Lo siento, pero te amo

Capitulo 1

Héctor esta totalmente alterado, tiene los sentidos alerta a lo que sucede a su alrededor. Sin embargo, lo mantiene oculto bajo una aparente templanza. Que necesecita mantener a cualquier costo. Su familia esta demasiada conmocionada como para que él también caiga a la insentidumbre que habita en sus corazones. Observa muy detenidamente como su mujer, tiene abrazado a su hijo mayor mientras este oculta el rostro entre las manos. «Fuerzas Héctor... » es lo único que puede repetirse una y otra vez, para no derrumbarse ante aquella bizarra situación. Hasta hace unas horas las cosas iban perfectas. Era la celebración de inauguración por la nueva panadería. La labor de toda una vida esta rindiendo frutos, cada uno de los obstáculos que se le ponían en el camino se han superado, y en el proceso formo una maravillosa familia junto a la mujer que su corazón eligió como compañera, sus vidas no podían estar más rebosantes de alegría.

   Ahora esa alegría que sentía se encuentra a la deriva, como un barco perdido en altamar. «En los momentos mas oscuros la fe es la unica salvavion» su nieto no nato es el faro de esperanza que lo mantiene a flote. Y como el orgulloso abuelo que sabe que será lo espera con los brazos abiertos.

 

   «¿Por qué ella? ¿Por qué él? ¿Por qué a ellos? » 

La pregunta del millón que se plantea Rodrigo una y otra vez, en busca de la respuesta correcta a esta interrogante que no deja de atormentarlo. En su mente no hay una razón verídica, para que su mujer e hijo estén pasando por aquello. No tienen culpa de sus errores. De sus pecados. De su traicionero corazón.

   Su unica labor es amorlos y cuidarlos como el tesoro mas preciado; y esa simple tarea le quedo grande. Prefirió dejarlos desamparados ante aquel monstruo. Una criatura llena de lujuria. Que lo único que desea es saciar su hambre de placer con la carne ajena.

El pavor que siente por lo sucedido solamente sirve como catalizador al escocer de su pecho. En todo este hospital no existe tan siquiera un medicamento que pueda curarlo. Nisiquiera un ungüento milagroso. Nada puede salvarlo de la culpa. Que carcome su alma.  

   La voz de su madre lo saca del abismo que se ha transformado su mente.

   —Beatriz es una mujer fuerte… —ante la falta de comunicación de Rodrigo sigue hablando —, también debes serlo. Por ella y por el hijo que esperan.

   Rodrigo evita emitir respuesta alguna. Se guardo para si mismo cualquier oración que su labios pudieran soltar, así no lastimara a su madre con la realidad. 

   «¿En que tengo que ser fuerte?» la fuerza para afrontar sus pecados es algo que carece. Y duda mucho que los médicos necesiten su colaboración en el quirófano.

   La primera vez que se vieron había sido en la fiesta de graduación de Beatríz. Por fin la escuela culinaria quedaba atrás y nuevos caminos se le presentaban. Entre ellos Rodrigo, que poseía todas esas cualidades del tan anhelado príncipe azul. Fácilmente de extraños pasaron a ser marido y mujer. Los acontecimientos sucedieron muy deprisa y demasiados maravillosos. Llenos de alegrías, deseo y un amor idílico. Todo un cuento de hadas escrito perfectamente…

   Sin embargo, los seres humanos no son perfectos y comenten errores. A veces tan fatales que pueden llevar a la muerte. Beatriz sentía que su error llevaría a la muerte a la persona que más a amado en toda su vida. A su bebé. Quien es inocente de todo. Ajeno a esas imperfecciones.

En ese quirófano dónde está ausente de lo que sucede a su alrededor. La ignorancia es la única que la acompaña. Y así como la ignorancia puede ser tu mejor aliada en ocasiones, en otras puede ser un peor tormento que el saber. Saber es lo que necesita. Saber ¿cómo está su bebé.?

   «¿A quién se parecerá? ¿Será una mezcla de los rasgos de Rodrigo y míos? ¿Cuál será el sonido de su risa? ¿Será un buen hombre?»

Empezó a divagar en diferentes cuestiones sobre su bebé. Quería saber todo sobre su vida antes que siquiera naciera. De esa forma el miedo a perderlo se aplacaba un poco. Ya no la afixiciaba. La sola idea de tenerlo entre sus brazos. Amanmartarlo. Escuchar sus balbuceos. Que diga mamá. Sus primeros gateos que luego serían pasos. Verlo disfrutar de la comida. Su rostro de disgusto. La primera riña. Su llanto al lastimarse. Sus temores nocturnos. Que se cuele en su cama en busca de su calor de madre. El te quiero mamá. Cada uno sus besos. Hasta que se convierta en un hombre con su propia familia.

   Y con esa introspección de la vida con su hijo, este dió sus primeros llantos. Diciéndole a su madre que era un niño lleno de vitalidad.

Los ojos de Beatriz buscan poder divisar a su hijo, pero la vista la tiene nublada. Lo único que puede ver son siluetas difusas. Casi etéreas.

   —Felicitaciones mamí, es un hermoso niño —escuchar a la enfermera referirse de esa forma de su hijo. La lleno de gozo —. ¿Cómo lo quieres llamar? —custiona casi susurrando 

   Beatriz recuerda cada uno de los nombres en los que había pensado para su hijo. Guillermo, Arturo, Fausto, Martin, Ezequiel… hasta que encontró el nombre perfecto.

   Al primer intento de responder no puede, siente la boca reseca y pastosa, y su voz se ha vuelto demasiado débil para ser escuchada. Tras varios intentos fallidos por fin puede pronunciar el nombre de su hijo lo suficientemente alto para que lo escucharán.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.