Lobo.

Espejos (25) Penúltimo.

No desperté por el calor de su cuerpo a mis espadas, ni con los rayos del sol en mi rostro. Lo hice por las voces que discutían sin cesar frente a la puerta, solo habían paso dos días desde la corta pero aberrante guerra demoniaca de Camalia contra nosotros, en especial contra Alix. Las voces hablan apresuradamente en un idioma que desconozco, pero puedo distinguir el timbre de voz del hombre con el que he estado compartiendo la cama. Se escucha furioso y renuente a lo que sea que le estén diciendo. Estoy quieta en la cama, envuelta en sabanas de piel sin atreverme a mirar lo que está sucediendo, sin embargo, el sonido de una bandeja ser lanzada al suelo de forma violenta me hace saltar fuera de ella.  
Veo a Alix mirar fijamente a Mérida en pose tensa, pero ella se mantiene firme sin inmutarse. Sus ojos caen sobre mí y con una sonrisa cálida dice: 
—Buenos días, Señora. 
—¿Señora? —pregunto, acercándome hacia ellos. 
—Eres la Única del señor del castillo, eso te convierte en la señora —responde, tomando mi mano con delicadeza, pero la suelta de golpe y jadea adolorida. 
—¿Qué pasó?  —le cuestiono alarmada. 
—Me has quemando. Como si hubiese tocado la plata —contesta, al momento en que vuelve a tocarme en el antebrazo—. Mira, tu piel me quema. 
Observo su mano roja apunto de hacerse ampollas, pero como es de esperar sana casi al instante. 
—¿Cómo es posible? ¿Será el anillo? —Me saco el anillo y lo dejo en la mesa al lado de la puerta—. Prueba ahora. 
Mérida intenta tomar mi mano otra vez, pero la deja caer de inmediato. 
—No es el anillo, es algo más —concluye la mujer—. Tal vez un hechizo. Tócala Alix. 
Alix se gira hacia mi y a paso lento se acerca hasta esconderme entre sus brazos. Siento como frota su cabeza contra la mía una y otra vez. 
—No. —Dice como respuesta hacia su prima. 
—Esto es extraño —murmuro, acariciando los brazos que me rodean―.  ¿Acaso Camalia me arrojo un hechizo? 
—No creo que Camalia pierda su tiempo en lanzar su brujería en tan poca cosa, mucho menos si no afecta a Alix directamente. 
—¿Entonces? No veo otra respuesta que me diga porque ahora soy un ser intocable. 
—Buscaré en libros —responde, antes de alejarse hacía la puerta—. Mandare a que alguien venga y limpié el desastre que Alix provoco, además de un nuevo desayuno. 
Sin decir más cierra la puerta tras de ella dejándome sola con Alix. 
—Ya puedes soltarme ―aviso, riendo. 
—No. 
—Dime algo que no sepa. 

Alix. 


Mi mente funciona a toda velocidad.  
Mis sentidos están más fuertes que nunca. 
Estoy listo para luchar contra lobos, vampiros, brujas y demonios. 
Estoy listo para matar sin piedad por ella. 
La bestia en mi interior que antes me dominaba ahora la domino yo. 
Eira es mía. 
Eria es mi única. 
Eira es mi vida. 
Gruño al mirar las verjas que mantienen a los que un día llame familia encerrados en su interior. Me valgo de mis recuerdos y hechos poco nobles cometidos por ellos, para repudiarlos más. Su tiempo se está acabando como la arena en el reloj y yo seré quien termine dándoles el doble de lo que un día ellos me dieron. 
Mucho dolor, para que recuerden que todos recibimos lo que merecemos y rueguen por su muerte, sin saber que vivirán la misma condena de yo padecí.  
No seré piadoso, porque la piedad es para quien se la merece. 
—Alix, ¿qué harás con ellos? —Apartó mi atención de la mazmorra y la pongo en Emir. 
—Les daré lo que se merecen. 

