Lo siento...

6. QUÉ SERÍA DE MI SIN TI

Esteban ya había llegado a casa como todo un Ingeniero Naval. Ahora quería seguir especializándose. Su meta a corto plazo era llegar a ser Sub Teniente, pero ahora estaba de vacaciones y esperaba pasarlas con su familia. Lamentablemente los ánimos de ésta no era de las mejores. De hecho, esa misma semana, Emilio y Antonia les dejaron caer la bomba.

Los padres llamaron a Esteban y a Lucas al estudio de la casa y a puerta cerrada les comunicaron la noticia. Emilio tomó la palabra.

_Chicos, su mamá y yo desde hace un buen tiempo hemos estado pasando dificultades en nuestro matrimonio_ les dijo tintando su ronca voz de nerviosismo y amargura.

_Ya nos habíamos dado cuenta, papá_ dijo Lucas sin asombro pero no por ello menos  asustado de lo que podría pasar después de lo que sus padres tuvieran que decir.

_Supongo que tomarán alguna terapia de pareja o algo por el estilo_ acotó Esteban.

_No hijo_ espetó Antonia. _Su padre y yo hemos decidido divorciarnos_ le lanzó su madre tristemente, bajando la mirada, avergonzada de la situación que los tenía juntos en un ambiente tan desagradable.

_Pero ¿por qué?, ¿acaso ya no se aman?_ gritó Lucas angustiado y enfadado.

_No es eso Lucas….su ma.....

_¡Basta Emilio_ Antonia interrumpió en el acto a su marido. _ hay que enfrentar las cosas como son! No dejaré que asumas culpas que no te corresponden. Seré absolutamente sincera con mis hijos así me cueste su odio_ confesó la madre con las emociones a flor de piel.

Antonia les contó a sus hijos las razones detrás de su decisión. Lo que escucharon fue absolutamente inverosímil para ellos. No les cabía en la mente el colosal secreto que ocultaba su madre. De pronto sintieron un odio hacia ella que les hacía imposible mirarla a la cara. ¿Cómo perdonarla? No podían, al menos no por ahora.

Antonia lloró al ver el rostro de desapruebo y odio de sus hijos y tomó la decisión de irse esa misma noche de la casa. Emilio se encargó de llamar a Santiago y darle la mala noticia. Santiago a su vez llamó a sus hermanos para saber cómo estaban y  percibió que Lucas era el más afectado. Lloraba como un niño pequeño por lo que había hecho su madre y por la partida de ésta.

Esa semana entera no salió de su habitación.

 

Ani estaba preocupada por él. Supo que la Señora ya no estaba en la casa y se imaginaba lo triste que debía sentirse Lucas. En realidad, todos en la casa estaban casi de luto. Esteban salió todos los días temprano por la mañana y volvía tarde por las noches. El Señor se encerraba en su estudio y bebía alcohol hasta quedar borracho y Santiago llamaba casi todos los días para saber cómo andaban las cosas enterándose cada vez que todo estaba patas para arriba.

_¿Puedo pasar?_ preguntó Ani luego de tocar la puerta de la habitación de Lucas.

_Ani…..pasa, por favor_.

Lucas estaba sentado en el suelo al costado de su cama sobre la alfombra de lana que allí había. Ese era el lugar favorito de él por su calidez y suavidad. Ani caminó hasta su lado y se sentó a junto a él. Lucas se aferró en un fuerte abrazo a ella y lloró con mucha pena contenida. Le contó todo a su amiga esperando que ésta le diera el consuelo que tanto necesitaba en esos momentos.

_Lucas….lamento mucho lo que está sucediendo en tu familia. Sé que debes estar sintiéndote mal, pero quizás es bueno que veas las cosas desde otra perspectiva_ trató de razonar con él.

_¿Y de qué perspectiva sería esa?_ .

_De la de tu madre ¿quizás? Trata de ponerte en sus zapatos. Ella vivió la mitad de su vida amenazada. Si ella revelaba la verdad, la vida de alguien más sería destruida_ le decía con una tranquilidad única a la vez que posicionaba a Lucas en sus piernas y le acariciaba su corto cabello.

_¡Pero ella nos mintió, Ani! Ella guardó silencio por amor es cierto, pero no por amor a nosotros, sino por amor a……_Lucas se sentó rápidamente, hirviendo de ira y golpeando el suelo con uno de sus puños haciendo que sus nudillos llegasen a sangrar.

_¡Lucas, por Dios, tu mano!_ gritó Ani, tomando de inmediato la mano de Lucas y envolviendo sus nudillos en un pañuelo que tenía en su bolsillo.

_Déjalo…es solo un rasguño_ dijo Lucas restándole importancia.

_Lucas, escúchame. No estoy tratando de justificar las acciones de tu madre, solo estoy tratando de entender la situación. No sabemos si las cosas hubiesen sido distintas de no haber cedido ella a las amenazas de tu abuelo. En todo caso, estoy segura de que, de no haber hecho las cosas como las hizo, hoy tu no estarías aquí ni tus hermanos tampoco. Ella quiso tenerlos y tu abuelo nada tuvo que ver con eso. Ustedes no son fruto de un error o una amenaza. Son fruto del amor de madre. Puedes cuestionar todas sus decisiones, pero no su amor por ustedes_ le dijo con el fin de consolar el corazón herido de su amigo.

_Quizás tengas razón. Es solo que no me acostumbro a que mamá de pronto ya no esté con nosotros. Es difícil de asimilar esto yo solo, pero agradezco infinitamente a los cielos de tenerte a mi lado como la voz pensante dentro de toda esta vorágine de pensamientos que se agolpan en mi mente al mismo tiempo. ¡Ani…Ani…Ani!… qué sería de mi sin ti. Creo que me volvería loco_ dijo Lucas con los ojos cubiertos de lágrimas y fijos en la hermosa mirada miel que lo observaba con empatía frente a él.




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