PRÓLOGO
Me he hecho mil preguntas y las mil respuestas son las mismas porque tuvo que pasarme esto, porque él tuvo que morir por mí. Yo tengo la responsabilidad con mi nación, no él, él tenía que vivir, pero no, el puñetero destino hace lo que le da la gana y las personas tienen que aguantarse lo que él sentencie.
Pero he aprendido que la vida es un arcoiris de colores, pero el mío solo tiene blanco, negro y resto de penumbres. Comencé a fingir a mis alrededores que no me dolía, pero en realidad tengo el corazón pulverizado; sé que no me mato, pero algo murió dentro de mí ese día.
Me enamore, no como es hoy en día, me enamore de su sonrisa, en la forma en que me veía, de la forma en la que sonreía en la mitad de cada beso, me enamore de esos momentos juntos, de esos momentos de risas, de esas tardes, me enamore cuando entrelazabamos nuestros dedos bajo la noche estrellada, de la manera en la que sus labios besaban mi cuello, me enamore de él, pero el universo nos separó y no hay como volvernos a encontrar.
"Así es la vida, a veces eres el cuchillo y otras la herida".
Pero en esta ocasión he sido ambas, saber que por mí murió y sentir el vacío en mi interior por su ausencia. Soñé con él y al despertar, me dolía el alma. De saber que solo era un sueño por tener que vivir en la cruel verdad, él ya no está conmigo.
Me gustaría decir: denme tiempo, ya volveré a ser yo otra vez, pero a quién diablos quiero engañar, tengo un aspecto deplorable y no me importa; realmente me han quitado una parte de mí. No solo estoy afectada emocionalmente sino mentalmente y físicamente.
Fuiste la forma más triste y bonita que tuvo la vida de decirme que no se puede tener todo.
Siempre serás mi recuerdo favorito, aquello que tuve un ratito de mi vida y adoré a cada minuto, aquello que me quitaba el sueño por las noches y me dejaba una sonrisa inigualable, aquello…
Qué no volveré a tener.
Saben que la soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente hipocrita que hay en tu alrededor, diciendote que deje mi puesto de reina y vaya a las montañas a tomarme un tiempo, lo cual suena tentador, pero eso es ser egoísta; lo haría por mi bien y no por mi nación.
Pero tengo un deber con mi pueblo y por derecho tengo que ser fuerte por ellos. No pueden ver a su reina estar por los suelos, aunque me sienta quebrada y destrozada, ellos no pueden pagar por mis asuntos personales, no puedo ser pesimista al frente de ellos, avanzaré, se los prometo, pero lento, no me pidan que sea flash, alguien muy importante para mí dejo de vivir y aún no quiero aceptar la cruel realidad de que eso es cierto.
Eres el adiós, que jamás sabré decir.
Te quiero y te querré, Adrián.
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Editado: 02.09.2024