Así que ahí estaban todas planeando cómo atrapar a un novio.
—Debemos vernos modestas —dijo Trix—. Tampoco vamos a pedir algo imposible.
Sus amigas la vieron hacer un gesto sabiendo que por imposible debían tener en cuenta que ella estaba hablando del hermano de Velvet.
—Si te refieres al hermano de Velvet —dijo Mérida—. No te preocupes ese seguro es el más idiota de todos y seguro que cae. Todavía no entiendo qué le ves, en fin. A mí déjenme al final que no hay prisa.
Trix hizo un gesto de desagrado al oír a su amiga.
—De acuerdo, tú al último —dijo señalándola con un dedo—. No vale después cambio de lugar.
—¿Y bien? —dijo Mérida mirando de una a otra con la frialdad de siempre—. ¿Quién va primero? ¿Cuál es el plan? ¿Y quién la víctima? Que conste que estoy dispuesta a colaborar aun cuando pienso que es un suicidio masivo pero en fin, amigas son amigas y que no se diga que soy una miedosa, falsa y mala amiga. Aquí estaré y ahorraré mucho para comprar chocolate, cerveza y mucha comida para cuando crucemos la puerta desahuciadas y más decaídas que nunca.
—Gracias por tu optimismo, es justo lo que necesitamos y será Velvet quien irá primero —respondió Trix—. Ha sido quien tuvo la idea. Es lo justo.
Mérida asintió.
—Repito, ¿cuál es el plan? —Su semblante aburrido las ponía de malas—. ¿Y la víctima?
—No hay plan —respondió Velvet haciendo que sus amigas parpadearan—. Debemos ser nosotras mismas, lo que somos y solo hacérselo notar.
Mérida rodó los ojos ante lo que escuchaba.
—Suena muy romántico querida —dijo haciendo una pausa—, pero te recuerdo que tenemos veintitrés años siendo nosotras mismas y a todo mundo le ha importado un carajo. Nadie quiere a una tetona pelirroja de enorme trasero por muy buenos sentimientos que tenga, ni a una machorra que evidentemente es cero delicadeza y belleza y mejor no hablemos de una huérfana insegura que es sumamente delgada.
Hubo un silencio general que solo fue roto por la risa de Velvet.
—Es cierto —dijo aun riendo—. Nunca ha funcionado eso, entonces vamos a convertirnos en eso que todos buscan.
—A menos que nos pongamos unas extensiones en las piernas, te rebanes el trasero, hagamos caldo de ubre con tus tetas y me lo des a tragar todo para engordar ¡ah! y encima los cerdos vuelen para que Mérida se vista como una chica creo que está difícil —declaró Trix—. Seamos honestas somos demasiado feas e irregulares.
—Gracias querida por tu discurso tan emotivo, casi se me saltan las lágrimas —replicó Mérida—. Pero luego recordé que las chicas con aspecto de macho no lloramos y se me pasó.
Las tres volvieron a reír antes de ponerse serias en el plan.
—No vamos a aspirar a hombres inalcanzables —dijo Velvet—. Sino hombres que sepan apreciarnos. Está de sobra probado que los guapos son una basura.
—¿O sea que tu objetivo no será el Steven ese? —inquirió Trix.
—Stephen Trix, Stephen —respondió Mérida—. Y pues obvio no estará, además no sé si soy la única que no recuerda su apellido. Lamento la mala memoria pero estaba más concentrada en idear como arrancarle las pelotas de un solo tajo.
—Ya olviden eso —pidió Velvet—. Obvio no él pero es importante que tengamos claro quién será y las tres enfocaremos un objetivo a la vez. Cuando llegue el turno de la otra haremos lo mismo.
Las tres asintieron no sin antes aclarar algunos puntos y después idear un plan que según ellas no podía fallar.
Las amigas decidieron ir a dormir cada una con sus propios pensamientos.
—¡Que quede claro que sigo pensando que los gatos son la mejor idea! —gritó Mérida desde la habitación—; sin embargo, voy a ayudar. Que no se diga que soy una rajona y mala leche.
Escuchó la risa de sus amigas no sin antes reír ella también porque aunque no lo reconocería jamás secretamente también añoraba tener una familia.
*****
La mañana lucía terrible para las tres que tenían una resaca monumental.
—Buenos días —dijo Velvet mirando con asco el desayuno—. Siento que mi cerebro tuvo sexo.
—¿Disculpa? —dijo Mérida dejando el tenedor—. ¿Tuviste sueños húmedos? Que mente tan zorra. Deberías estar rezando por tu comportamiento inapropiado.
La risa la venció antes de que Velvet respondiera.
—Dicen que la vagina queda muy sensible después del sexo —dijo Velvet —. Mi cerebro está igual hoy. Sensible a que la mencionen es más.
Trix dio un salto en la mesa que las alertó a todas.
—Debes trabajar hoy —aseguró mirando a su amiga.
—Hoy no. Debo preparar la presentación para mañana —respondió poniendo la cabeza en la mesa—. No tengo ganas de nada.
—Pero qué tal ayer —dijo Mérida—. Las dos queriendo mostrar atributos que a una le faltan y a la otra le sobran.
Trix comenzó a reírse mientras bailaba en su lugar moviendo unos pechos que no tenía.
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Editado: 29.03.2021