Lo último de nosotros

Capítulo 3

—Aunque pensándolo bien Nate tampoco podría ser ÉL chico ideal —dice Leen mientras caminamos hacia la parada del autobús de vuelta a casa. Nuestras clases no terminaban igual, las de Leen se extendían hasta las 3:45 mientras que las mías hasta la 2:45 al menos hoy. Por lo que opté por esperar a Leen en una mesa de estudio en una de las áreas verdes de la Universidad, tuve que pedir prestado a la biblioteca el libro que no pude leer por la mañana, así que esta vez no tuve ningún pretexto para desconcentrarme, no hubo ningún tal Ian Hudson rondando por el campus, de eso estaba muy segura.

Lo había visto irse en su camioneta color gris así que, si, no estaba ningún Ian Husdon para captar mi atención.

—No porque Ian puede que no sea mi chico ideal no quiere decir que Nate tampoco pueda serlo —la contraataque

Cuando Aileen y yo nos conocimos, fueron en muchos aspectos en los que coincidimos que no me fue difícil desbordar toda mi confianza en nuestra amistad, así que le conté santo y seña de todo, absolutamente TODO, acerca de mis cortos 17 años que fue cuando la conocí. Incluso los enamoramientos juveniles que tuvimos ambas y cada anécdota contada tenían un par de letras que siempre repetíamos, ÉL. Así que desde momento decidimos llamar a esa lista de enamoramientos "ÉL".

—Tienes razón -concordó conmigo —¿Pero qué chico ha sido tu ÉL verdadero? —soltó Leen.

—¿De verdad me preguntas eso Leen? —arquee una ceja mirándola directamente, ella me devolvió la misma mirada —, nadie obviamente, tengo 20 y aún queda mucho camino que recorrer.

—Esa es la respuesta más inteligente que me has dado —nos sonreímos mutuamente y cortamos el contacto visual para mirar como el autobús se estaciona en la parada. Leen me hace el favor de pagar nuevamente mi pasaje y esta vez si logramos sentarnos juntas pues no era una hora pico, en el que el trasporte fuera lleno, así que sin problemas conseguimos asientos libres, tomo el de la ventanilla y Leen a mi costado al pasillo. La castaña se desliza por el asiento y recarga su cabeza en mi hombro, es muy común en Leen que tome una pequeña siesta sobre mi hombro durante el recorrido, lo que se me hizo la excelente oportunidad para ponerme a pensar en lo que había dicho Leen.

¿Qué chico había sido mi ÉL verdadero?

Cuando estudiaba el nivel básico en el colegio había un niño que para mis escasos 11 años podría decir que "me gustaba", su nombre ya ni siquiera lo recuerdo. Era ¿Mateo? ¿Mario?, estoy segura que empieza con M.

Durante el cambio de nivel educativo la mayoría de los compañeros que tenia de clase se distribuyeran en diferentes escuelas. En la que yo asistí me tocó en un grupo diferente al de él, así que solo podría conformarme con mirarlo de vez en cuando.

Él dejo de captar mi mirada después de meses. Por lo que con el tiempo mi añoranza por verlo se extinguió. Pero para ese primer año conocí al segundo susodicho y justo con él inicia mi tan corta lista de novios.

A Josh lo conocí en mi primer año de secundaria. Era un chico que, si bien había pasado al inicio desapercibido para mí, llego a ser una pequeña desilusión para mis 13 años, pues la jugada que hizo definitivamente no la espera y sobre todo no creía que la merecía. Josh se sentaba en la esquina del aula frente a los profesores, era muy reservado según recuerdo ni siquiera sabía su nombre ni mucho menos lo había notado de tal manera hasta que todo comenzó.

Josh tenía un amigo muy parlanchín su nombre era Adán, hablaba con todos, por lo tanto, todos lo conocíamos. Adán comenzó a hablarme de él, que fue entonces que lo empecé a notar, me asegurada en repetidas ocasiones que Josh decía que yo le gustaba, pero que era lo suficientemente tímido como para hablarme.

Y era cierto no me dirigía la palabra ni siquiera por error y haciendo memoria es en esta parte donde mis alarmas debieron haberse disparado, encendiendo un gran y luminoso foco amarillo que indicara "Precaución". Si bien Josh era muy tímido que le impedía hablarme no se lo impidió el día que sonando la campana de salida me intercepto en la puerta antes de salir del aula, tomándome del brazo.

—Espera no te vayas —dijo sin más, nunca nos habíamos hablado y así de la nada me dice ¿no te vayas?, eso sí alerto mi subconsciente, las manos comenzaron a sudarme como si fuera el día más caluroso de la vida. Él solo me dio una mirada e instantáneamente él también se puso nervioso dirigía su vista al suelo como si ahí encontrara la pizca de valor que se le había caído cuando decidió hablarme, esperaba que nuestros compañeros terminaran de salir del aula. Voltee a la derecha para ver a mis amigas sonreír de oreja a oreja y misteriosamente desaparecer. Me sentía nerviosa estando con él.



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En el texto hay: chicklit, romance, drama juvenil

Editado: 16.07.2019

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