Lo Que Una Plus Size Quiere

Capítulo 5

Miró al hombre en cuestión y se dio cuenta de que se sentía orgulloso de ser gay, se movía seguro y le importaba poco la crítica, entonces por qué ella no debería sentirse igual. Se dijo que ser diferente no era malo, de hecho era bueno ser diferente.

—Festeja tus logros con algo que no implique que la tierra altere su movimiento de rotación querida o que no haga que esas cosas se muevan —dijo señalando sus tetas—. Te vas a reventar una y vas a verte como pirata del pecho.

   Velvet rió con ganas antes de lanzarse al hombre y darle un beso y reírse aún más al ver su expresión. Era un hombre joven pero tan excéntrico que causaba que todo mundo lo viera sin siquiera proponérselo.

—No va a arrepentirse —aseguró—. Voy a hacerlo muy bien. Me voy a esforzar.

—Tienes dos días para hacer una presentación de calidad, no quiero dibujitos y propuestas de principiante —recalcó el hombre—. Ahora vete que estoy tan estresada y nerviosa que voy a tomar una de tus tetas para hacer ejercicios de relajación como si fuera esas pelotitas que mi terapeuta me da. Me va a reventar la cabeza

   Hizo una seña con la mano como si amasara una pelota. Abriendo y cerrando la mano que hizo reír de nuevo a Velvet con esa risa escandalosa que al hombre le hizo gracia, no solo porque su risa era contagiosa sino porque ella a diferencia de todas esas mujeres que conocía no se media para externar sus emociones.

—¡Por Dios! Tu risa la debe estar escuchando hasta Putin sin proponérselo —dijo fingiendo estar escandalizado—. En fin, procura no reír en medio de una junta que te vas a partir la cara en dos o sí, mejor ríe, sirve que despiertas a más de un dinosaurio que solo vienen a las juntas a dormir y a comer los aperitivos. Tú risa es más sonora que una ambulancia y una patrulla juntas.

   Velvet estalló de nuevo en carcajadas haciendo reír a Pierre con su risa.

   Se despidió con un nuevo abrazo y un sonoro beso en la mejilla y salió contenta del lugar sabiendo que un nuevo futuro le esperaba.

   Llamó a sus amigas quienes no contestaron seguró porque irían en camino. Estaban por llegar para vivir juntas y empezar la búsqueda de su propio cielo, juntas, como antes.

****

La reunión con sus amigas fue lo que ella siempre imaginó, abrazos, besos, brincos, comida, bebida, más comida por supuesto y más bebida.

    Las tres seguían siendo igual, Mérida siempre parecía un chico, vestido con pantalones holgados, camisetas flojas y la gorra que siempre solía acompañarla con el cabello castaño y la tez blanca pero maltratada por nunca ponerse ni crema ni ninguna otra cosa y Trix seguía siendo la rubia de ojos verdes, pecosa y poco agraciada; con sus enormes gafas y su cabello enmarañado por ser tan espeso.

   Velvet conservaba su melena roja y se resistía a teñirla dado que toda ella era pelirroja, que más daba que tratara de esconderlo además no era eso lo que detestaba sino su cuerpo y su extremada palidez.

—He conseguido trabajo —dijo Velvet irguiéndose orgullosa—. Ahora seré auxiliar de diseñador.

   Sacó el pecho orgullosa de su logro.

—Entonces hay que celebrarlo —dijo Mérida—. Yo pongo las cervezas.

—¿Por qué vamos a beber? —dijo Velvet risueña.

—Los chicos beben por sus triunfos —replicó con sorna.

—No somos chicos —contraatacó.

—Bueno tampoco parecemos chicas —dijo con un encogimiento de hombros—. Al fin y al cabo nadie nos ve como tal así que no nos privemos de lo bueno y bebamos como albañiles.

   Las otras dos asintieron mientras abrazadas salían en busca de cerveza.

   Caminaron unos minutos mientras llegaban al minisuper y sin demora se dirigieron a los enfriadores.

   Un dependiente se les acercó ofreciendo ayuda pero fue despachado por las tres chicas que ansiaban ya ponerse a beber como cuando estaban en la universidad.

   Compraron lo suficiente para embriagar a Godzilla y finalmente llegaron a casa a beber de Velvet y comer como tanto les gustaba.

   Las horas pasaron y el efecto del alcohol se fue haciendo presente tan así que Velvet apenas podía articular palabra.

   Pasaron de reír a llorar y de nuevo a reír pero finalizaron mirando las películas románticas que tanto les gustaban.

—Quiero un Will —dijo Velvet secándose las lágrimas.

—Puff son patrañas —respondió Mérida—. ¿Para qué quieres un hombre que se va a morir y lo peor ni te va a quitar la virginidad?

   Las tres rieron.

—Yo quiero un Darcy —aseguró soñadora Trix—. Uno así para toda la vida no importa que piense que mi familia es una mierda.

—Tú no tienes familia —replicó Mérida.

—Mejor aún —respondió su amiga con un encogimiento de hombros.

    Volvieron a reír ante lo que el alcohol les hacía decir.

—¿Y tú qué quieres? —preguntó Velvet mirando a Mérida—. No digas que nada.

—Yo quiero otra cerveza por lo pronto —replicó moviendo las cejas arriba y abajo—. En cuanto a los hombres no creo encontrar uno como el que quiero y si lo encuentro no se va a fijar en mí.




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