 


Mérida. 
Deslizo mis manos por las pareces en busca de magia negra imprecada en ellas, pero es inútil, no hay nada. Camelia no a sigo quien a hechizado a Eira, que ahora arde al toque como acero caliente. Debo pensar y recordar cada detalle que mi madre me enseñó. La única de mi primo es una humana sin poder alguno para protegerse y por mis nulas visiones sobre su futuro, es muy mortal. ¿Será el inicio de su muerte o es algo más fuerte? 
—Señora, Elitiane está en su habitación como mando. —Le agradezco a la del servicio y tomo rumbo a la habitación que comparto con mi Único. 
Subo la escalera apresuradamente, Elitiane podría tener las respuestas que busco. En unos de sus libros podría estar la verdad. Paso frente a la habitación de Alix sintiendo solo la presencia de Eira, por lo que deduzco que él se ha marchado a las mazmorras.  
—Pensé que jamás volvería a verte físicamente, Mérida —me reprocha la anciana. 
—El destino y la vida me han sonreído y mi Alpha esta devuelta con su Única —respondo, abrazándola. 
—Es una maravilla —comenta—. He venido en cuanto recibí tu mensaje. 
—Gracias, no sabía a quién más acudir—hablo―. Es Eira, la Única de mi primo. Es intocable ahora, su piel arde como plata en mis manos sin razón aparente, pero Alix es inmune al dañó. 
—¿Brujería? 
—No. Busque indicios de ella y no hay por ninguna parte. Y hay otra cosa, no consigo ver su futuro. 
—Muéstramela —pide y de inmediato en una pared abro un portal que trasmite a una Eira dormida en la cama. 
Elitiane mete su mano a través del portal y toca la majilla izquierda de Eira. 
—Es verdad, su piel quema —corrobora, retrocediendo—. Me parece que es un mecanismo de defensa, tal vez es lo que hace que no puedas ver su futuro. 
—¿Un mecanismo de defensa para qué? 
—¿Estuvo el príncipe con ella la noche del eclipse?  
—Para ese entonces había vuelto a escapar —contesto. 
—Una mujer licántropo no necesita protección, pero si la humana padece lo que creo que es, es mas que obvió que será protegida desde el interior. —Quiero repicar, pero hace aparecer un libro frente a mi flotando y pasa sus páginas amarillentas hasta detenerse en una que comparte una imagen entera de una mujer con un niño en brazos—. Esa Única no está enferma o hechizada. Ella lleva al hijo del rey en su vientre y este la protege de cualquiera que sienta como una amenaza. Eso implica imposibilidad de ver sus acciones futuras. 
—La sangre del primogénito y la Única —murmuro, recordando las palabras de Camalia—. ¡Por los dioses! Eso es lo que esa bruja quería decir. Los demonios vendrán una y otra vez hasta matar a Eira y a ese cachorro. 
—Ese niño sabe que buscan dañarlo a él y a su madre, por lo solo confía en la cercanía de su padre. Corre y avisa a tu rey, porque yo lo he visto ahora, al mirar el rostro de esa mujer, una gran guerra viene en camino y si ese niño muere junto a su madre, el linaje limpio y puro de los Cobognerwolf también. 
—¿Has visto algo más? 
—Un traidor con el alma podrida la busca. Un lobo artificial. 
—¿Y el futuro? 
—Muerte, dolor y agonía. 
—Nos exigiremos. 
—Solo si esa mujer y ese cachorro mueren. Un Alpha acoplado no soportaría tales perdidas, no Alix. 
Asiento y sin despedirme salgo corriendo por el pasillo. Eira sigue dormida, por lo que omito preocuparme por ella en este momento. Trato de percibir el aroma de Alix, pero estoy tan nerviosa que me confundo. Las palmas de mis manos están calientes y mi cabeza me pincha dolorosamente. 
