas. 

De pronto la mujer que estaba en el regazo del hombre se dio la vuelta y la vio, la cara de alarma de Cloe la tranquilizo, ella la ayudaría.

- ¿Qué pasa? –murmuro el hombre al advertir que Cloe se había quedado quieta.

Ella retomo sus movimientos enseguida mientras le hacía señas que se escondiera tras una pequeña mesa. Ella asi lo hizo, estuvo un rato escuchando los gemidos y los gritos de placer, o actuación. Era normal para ella, había nacido y crecido en un burdel, estaba más que acostumbrada a ver y escuchar a las chicas hacer eso con los diferentes clientes, ellas lo llamaban folla.

Incluso le habían enseñado por orden de Guido algunas cosas aunque solo tenía nueve años, pero según Guido había hombres que las preferían jóvenes, sabía que el tiempo se le estaba acabando, Cloe tenía solo unos meses más que ella cuando le habían subastado la virginidad, ella era la siguiente, no quería eso, aun recordaba las veces que había encontrado a las chicas llorando luego de que tuvieran que atender a algún cliente.

No, de solo imaginar que algunos de esos asquerosos ebrios enterraran en sus tiernas carnes su horrible cosa, como había visto que hacían, solo de pensarlo sentía que le dolía, ella ni siquiera había sangrado aun, como había argumentado Aileen la última vez.

Un par de horas después cuando el hombre se quedó dormido Cloe la ayudo a escapar de la habitación, pero cuando llego a el cuarto de Aileen supo que algo iba mal, los gritos de su amigo se escuchaban por el pasillo, sus pasos se volvieron lentos, parecía que el cuerpo le pesaba, no quería saber que era lo que le provocaba tanto dolor a su amigo, pero como era inevitable, tuvo que enfrentarlo, Aileen había muerto.

Los golpes del monstro que se hacía llamar padre de su amigo le habían arrebatado la vida.

El niño gritaba y se aferraba con fuerza al cuerpo de su madre, mientras Fabiana, su madre lo miraba con fastidio.

-suéltala – gruño- debemos sacarla antes de que empiece a apestar.

-no –casi susurro con la voz ronca, al parecer llevaba mucho tiempo llorando – ella va a despertar, ¿verdad que si mami? – susurro lo último acariciándole la cara amoratada.

Fabiana lo miro por un momento con lastima, pero rápidamente volvió a ser la mujer despiadada que solía ser, lo tomo de la mano con fuerza, pero no lo pudo separar, asi que dio un bufido y salió de la habitación.

La niña de los ojos esmeralda no se había movido, pero las lágrimas mojaban sus mejillas, Aileen era su madre también, la había querido y protegido más que nadie, y que ahora estuviera muerta la destrozaba. Luego de un momento pudo reaccionar y corrió asía el cuerpo sin vida, sacudiéndolo, pidiéndole que despertara.

Los dos niños gritaban, el de los ojos azules ya sin vos, la de los ojos verdes con todo lo que su garganta le permitía, ambos lo hacían con la rabia que llevaban dentro, con el dolor acumulado durante toda su vida, ambos con el odio naciendo dentro de ellos.

Fueron arrebatados bruscamente de ella, seguían gritando, el ojiazul ya no podía hacerlo realmente, pero la niña gritaba por los dos, con todos los insultos que se pueden aprender de hombres borrachos, mendigos, marineros, piratas, mercenarios, soldados y prostitutas que era de lo que se rodeaba.

Un fuerte golpe la hizo guardar silencio por un momento, pero solo uno, luego miro con todo el odio que podía reunir y maldijo en todos los idiomas que sabía a Guido, sin importarle que tuviera el labio partido y le sangrara la nariz.




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