Lo último de nosotros

Capítulo 2

—No debería quedarme despierta viendo películas —revuelvo los cereales en mi plato y sostengo mi cabeza con mi mano, esta mañana me había costado bastante poner un pie fuera de la cama. La noche antes me había quedado despierta viendo una película en mi computadora y no fue hasta que termino que pude quedarme dormida.

—Lo que si deberíamos de hacer es el súper, lo que nos servimos fue lo último de la caja de cereal —dice Leen y era cierto era unos cuantos cereales enteros y migajas del mismo.

—Lo sé y también sería lo último de mi semana —agrego con pesar.

Vivir juntas era la salvación de ambas. Era muy común que chicos y chicas de mi edad fueran a una universidad fuera de su ciudad y como es notable Leen y yo somos uno de esos casos muy "comunes", habíamos decidido entrar a la universidad Mounhmouth (ULM) en Jersey City , la hija de la directora de la preparatoria se había graduado de esa universidad por lo que la Señorita Wallas no dudaba ni un segundo en recitar su ya bien conocido discurso en cada evento al que los padres asistían, para reconocer el nivel académico de la universidad, lo excelente que era su hija y el empleo que había conseguido la misma en Nueva York gracias a su título de Mounhmouth. Es académicamente reconocida como una buena universidad, no la mejor, pero si buena y es lo que nuestros padres con mucho esfuerzo habían planeado costearnos. La universidad queda a 3 horas de Cape May mi ciudad natal, por lo que se creyó conveniente el que residiera en Jersey City, junto con Aileen. Aun así, la universidad nos quedaba a 25 minutos desde el piso que compartíamos juntas, mientras más cerca vivas de la ULM más costosa era la renta y lo que gastaríamos en un mes alquilando ese piso cerca de la universidad era lo que gastábamos en renta y algunos servicios en donde nos encontrábamos. Por lo que la comodidad sucumbía ante la necesidad.

El pequeño departamento en el que nos quedamos es muy básico, afortunadamente cuenta con dos recamaras con espacio suficiente para caminar dentro de ellas, la puerta de cada una queda frente a la otra en un angosto pasillo, al final de este hay un baño con lo necesario. Y hacia la entrada un cuarto dividido en dos donde tenemos la pequeña cocineta y un sillón dando la alusión de que ahí se encuentra la sala, en un mueble que sobraba en casa de los padres de Leen de color negro, habíamos colocado la televisión que en casa tenía, con solo los canales básicos ya que tener servicio de cable era un costo adicional y un lujo que no podíamos permitirnos.

El piso nos lo renta una pareja de unos aproximados 60 años, el señor y la señora Filix son una pareja adorable, viven de la renta de un pequeño edificio tipo vecindad que ponen a disposición de estudiantes de la ULM como Leen y yo. Y también de inquilinos solitarios como lo son el señor Rellhis que se dedica a atender un puesto de periódicos justo en el centro de Jersey en una zona muy concurrida, incluso podría decir que el señor Rellhis es muy querido en su zona de trabajo y le va muy bien como para solventar sus gastos. Y después estaba la Señora Millyneth de la que desconozco su apellido y a que dedicaba porque según uno que otro rumor, la señora es lo que se dice jubilada, y que recibe una pensión de su trabajo antiguo por sus años trabajados. También es de conocimiento de todos los que vivimos en los pisos que de unos 5 años hacia la actualidad despertó su no tan creíble tercer ojo y recibe a personas en su piso para "trabajos" como la señora Filix lo llama. Usualmente trato de no toparme con la señora Millyneth tiene una muy rara costumbre de mirarte fijamente una vez que te le atravieses en su campo de visión.

—¿Mirará a todos con esa misma intensidad? —pregunta Leen a punto de echarse a reír

—No lo sé, pero se me ponen todos los vellos de punta cuando lo hace —le sonrió a Leen y ella infla sus mejillas para no carcajearse en ese momento, la tomo del brazo y engancho el mío con el suyo mientras bajamos las escaleras hacia la entrada.

Fuera el clima cálido nos recibe, el ligero viento juguetea con mi cabello tirándolo hacia a mi cara.

—Ayer intente de nuevo aprender ajedrez —comenta Leen mientras caminamos a paso normal hacia la parada de autobús, dos cuadras después del departamento

—¿Esta vez sí le encontraste sentido? —me burlo mientras le sonrió, últimamente un grupo de compañeros en su clase se habían enfrascado en el ajedrez y a Leen le había impresionado con que concentración lo jugaban.

—¡No! —lloriquea —, por más que quise y de verdad lo intenté Nin, no entendí nada —continua mientras arruga sus cejas y balancea sus brazos a un costado de su cuerpo, como niña comenzando con un berrinche —, tendré que ver un tutorial en YouTube — termina.

—¿Tutorial? Estas bromeando ¿cierto? —reí —. ¿Cuál es tu afán por jugarlo? —la miré.



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En el texto hay: chicklit, romance, drama juvenil

Editado: 16.07.2019

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