Las voces de un par de hombres me alerta de la presencia de alguien en el viejo estudio. Camino hacia allí con desesperación, cada mínimo es valioso. Alix ha engendrado a su sucesor sin saberlo y por alguna razón Camalia lo sabe. La muerte de un cachorro de sangre pura es una caída brutal para nuestra especie y para quien es su padre. Mi primo casi murió la primera vez que perdió a una mujer y la segunda enloqueció, eso sin haberse unido a ellas; no quiero pensar que tan grande sería su desplome si perdiera a Eira. Una humana que lo acepto sin saber exactamente lo que era y que al mismo tiempo se convirtió en la futura madre del siguiente Alpha. 
Abro las puertas con brusquedad y lo primero que diviso es a mi Único sentado, y a Alix de pie frente al ventanal solo en pantalones. 
—¿Qué sucede Mérida? —pregunta Emir. 
—He descifrado el mensaje de Camelia —suelto—. La sangre del primogénito y la Única. 
—Yo y Eira —pronuncia, Alix con terror. 
Me le acerco de inmediato y le sonrío de forma dulce. 
―¿Cómo no lo has notado? El si te reconoce a ti. —Arruga el entrecejo y retrocede un paso. 
—Mérida...—murmura, Emir, pero lo freno. 
―¿Sentir? —cuestiona Alix. 
—Sí, a tu cachorro —revelo. 
Su semblante cambia y tuerce su cabeza con curiosidad. 
—Tu hijo, Alix Cobognerwolf. Tu Única está preñada de ti. 
—¿Estás segura? —pregunta mi pareja, levántese de su lugar. 
—Tanto, como que a quien buscan asesinar es a él y no a Alix. De paso exterminaran a Eira para que no pueda procrear más. 
Alix gruñe al escucharme decir lo último, antes de salir por la puerta en busca de ella. 
—¡Alix! ¡Ella está bien! —grito, haciendo que se detenga al inicio de las escaleras. 
—Es mía… —gruñe con posesividad. 
Estoy a punto de responder cuando el grito desgarrador de una mujer nos pone alerta a todos. La repuesta de Alix es un grito  estruendoso y doloroso, él lo siente, su Única es la que sufre.  
—¡Corran! ¡Ellos están aquí! —revelo, provocando que todos reanuden sus pasos. 
El primero en llegar es mi primo, su cuerpo colisiona contra la puerta de su habitación bruscamente, la cual se abre de golpe dejándole en el suelo. 
—¡Eira! —Alix se levanta a la velocidad de una flecha e intenta separarla del espejo. 
El antiguo espejo de nuestra familia está sirviendo de portal para los demonios. Los brazos negros y humos de los espectros envuelven la cintura de Eira en busca de arrancarle su alma y la de su hijo. Miro alrededor de la habitación y capto el florero de cristal en la mesa de madera, lo tomo sin pensarlo y con todas mis fuerzas lo lanzó hacia el espejo. Todo se vuelve añicos y Eira se desvanece en los brazos de Alix. Su bata está manchada de sangre en la parte baja y está también brota de su nariz y oídos. 
—No, no, no…Es mía. —La habitación se llena de los susurros alarmados de Alix mientras la sujeta con fuerza. 
Las manos de Emir me toman de los hombros, para después soltar: 
—¿Qué haremos ahora, Merida?  
—Ellos se acercan. Ordena que rompan cada espejo de este lugar y llama a los cazadores y Dhampier, necesitaremos mucha ayuda.  Debemos movernos a las rocosas, en nuestro territorio está guerra será más fácil de pelear y… ¿Emir? 
—¿Si? 
—Trae a Koray Sutton. Eira necesita un escudo aun mayor, el de Alix no será suficiente si esos demonios vuelven. 
—¿Estás segura? Estuvo con Camalia. 
—No te preocupes, un hombre por amor hace lo que sea. Estoy segura que por su Eterna, hará lo que sea. 


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