Lo que un trato me dejo

8. Aquel beso

Había terminado de ponerme la camiseta cuando me encontraba frente al espejo haciéndome un par de trenzas de cada lado —Esta vez mucho menos elaboradas que las de aquella vez—

Si había algo que en verdad apreciaba de mí, era mi largo y lacio cabello castaño. Esa, en definitiva, era de las pocas cosas que yo realmente amaba de mi físico.

Y no me mal interpreten. Yo si me consideraba atractiva, creo que el Ballet había hecho un buen trabajo conmigo durante los años —o eso quería creer—. Aun cuando lo deje, pude conservar la "figura" de una bailarina, pero con todo y eso también estaba segura que yo no era ninguna modelo de Victoria's Secrets y por supuesto, estaba lejos de serlo.

Estaba terminando de sacarme algunos mechones de la frente totalmente sumida en mis pensamientos cuando alguien abrió mi puerta haciéndome voltear de inmediato.

El rostro de mi padre en el marco de esta me hizo sonreír. No me había dado cuenta cuando habían llegado.

—Hola, papi— salude tranquila empezando a colocarme mis zapatos.

Me miro un par de segundos hasta que entro a mi habitación, sentándose al otro lado de mi cama

—¿Vas a salir? — cuestiono al mismo tiempo que acomodaba mis almohadas.

—Sí, solo un rato. Iba a ir a la tienda de Jasper— aclare ahora aplicándome perfume de manera exagerada. Al ver que no respondía volví hablar— Volveré temprano, lo prometo.

—¿Y que harás allá? — pregunto cambiando su tono de voz a uno mucho más autoritario.

Un tono de voz que me hizo alzar una ceja con diversión. Mi papa jamás me asustaba ni intimidaba, lo cual volvía esa situación un tanto extraña.

—Nada, no se. Solo voy a pasar el rato ¿Por qué? — pregunte intentando sonar indiferente

—Esta bien, apresúrate. Yo te llevare

 Dicho eso, se levantó de mi cama y salió de mi habitación sin decir más.

—¡Espera! — grite empezando a caminar tras de el con desespero—. No tienes que llevarme, yo puedo tomar el autobús.

Se giro cruzándose de brazos dándome a entender el clásico:

"Si te quejas, no vas"

—Quiero conocer al muchacho—confesó—. Necesito saber con quién te has estado juntando.

Quise golpearme mentalmente al escuchar eso ultimo.

¿En serio estaba haciendo el papel de sobre protector?

—¡Pero, papa! —Volví a quejarme— No tienes que venir, me vas avergonzar.

Ignorándome completamente bajo las escaleras conmigo detrás.

—No seas exagerada, Violett— pidió tomando sus llaves de la mesa— Solo voy a bajarme dos minutos.

Suspirando y sin poder seguir protestando termine aceptando.

—¿A dónde van ustedes? — pregunto mama desde el sofá quien se encontraba tecleando su laptop como de costumbre.

—Mama— le llame para usarla como salvación— Papa está jugando a la sobre protección. ¡Dile algo!

—Tráeme un dulce, mi amor.

Tuve que resoplar con fastidio.

—Listo, cariño— anoto en su cabeza y se acercó a ella para besar sus labios—. Voy a ir a llevar a Violett a la tienda del chico, Vuelvo rápido.

Ella no dijo nada, pero se me quedo mirándome de arriba a abajo como si quisiera opinar acerca de lo que llevaba puesto.

Para mi mala suerte, si lo hizo

—Se te ve muy corta. Ya no te queda, Violett. Deberías dejársela a Candace

—¿Nos vamos ya?

El camino a la tienda fue silencioso y un poco extraño. Una vez se estaciono baje del auto demasiado rápido, —quería adelantarme y llegar primero que el—. Desde afuera podía ver como el castaño estaba detrás de su vitrina conversando animadamente con una chica.

Me gire para comprobar si mi padre se había bajado y cuando confirme que no lo había hecho comencé a golpear la puerta de cristal para que Jasper me notase. Segundos después de verlo abrí la puerta de cristal, haciendo que sonase la campanilla.

—¿Que caraj..? — lo interrumpí sonriéndole desesperadamente.

—Se acabó tu tiempo, preciosa—hable tomando los hombros de la desconocida. Tuve que colocarme de puntilla por que claramente la chica era mucho más alta que yo—. Es hora de irte.

Me miro extrañada pero aun así camino hasta la salida sin protestar. La vi querer decir algo, pero simplemente se calló.

—Adiós, muñeca— se despidió mi compañero sin dejar de mirarle las caderas cuando caminaba. No pude evitar colocar los ojos en blanco.

—¿Le dices así a todas? —pregunte una vez la chica salió de la tienda.

Este me regalo una sonrisa burlona al mismo tiempo que sentaba en su silla giratoria.

—No, a ti te digo huérfana… muñequita es de cariño— se encogió de hombros comenzando a girar sobre esta—. No sabía que vendrías.

—Te explico al rato.

Ver la figura de mi padre caminar hasta la puerta me hizo reaccionar. Gruñendo decidí comenzar a acomodar su cabello con rapidez.

Me miro extrañado como si no entendiera nada de lo que hacía. Intento alejarse de mi toqueteo pero al ver que no iba a parar de hacerlo tomo mis mano en el aire diciéndome algo como:

"¿Que mierda haces?"

—Es mi papa— intente explicar señalando la puerta de cristal con mis ojos— Él quiso venir, no le hagas mucho caso… Solo actúa normal.

Sin preguntar o reclamar lo hizo, segundos después la puerta se abrió dejando ver a un sonriente y alegre hombre. Miro la tienda con asombro al mismo tiempo que caminaba hacia nosotros.

—Eh... —reí nerviosa dándole un codazo a Jasper bajo la vitrina.

Como si hubiese entendido de inmediato le sonrió.

—¿Qué tal? —saludo amable estirándole su mano para que mi padre pudiera estrecharla con él. Trague grueso sin poder decir nada.

Mi padre era un hombre realmente simpático, siempre se llevó demasiado bien con mis amigos, pero si, muy poca vez se metía en el papel de celoso. Recuerdo la cena familiar en la que Jayden conoció a mis padres, casi lo ahogaba en preguntas.

Obviamente esto no era lo mismo — ni se acercaba—




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.