Lobo.

Susurros(3)

Vivir a las afueras de Lonberg tenía sus desventajas.

Conducir casi una hora completa hacia el trabajo es agotador. Llegar a Coulant era todo un reto en temporada de lluvias.

Detengo mí auto al lado de la carretera y salgo de este acomodando mi bolso sobre uno de mis hombros.

 

—¡Buenos días, Eira!

 

—¡Buenos días, señora Stromberg! ¿Qué tal los nuevos suéteres?

 

—De maravilla, espero vengas a mirar algunos.

 

—Claro, nos vemos.

 

—¡Adiós, Cariño!

 

Stella entra a su boutique sonriendo. Es la única tienda de ropa en todo el lugar así que juega muy bien. Sus dos hijos Ethan y Eiden son los dueños de única libreria-biblioteca en Coulant y es para quienes trabajo desde hace un año. Son personas con dinero, el señor Stromberg es un muy importante abogado en Eisenberg y gana grandes cantidades de dinero.

Cierro la puerta y giró el letrero para que la palabra "abierto" se mire a través del cristal.

 

—¿Chicos? ¡Ya llegué!

 

Las luces se encuentran encendidas y varias cajas selladas, me hacen saber que ya han llegado.

 

—¿Ethan? ¿Eiden? Saben que odio las bromas de este tipo —digo en voz alta.

 

De pronto el sonido de libros callendo al suelo me hacen rodar los ojos.

 

—¡Son totalmente inútiles para esconderse! —grito.

 

—Eiden es el idiota que no sabe mantener sus manos quietas —reprocha un pelirojo.

 

—Tu eres el inútil —alega su hermano molesto.

 

—Les juro que si no es por sus ojos, nunca los distinguiría —comento riendo—, pero sus horribles voces facilitan el trabajo.

 

—Lo se cariño, Ethan tiene la voz más irritante del mundo —agrega Eiden tomando una de las cajas.

 

—¿Qué?Al menos no tengo unos grandes y perturbadores ojos azules.

 

Río mientras camino hacia el mostrador y dejó mi bolso sobre este.

 

—Saben, no se si debería decirles esto, pero si no lo hago perderé la cabeza en cualquier momento —les digo ordenando algunos libros puestos en sobre el cristal del mostrador.

 

Eiden deja de pasar cajas a su hermano y me mira con curiosidad.

 

—Escupelo —demanda Ethan.

 

—Ayer........Ayer creo que atropelle algo cuando iba de regreso a Lonberg.

 

Ethan mira a Eiden fijamente y luego los dos caminan así mí.

 

—Tranquila debió ser solo un animal, ¿por qué, que más podría ser no, Eiden?

 

Levanto mis cejas.

 

—Claro, pudo haber sido un venado —gesticula rápidamente—. ¿Viste...algo?

 

Levanto mi vista del libro y los miro directamente a los ojos.

 

—No. Llovía demaciado —murmuro—, pero baje para ver lo que era.

 

—¡¡Bajaste!! —grita Eiden y hago una mueca de desagrado.

 

—Sí, antes de detener el auto me pareció ver la silueta de una persona.

 

Ethan me mira en silencio con el ceño fruncido y Eiden se encuentra pálido.

 

—Bajaste del auto para mirar. ¿Qué fue lo que viste?

 

—Nada.

 

El alma parece regresar al cuerpo de Eiden, mientras que Ethan se limita a darme la espalda, caminar y tomar tres cajas.

No tengo idea de como lo hace, cada caja posee más de veinte libros.

 

—No hay de que preocuparse entonces —dice antes de perderse por uno de los pasillos.

 

—Es verdad Eira, no has asesinado a nadie —refuerza Eiden.

 

Todo que en silencio y este último repite la acción de su hermano, pero con una caja menos.

 

—Sí, también la sombra en mi balcón ha sido sólo mi imaginación —susurro.

 

Eiden se detiene y me mira.

 

—¿Qué has dicho? —pregunta.

 

—Nada. Solo leía la portada de este libro.

 

Este asiente y se pierde también por uno de los pasillos, en dirección a la bodega.

Tomo el libro y sello su portada con el logo de la librería-biblioteca para después cerrarlo.

De pronto la campanilla de la puerta hace ruido y rápidamente levanto cabeza.

 

—¡Hola, Eira!

 

—¿Ágata? ¿Cuándo regresaste?

 

—Ayer por la noche y mañana me marcharé de nuevo —cuenta esta acercándose a mí —Almery necesitaba ver a Gregory.

 

—¡No puedo creer que te hayas casado! —exclamo—. Era juntas por siempre acaso no lo........... espera ¿Qué te a pasado en el cuello?

 

Ágata toma su bufanda y tapa su cuello.

 

—No lo recuerdo muy bien, una rama cayó sobre mí y bueno, ahora tengo esa cicatriz —responde.

 

Su respuesta no me convence.

 

—No puedo imaginar cómo te hiciste una cicatriz así —digo mirándola.

 

—Ni yo. ¿Sabes si ya está disponible algún libro de Stephen King?

 

—No lo se, pero los chicos hoy trajeron nuevas cajas. Iré a la bodega a preguntar —respondo.

 

—Por favor, te amare toda la vida si lo hacés —expresa juntando sus manos.

 

—Muy bien, ya regreso.

 

Rodeo el mostrador y camino por los pasillos en dirección a la bodega, en cuanto llego a esta, unos susurros me detienen.

 

—Es grave y lo sabes —susurra Eiden—. No han salido de ahí desde más de cuatro décadas, podría ser él buscando a su...

 

—¡Cállate! ¿Cómo puedes estar seguro de eso? Acaso recuerdas que él jamás podrá encontrarla, pudo haber sido cualquier otro animal.

 

Eiden deja caer de forma ruidosa las cajas que cargaba y se hacerca​ tomando del cuello a su hermano.

 

—¿No te das cuenta aún? Él jamás va a rendirse, que se allá vuelto loco y desaparecido todos estos años no se significa que dejara de buscarle —refuta molesto—. Mientras siga con vida, no va a detenerse. El eclipse estará aquí pronto.

 

—¿Qué tiene que ver ella? Pudo haber sido solo una maldita casualidad —responde Ethan alejando a su hermano de un empujón—. Ella no es, entiende de una vez por todas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.