Lo que un trato me dejo

17. La cita

—Dos semanas— repetí apretando los dientes volviendo hacer releve´s mientras intentaba no tomarme de la vitrina—. Dos malditas semanas ¿Sabes que son dos semanas? —pregunte, aunque él no me estuviese haciendo mucho caso—. Son cuatro clases usando una media punta ¿Qué edad tengo? ¿Ocho?

De pronto perdí el equilibro y volví a caer. Tuve que volver a intentarlo.

—Llevas horas haciendo eso mismo. ¿Podrías dejarlo? — pidió el castaño acercándose a mí—. Me duele los pies de solo verte.

Mire mis calcetines de nubes rosita pensando en que tan rojos debía estar mis dedos bajo ellos. No me importo.

—Te acostumbras— me limite a decir tomándome de mi supuesta barra colocando mis brazos en primera posición— Dime que tan alto esta mi releve.

Me miro confundido como si no hubiese entendido lo que acababa de decir.

—Estoy de puntillas, eso es un releve—explique temblando por el poco equilibrio que me quedaba. Tragué grueso intentando mantener la cama— ¿Se ve alto?

Agacho su mirada para verme mejor.

—Puede estar en setenta grados fácilmente— asintió con su cabeza sin dejar de mirarme—¿Tienes caritas las nubes? — cuestiono alzando su ceja.

—Setenta grados no me sirve— me queje volviendo pisar el suelo—. Quiero un noventa, eso estaría bien—habla para mí misma volviendo a tomar impulso— y si, tienen caritas ¿Algún problema?

Se en congio de hombro caminando hasta su silla giratoria que estaba justo al lado mío. Por el poco espacio que había entre la vitrina —mi supuesta barra— su silla y yo —quien estaba un poco atravesada— intento pasar por detrás de mí colocándose de lado. Tuvo que poner sus manos sobre mi cintura.

Mi equilibrio se perdió y volví a caer de pie. Carraspee intentando verme tranquila.

Su roce de dos segundos logro ponerme nerviosa. El por su parte ya estaba sentando tecleando algo en el ordenador. Alguien toco la puerta y por inercia ambos volteamos solo para ver de quien se trataba.

Dos niños.

Jasper les hizo una seña desde dentro, haciendo que ambos pasaran. Quise ser yo la primera en saludar y decir el típico "En que puedo ayudarlos" pero el castaño se me adelanto haciéndome gruñir con fastidio.

Normalmente Jasper nunca me dejaba hacer mucho, creo que el único momento en que verdad "Trabaje" fue cuando trajeron las cajas con el estúpido juego ese, del resto cada que venía alguien los atendía él y a mí solo me decía que diera el cambio algo así.

Y me molestaba, porque yo sabía que no trabajaba acá pero igual me gustaba la idea de compartir con los clientes.

—Yo creo que sería mejor que te lleves ambos—le aconsejo mi amigo al pequeño niño que sostenía dos juegos en sus manos. La niña que lo acompañaba solo estaba divagando por la tienda —Te vas a quedar con las ganas de probar ambos, créeme —sonrió seguro y eso pareció convencerlo.

—Pero solo tengo cuarenta dólares— soltó triste sacando los billetes de sus bolsillos.

Jasper lo pensó y al ver su rostro no pudo evitar compadecerse de él.

—Te diré algo— coloco sus brazos sobre la vitrina para poder verlo mejor—. Si consigues otros diez, te lo dejare en cincuenta ambos.

La luz en su rostro apreció y una sonrisa gigante se apodero de él.

— ¿En serio? — pregunto esperanzado— ¡Eso es genial! —chillo dejando los juegos sobre la vitrina— vuelvo en unos minutos. ¡Vamos, Maddie!

Ambos asentimos y el salió disparado a la puerta no sin antes tomar el brazo de su acompañante. Apenas desapareció por la puerta me gire hacia Jasper, pues necesitaba preguntarle por lo anterior.

— ¿Yo trabajo aquí?

No había preparado mi pregunta, esa había salido de mis labios demasiado rápido.

Me miro confundido.

—Pues, muñequita. Desde ese día o te adueñaste de mi tienda, o es que ni puedes pasar mucho tiempo sin verme—bromeo pícaro haciéndome colocar los ojos en blanco.

—No te equivoques, solo vengo por el trato—le recordé tratando de sonar seria.

Termino soltando una risa seca como si no me creyera. De su bolsillo, saco una cajetilla de cigarros que no solía fumar casi nunca. Tomo uno, y con el encendedor que reposaba entre los bolígrafos, lo encendió.

Esta era la primera vez, que fumaba dentro de la tienda

—Claro, Vay— dijo sin más volviendo su vista a su ordenador, dejando escapar así todo el humo que había aspirado segundos antes.

Decidí acércame más a él.

—Quiero trabajar aquí— pedí, aunque eso no fuera cierto del todo. Solo me gustaba pasar tiempo en la tienda y me divertía jugar con su ordenador—. Necesito dinero

—No creo que sea buena idea que trabajes aquí— admitió, volviendo a llevarse el cigarro a los labios— Me encanta tu compañía, huérfana. Pero no eres precisamente, alguien que yo contrataría. Realmente, no contrataría nadie.

—¿Y eso por qué? — decidí preguntar— ¿Tan mala soy?

— No es eso, Vay— me aseguro—. Tampoco sabes nada de videojuegos—

Sabía que tenía razón.

— ¿Tú sí? — pregunte intentando desafiarlo.

Era imposible que él se supiera sobre todo los juegos que estaban aquí. Pero no lo subestimaba, Jasper amaba esto y yo sabía que era bueno en ello

—Me gusta infórmame— se encogió de hombros—. Tienes que conocer lo que haces— aconsejo, dándole una última calada y apagándolo en un pequeño vaso.

—Bien, entonces debo conocer lo que hago— repetí para mí misma— Si me informó de al menos una parte de esto—señalé la tienda— ¿Puedo convertirme en tu verdadera socia?

Lo vi pensar un poco hasta que finalmente asintió con una sonrisa. Pero no cualquier sonrisa, sabía que él no me tenía fe.

Y la verdad, es que yo tampoco

—Tienes hasta este sábado— soltó, volviendo esto una apuesta— Si me sorprendes, me pensare lo de ser mi socia.

—Es poco tiempo, Jas

—¿No que necesitabas el dinero? — ataco




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.