- Maldición, Marlon – exclama eufórico - ¿Puedes ir más rápido?
- Es todo lo rápido que puedo correr.
- Joder, apresúrate, nos alcanzará por tu culpa.
- Dagur, ¿puedes dejar de maldecir? – la palabra game over aparece en toda la pantalla de la televisión.
- No lo haría si no jugaras como abuelita – deja el mando en la mesita del salón.
- Mamá te oirá – le recuerdo levantándome del sofá.
- ¡Ya lo oí! – grita mi madre desde la cocina.
- ¡Lo siento, señora McQuoid! – le regresa el grito apenado, por mi parte solo suelto una minúscula risa.
- Son una vergüenza en esto de los juegos.
- Claro Rory, porque tu juegas de maravilla ¿cierto?
- ¿Es un desafío lo que oigo?
Rory prácticamente se lanza al sillón para coger el mando y darle inicio a la nueva partida, Dagur no se queda atrás y empieza a dispararle a uno de los monstruos que perseguía a nuestros personajes.
Decido sentarme en el sofá más pequeño y revisar mis redes sociales. Voy a uno de los perfiles que más suelo observar desde que cree el mío. Escribo en el buscador el nombre de Julieth O ‘Hara e instantáneamente su foto de perfil aparece, me concentro en observar sus pequeñas pecas y sus ojos color miel. Posa mirando hacia la cámara sonriendo con la boca sellada, su cabello castaño se deja llevar por el viento colocándose en su mejilla mientras sostiene en su mano un batido.
Seguro pensaran que soy un loco acosador, pero no es así, suelo distraerme viendo solo esa foto. ¿Por qué? La razón es sencilla, recuerdo que ese día justo después de tomarse esa foto, accidentalmente chocamos y sentí una especie de cosquilleo raro y también el frio de su batido de fresa.
La chica me gusta, mucho, diría yo. Dagur lo sabe, Zoe lo sabe, incluso mi madre y hermanos lo saben, pero ella no.
- Ay no – pronuncia alguien con pesar - ¿Viste eso Rory?
- Oh sí, claro que lo vi – responde susodicho sin dejar de mirar la pantalla.
- Lo volvimos perder.
- ¿De qué hablan? – les presto atención.
- Hermano, se escuchó tu suspiro hasta Mozambique – dice soltando unas entrecortadas risas.
- No es cierto – refuté.
- Oh sí, claro que sí – vuelve a decir Rory.
- Si suspiro o no, es mi problema – los dejo en su mundo, volviendo al mío.
- Aw, que lindo te ves stalkeando a tu a la chica que no sabe de tu existencia – los ojos de Dagur dan unos aleteos constantes mientras suspira – Marlon ¿ve a un psicólogo quieres? Esa obsesión tuya no es normal.
- Déjame tranquilo – vuelvo a ignorarlos.
- Bien, ahora dilo sin llorar – Rory suelta una risa acompañando lo dicho por Dagur.
Escucho a mamá maldecir mientras sale de la cocina para dirigirse al pórtico de la casa.
- ¿Aylen McQuoid está maldiciendo? – cuestiona Dagur pasmado, yo estoy igual - Esto sí que no me lo pierdo.
Ambos salimos corriendo de casa para ir hacia el problema de mamá.
Cuando llegamos a la acera, vemos a mamá tigre discutiendo con la vecina de al lado.
- ¿Crees que la sexy pelirroja esté en casa?
Hace unas semanas una nueva familia llegó al pueblo. Smokeland, siempre se caracterizó por tener unas zonas muy pobladas de bosques. Nuestro pueblo cuenta con una gran biodiversidad, razón por la que en vacaciones siempre llegan turistas. Aun así, tiene muy poca población.
El día en que quitaron ese letrero rojo que indicaba la casa de al lado en venta, la zona en la que vivo se preparó para recibir a los nuevos vecinos, para mal de ellos solo trajeron problemas. Por una parte, su revoltoso perro vivía de un lado a otro, causando caos en los jardines de las señoras y señores, por otra, el niño que vino con ellos parecía ser otro que causaba problemas, luego estaba un hermosa pelirroja que, según la anciana de la esquina, siempre se escabullía por las noches, claro nadie le creía porque estaba en pleno delirio.
Y, por último, la patrona de la casa que casi nunca hace algo para impedir el “vandalismo” de su familia.
- Debe tener más control de ellos – oigo a mamá replicar a la vecina.
- Mis disculpas, hablaré con él – se despide cortésmente de mi madre antes de cerrar la puerta.
Mamá baja las pequeñas escalinatas de piedra con el ceño fruncido y su respingada nariz un poco arrugada.
- ¿Todo bien, mamá? – indago.
- No, nunca está nada bien con esa familia.
- Vaya, no quisiera estar en el cuerpo de quien hizo enojar a la señora McQuoid.
- Yo tampoco – definitivamente no quisiera estar en su lugar.
🕵️♂️🕵️♂️🕵️♂️
- Oye Marlon, ¿Por qué mamá está enojada? – instintivamente volteo mi rostro hacia Connor con los ojos abiertos en par.
- Yo que tú no hago esa pregunta.
- ