La noche de la luna roja llegó, y el aire parecía vibrar con una energía ancestral. Lira no podía escapar de la sensación de que algo grande estaba a punto de suceder, algo que cambiaría su vida para siempre. Había aprendido mucho durante su viaje, pero aún no estaba preparada para enfrentar lo que se avecinaba. La bruja, al igual que la figura misteriosa en el bosque, había hablado en acertijos, dejándole más preguntas que respuestas.
En lo profundo del bosque, Lira y su loba se habían refugiado en un claro apartado, donde las sombras danzaban bajo el brillo rojo de la luna. La bruja le había advertido que no se alejara, que ese sería el momento en que los portales entre los mundos se debilitarían, y con ellos, las fuerzas que hasta entonces se mantenían ocultas.
Lira cerró los ojos, y en el silencio de la noche, pudo sentir una pulsación en su pecho. No era solo su corazón; era algo más profundo, algo que había estado dormido hasta entonces. Su loba comenzó a aullar, y en ese momento, Siena comprendió que algo dentro de ella comenzaba a despertar. No solo su loba interna, sino un poder ancestral que fluía por sus venas. Algo que le pertenecía por derecho, y que ahora, con la luna roja sobre ellos, se revelaba.
De repente, una figura emergió entre los árboles, la misma figura que Lira había encontrado días atrás en el bosque, envuelta en sombras.
—Estás lista, Lira —dijo la figura con una voz que parecía retumbar en el aire—. El tiempo ha llegado. Tienes que tomar tu decisión.
Lira lo miró con determinación, sus ojos brillando con el fuego de su loba recién despertada.
—¿Qué decisión? —preguntó, tratando de mantenerse firme. Aunque no comprendía del todo el significado de sus palabras, sabía que no podía dar marcha atrás. Estaba dispuesta a enfrentar lo que fuera necesario.
La figura dio un paso hacia ella, su mirada penetrante como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos.
—La luna roja marca el fin de un ciclo y el comienzo de otro. Tú y tu compañero no solo sois almas gemelas, sois la clave para un equilibrio que está por restablecerse. Pero la oscuridad que te persigue no dejará que esto suceda fácilmente. Alguien está dispuesto a sacrificarse para evitar que el amor verdadero rompa las cadenas de la oscuridad.
Lira sintió como un escalofrío recorría su espalda. La amenaza era clara, pero ¿quién sería capaz de detenerla? ¿Y cómo podría unirse a su compañero, ese ser del que hablaban las leyendas, si aún no sabía ni cómo encontrarlo?
La figura dejó que el silencio invadiera el claro por un largo momento.
—Tu compañero está más cerca de lo que piensas. Pero ahora no es solo un encuentro de almas. Es una batalla. Debes enfrentar tus miedos, tus dudas y tus inseguridades para poder liberarte del ciclo que te ha encarcelado durante tantos años.
Un sonido a lo lejos, un susurro en el viento, hizo que Lira mirara hacia la distancia. Y entonces lo vio: un lobo de pelaje plateado, resplandeciendo bajo la luz de la luna roja. Era hermoso, majestuoso, pero sobre todo, había una conexión inmediata entre ellos. Lira sintió una oleada de emociones recorriéndola: la sensación de haber encontrado lo que había estado buscando, de que, por fin, su destino estaba ante ella.
Pero no todo era tan simple.
El lobo plateado comenzó a acercarse, y a medida que lo hacía, una sombra oscura se deslizó desde los árboles. Una figura encapuchada, con los ojos completamente negros, apareció de entre las sombras. Lira sintió un miedo indescriptible, una presencia tan poderosa y maligna que su loba gruñó en advertencia.
—No permitas que él se acerque a ti —dijo la figura oscura con voz fría, como el hielo. Su presencia emanaba una energía malévola que contrastaba con la luz de la luna roja.
El lobo plateado se detuvo, mirándola fijamente. Lira entendió en ese momento lo que debía hacer. Esta no sería una lucha fácil. No solo luchaba por su amor, sino por el destino de todas las manadas.
—No te dejes engañar —le advirtió la figura oscura, acercándose lentamente—. El amor no es lo que parece. Lo que él representa solo traerá destrucción.
Lira respiró hondo. Miró al lobo plateado, quien había comenzado a transformarse lentamente, su figura adquiriendo forma humana, hasta que se reveló un joven de ojos brillantes y un rostro lleno de determinación.
—Yo soy tu compañero, Lira —dijo el joven con una sonrisa suave, pero con un dejo de tristeza en su mirada. No era solo su alma gemela, sino el elegido para equilibrar la oscuridad. Juntos, eran la llave.
Pero la figura oscura no iba a permitirlo tan fácilmente. Con un movimiento rápido, extendió sus manos hacia el joven, creando una onda de energía oscura que amenazó con separarlos. Lira, impulsada por su amor y la fuerza de su loba, dio un paso al frente.
—¡No dejaré que destruyas lo que he encontrado! —gritó, su voz llena de poder y coraje.
Con una explosión de luz, el lobo plateado, ahora humano, se acercó a ella, y juntos, chocaron contra la oscuridad. El poder de su amor, alimentado por la luna roja, comenzó a disolver las sombras, mientras la figura oscura retrocedía, debilitada.
—Esto no ha terminado —murmuró la figura, desapareciendo en la negrura del bosque.
Lira se desplomó en los brazos de su compañero, sintiendo la calidez de su presencia y el poder que ahora compartían.
—El camino será largo —dijo él, sus ojos llenos de determinación—, pero juntos, nada nos separará.
Lira asintió, su corazón finalmente en paz. Sabía que su viaje no había hecho más que comenzar, pero esta vez, ya no estaba sola.