Lobo.

El primogénito de los Cobognerwotf (26). Último.

El frío del bosque me rodeaba como si un escudo me protegiera de todo a mi alrededor. Cuando abrí mis ojos me encontré con la mirada de Mérida, quién me vigila sobre  un lobo negro que la transporta. Fue entonces cuando me percaté de que yo también estaba en cima de un lobo que conozco a la perfección.  Me incorporé de golpe y mire a todas partes, habían muchas personas con armas y lobos que nos seguían. ¿A dónde? No tengo idea. 

Miro a mi izquierda y entorno los ojos al ver a Koray caminar justo a mi lado con una fortaleza increíble.

—¿Qué está pasando? —pregunto, mirando la inmensa pradera al frente.

—Estamos protegiéndote —responde el vampiro sin inmutarse.

—¿De qué? Yo no recuerdo nada.

—Demonios —responde la prima de Alix bajando de su lobo—. Te atacaron. Llevamos caminando un día completo. Casi mueres, Eira.

—¡¿Qué?! ¡Oh Dios! —La impresión es tanta que me caigo sobre la nieve—. ¿Dormí por un día completo? ¡Alix!… ¡Oh mierda!

Un dolor en mi vientre bajo me roba el aliento y el lobo que me carga de inmediato me rodea con su cuerpo y el dolor de va. Le miro a los ojos y sus hermosas esferas bicolor me trasmiten tanta tranquilidad que reconozco de dónde viene la anestesia para mí dolor. Me abrazo a él con todas mis fuerzas y respiro el aire helado que refresca cada célula de mi cuerpo.

—Te amo —murmuro, dispuesta a nunca soltarlo.

—Debemos continuar, abra una  tormenta y Eira no esta en condiciones de soportar bajas temperaturas —informa Koray.

Alix se incorpora y el vampiro se ayuda a volver a su lomo. 

—¿Por qué nos ayudas? Pudiste irte y buscar a tu Eterna —hablo ganando su atención.

—Por que debo deshacer algo de lo que mi padre a hecho. De todas formas un siglo más sin ella no va a matarme, puedo soportar otros cien años más —contesta, alejándose.

Sin que nadie diga algo más, todos retoman el camino hacia un destino desconocido para mí. No había nada más que algunos pinos a nuestro alrededor y por más que forzara la vista solo alcanzaba a ver nieve. La tarde calló y aunque no podía sentir la temporada, se notaba que había descendido a un punto crítico para un simple ser humano como yo. Mi suerte en la vida era tanta que mi enlace con un lobo me permitía seguir viviendo aún en éste clima. 

—¡Corran! —El grito de hombre nos alerta a todos. Alix sin pensarlo lanza un aullido que es respondido por decenas—.  ¡Mestizos y demonios! ¡Su alteza, corra! 

La velocidad con la que Alix comienza a correr es sobrenatural. Tengo que sujetarme de su pelaje para no caer. Algunos nos siguen a toda prisa. Miro hacia atrás y hay lobos formando una barricada contra quienes nos atacan. 

—¡No mires! —grita Koray a mi lado—. ¡No los mires!

Mas aullidos se escuchan y odio sentirme tan culpable. Tengo tanto miedo que no se si pueda vivir sabido que todos esos lobos morirán por mí.

Pronto entramos a los indicios de la tormenta que Koray anticipo. La nieve cae y hace tanto viento que me dificulta mirar por dónde vamos. Grito asustada al ver como de los árboles caen personas y detrás suyo demonios les atacan sin compasión. 

—¡Los Dhampier están aquí! —avisa Mérida.

 Un mestizo corre en mi dirección, pero como si Koray y Alix estuviesen conectados maniobran y yo termino en los brazos del vampiro y el hombre de mi vida queda atrás luchando contra el demonio. De inmediato más se ciernen sobre él y vuelvo a gritar desesperada. Mi grito solo provoca que otros espectros vengan en dirección a Koray y yo.

—¡Mierda, nos están rodeando! —Koray deja de correr y se queda estático mirando a los cuerpos humosos que vuelvan hacia nosotros—. Juro por mi Eterna, que protegeré a la reina de Cobognerwotf incluso si muero en el intento.

Más Dhampier caen de los árboles y nos rodean. 

—¡Corran! —Reconozco la voz de Eiden.

—Por nada del mundo los mires a ojos —advierte Koray, antes de iniciar a correr de nuevo.

Cierro mis ojos cuando veo que hombres con ojos rojos se atraviesan en nuestro camino. Son mestizos, los reconocería sin importar qué. Un salto nos hace estar unos breves segundos en el aire, pero al caer uno de los demonios toma un pie de Koray y esté me suelta a centímetros del suelo. Caigo en la nieve fresca y me abro la piel de mis rodillas, lo sé, por el ardor que siento.

—Alix —susurro sin moverme de mi lugar sintiendo la ausencia de su protección. 

El frío es paralizante y el dolor en la parte baja ha vuelto.

De pronto el anillo en mi dedo comienza a enredarse en mi muñeca y la esmeralda comienza brillar con mucha intensidad.

—No te muevas ni un poco, Eira —me ordena  Ravenna a cortos metros de mí—. Si mueves un solo músculo caerás en un poco oscuro.

—Duele tanto… —me quejó—. ¿Qué está pasando? 

—Quieren matarte —responde sin tacto. Su voz es un poco distorsionada gracias a las fuertes ráfagas de viento.

El anillo adquiere un destello que me obliga a cerrar los ojos. Su calor comienza a esparcirse por mis cuerpo y sin aviso una brazos me rodean.

—Debes decirlo conmigo mi Única —informa en mi oído—. Proteger a di oscuras.

—Proteger a di oscuras —susurro junto a él.

Una inmensa esfera de luz nos rodea y con un nuevo murmuró de las palabras, está explota e ilumina todo el ambiente. Alzo mi vista y los cuerpos negros se deshacen en gritos. Pronto solo veo como los Dhampier someten a los Mestizos segados  por la luz. Logrado ver como Koray  le arranca la cabeza una mujer y pasa a un hombre al que desgarra el cuello con los dientes.

Y así como llego la luz se va y el bosque vuelve a ser oscuro, y tormentoso.

—Ya no  puedes dudar que eres mi compañera —habla Alix—. Tu poder completa el mío. Tu ser y el mío son uno. Pronto seremos aún más poderosos.

No puedo verlo, pero siento su aliento en mi cuello.

—Tenemos que avanzar —interviene Mérida—. Llegaremos en menos de tres horas si mantenemos un buen paso. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.