Con su loba finalmente despierta, Lira decidió que era hora de irse. No podía seguir soportando el odio de la manada, ni las verdades a medias que la rodeaban. Creía profundamente en el amor y en la idea de que su compañero, su alma gemela, estaba en algún lugar esperándola. Si alguien podía ayudarla a descubrir quién era realmente, era él.
Lira emprendió un viaje lleno de peligros, secretos y encuentros inesperados. Cada paso que daba la acercaba más a su destino, pero también despertaba a enemigos que habían esperado dos décadas para encontrarla.
Mientras tanto, Lira comenzaba a entender que su loba no solo era un símbolo de libertad, sino también la llave para desatar un poder ancestral que podría cambiar el equilibrio entre las manadas para siempre.