Loba Perdida

Capítulo 5: El Bosque de los Susurros

Lira caminaba por el bosque con la cabeza alta, su loba acompañándola en el profundo vínculo que habían formado en tan solo unos días. Podía sentir cada paso que daba, cada brisa que tocaba su piel, como si fuera una extensión de su ser. No era solo el poder que su loba le otorgaba lo que la hacía sentir completa, sino la certeza de que por fin estaba siguiendo su destino.

Al caer la noche, llegaron a un claro donde las sombras danzaban bajo la luz plateada de la luna. Lira se detuvo, sintiendo la presencia de algo o alguien. En ese momento, un sonido lejano, casi imperceptible, llegó a sus oídos, como si el viento mismo susurrara su nombre.

—¿Quién está ahí? —preguntó, sin temor, mirando alrededor.

De entre los árboles emergió una figura alta, envuelta en una capa oscura que reflejaba la luz de la luna. Su rostro estaba parcialmente cubierto, pero sus ojos brillaban con un resplandor inconfundible, como el fuego que nunca se apaga. Lira no pudo evitar sentir que conocía esos ojos.

—Lira, hija de la bruja —dijo la figura con voz grave—. Has recorrido un largo camino, pero aún no entiendes lo que eres.

Lira retrocedió un paso, el eco de esas palabras resonando en su mente. No sabía quién era esta persona, pero el tono de su voz hablaba de una historia antigua, cargada de secretos oscuros.

—¿Qué sabes de mí? —demandó, sin mostrar miedo, aunque su corazón latía con fuerza.

La figura se adelantó, y con un gesto, la brisa se calmó, como si el mismo aire obedeciera sus órdenes. Alzó la mano, señalando un punto entre los árboles. De allí, una nube de humo oscuro comenzó a formarse hasta dar lugar a una visión, como una ilusión flotante. Lira observó con asombro cómo se mostraban imágenes de su infancia: su llegada a la casa de la bruja, las discusiones de la manada, y sobre todo, la imagen de sus padres, quienes estaban rodeados de sombras, como si alguien los estuviera observando desde la oscuridad.

—Tus padres no murieron por accidente, Lira. Fueron sacrificados para evitar que su linaje se extendiera —explicó la figura—. Y tú, hija de sangre antigua, eres la llave para liberar una oscuridad que ha estado dormida por generaciones.

Lira sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. Las palabras de la figura eran como dagas que la alcanzaban directo al alma. ¿Qué oscuridad? ¿Por qué ella? Su vida, marcada por el sufrimiento y las burlas, ahora se convertía en un enigma que ni siquiera ella podía resolver.

—¿Qué significa todo esto? —susurró, sin poder apartar la mirada del espectáculo que se desplegaba ante ella.

La figura soltó una risa amarga.

—El amor que buscas no es solo la salvación que crees que es. Es mucho más grande. El poder que resides en ti, y el destino de tu compañero, están entrelazados con fuerzas más allá de tu comprensión.

Antes de que Lira pudiera replicar, la visión desapareció, y la figura misteriosa dio un paso atrás, sumergiéndose en la oscuridad.

—Recuerda esto, Lira —dijo con voz profunda—: tu compañero no es solo tu pareja. Él es tu igual, tu complemento. Juntos, cambiarán el curso de la historia. Pero antes de eso, tendrás que decidir a qué lado le corresponderá tu lealtad.




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