Loca Enamorada

CAPÍTULO II

Paso por la habitación de mi hermana, se encuentra hablando con Alex. Me quedo frente a su puerta por un minuto, mi mamá me sorprende apareciendo de repente.
— ¿Estás bien?— interroga.
La quedó mirando por unos segundos.
— Sí— repongo.
— Oye, sabes que puedes contarme lo que te deja inquieta, yo siempre estaré para tí ¿lo sabes verdad?— pone su mano en mi hombro y se va a la cocina.
— Lo sé— murmuro.


 

Hago la tarea y no se en que momento quedó dormida.
El chico, él está ahí, se acerca a mi cama y se sienta.
— Creí que me recordarías— dice— pero ya veo que me olvidaste.


 

No entiendo de que habla, acaso yo…¿lo conozco?
— Kate, perdóname por no decirte lo de mi enfermedad; pero no quería que sufrierás, fue mejor así.


 

Intento hablar pero al abrir la boca no logro emitir ningún sonido.
— ¿T-te conozco?— le cuestiono.
— Sí y no sabes como te agradezco la felicidad que me diste cuando todavía seguía aquí.
«Seguía aquí, osea que él…está m-muerto»
Me estremésco de solo pensarlo.
— ¿Eres un zombi? ¿un fantasma? ¿un alma en pena?— digo intentado adivinar que es lo que veo.
Se levanta y se da la vuelta, no veo su cara por la capucha que tiene pero al fin se la quita dejándome ver su cara, unos ojos cafés oscuros y la parte del frente de su cabello negro  sobresaliendo de su capucha.
«Él…me recuerda a…no, no puede ser él, eso no puede ser»


 

— Sí, así es, no un zombi pero si un alma en pena— se sube a la cama y yo me trato de alejar lo más posible de eso.


 

— ¿Qué-qué estás haciendo?


 

— Vengo por ti, Kate— su voz hace que crea lo que dice.


 

—¡Alejate! ¡no te acerques! o grito— le amenazo.


 

Cada vez está más cerca, esto comienza asustarme, está a solo unos centímetros de mí.
—¿Qué es lo q…


 

No puede ser, esto es suficiente como para darme cuenta de que ya no es un sueño, no estoy soñando, es real.


 

Mi corazón empieza a palpitar, me dará un infarto, ¡no quiero morir aún!
— Kate, me pres…
Camila entra a la habitación salvándome de mi horrorosa experiencia.


 

Se acerca a mí— Oye, ¿por qué estás tan pálida?
Tardo unos segundos en responder, aún no puedo asimilar lo que he visto, estoy confundida, todo esto ¿fue un sueño?


 

— Yo, yo, yo solo tuve una pesadilla.


 

— Sí, se nota, estas tan asustada.


 

Ya no está, a dónde se fue.


 

— ¿A dónde se fue? Él estaba aquí, justo aquí— señaló la cama y busco por toda la habitación.


 

No está, se ha ido.
«Me estoy volviendo l…
¿Quién? A quién te refieres, Kate.


 

— Dick, ¡él estaba aquí!


 

— ¿Dick? ¿Dick Wilson? Pero si él se fue hace tiempo.


 

— No, él estuvo aquí, creeme por favor.


 

— Solo fue una pesadilla, Kate.
Se acerca a mí y me abraza para calmarme, pero yo sé lo que ví y eso no pudo ser una pesadilla mucho menos un sueño, fue real.


 

Al día siguiente soy yo la que tengo una ojeras enormes, no pude dormir después de lo sucedido. Aún así no pensé en faltar al colegio. 
Mamá me pidió tirar la basura y aquí estoy aún soñolienta frente al contenedor de basura.
Cierro los ojos por un rato con la bolsa de basura en mi mano.


 

— Para eso existe la noche— escucho decir y abro rápidamente los ojos.


 

Aún veo borroso pero poco a poco voy dandome cuenta de que es él, él chico que se cruzó en mi camino ayer, va montado en su bicicleta y está parado justo a lado de mí.


 

Echo la basura en el contenedor— Vete ya, sino quieres que las llantas de tu bici esten ponchádas— amenazo.


 

— No te atreverías— dice cuando me doy la vuelta para ir por mi bici.


 

— ¿Me estás retando? Anda pruébame— le provoco y me doy la vuelta para terminar con esto.


 

Me monto a mi bici y él sigue ahí.
— ¿Qué es lo que haces? ¿por qué no te has ido?


 

— Te reto a otra cosa— esboza una sonrisa, como si estuviera tramando algo.


 

— ¿A qué?


 

—Hagamos una carrera, porque también vas al colegio ¿verdad?


 

— Sí, pero ¿vas al mismo que yo?


 

— Me sorprende que no sepas que tomamos las mismas clases y no me haya visto.


 

«¡Qué! tomamos las mismas clases»


 

— Pues no me había fijado, pero hay que darle prisa a esto.


 

— El quien llegue primero tendrá la oportunidad de ponchar las llantas del perdedor cuántas veces quiera y se le de la gana.


 

— Eso es bastante infantil pero juego.

 

Estoy más que lista.
— En tres, dos, uno.


 

Comienzo a pedalear lo más rápido que puedo, él me esta sobrepasando; pero no pienso darme por vencida, si a alguien se las tienen que ponchar es a él y solo a él.
Pedaleo con mas rapidez, lo estoy sobrepasando. En una curva siento que ya no puedo más.
— ¡Te rindes! — grita adelante.


 

— ¡Jamás!
Me repongo y lo estoy sobrepasando, ya falta poco para llegar, los estudiantes se atraviesan en mi camino y eso hace que él tenga más ventaja. Cuando creo que ya estoy derrotada, lo veo detenerse frente a una chica rubia.
Esto me favorece y aprovecho que está distraído para llegar a la meta.


 

Alguien va a tener que pagar por haber perdido, me alegra que no sea yo.
Cuando veo a Stella en la entrada recuerdo que le tuve que haber esperado y de nuevo se me olvidó.
Me dirije una mirada asesina, literalmente, y yo pongo la cara de un cachorrito mientras me voy acercando, espero que funcione.


 



#23374 en Novela romántica
#14528 en Otros
#2282 en Humor

En el texto hay: juvenil, amor, amor adolescente

Editado: 21.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.