Lira no podía dejar de pensar en las palabras de la figura. ¿Qué oscuro destino la esperaba? Estaba más cerca que nunca de descubrir la verdad, pero a cada paso, más preguntas surgían. El amor que tanto había anhelado no parecía ser tan simple como lo había imaginado. Y ahora, además de encontrar a su compañero, debía comprender el papel crucial que jugaba en un juego ancestral entre la luz y la oscuridad.
Al regresar a su campamento, encontró a su loba inquieta. Algo no estaba bien. La luna llena estaba cerca, y con ella, un fenómeno extraño estaba a punto de ocurrir: la luna roja. Se decía que durante ese evento, las barreras entre los mundos se debilitaban, lo que permitía que fuerzas invisibles se manifestaran.
La bruja, quien había estado siguiendo su rastro, apareció una vez más. Esta vez, sin rodeos, se acercó a Lira con una expresión seria.
—La luna roja está cerca. Durante ese tiempo, los secretos se revelan, y aquellos con el poder adecuado pueden cambiar el curso de los eventos. Si encuentras a tu compañero en ese momento, los dos serán más fuertes que nunca. Pero si fallas, la oscuridad tomará lo que le pertenece.
Lira sintió una mezcla de miedo y determinación. Había llegado tan lejos, pero ahora sabía que la verdadera batalla estaba a punto de comenzar.
—¿Cómo puedo estar lista para lo que viene? —preguntó, sintiendo que el tiempo se le escapaba.
La bruja le colocó una mano en el hombro, transmitiéndole una energía cálida y reconfortante.
—Confía en ti misma, Lira. El amor verdadero no es solo lo que te une a tu compañero. Es lo que te da el valor de enfrentarte a lo que más temes. Lo que está por venir es mucho más grande que cualquier dolor que hayas vivido.
Lira miró al cielo, viendo cómo la luna comenzaba a teñirse de rojo. Sabía que no podía dar marcha atrás. La oscuridad y la luz, el amor y el sacrificio, todo se fusionaría en esa noche fatídica. Y ella, por fin, descubriría quién era realmente.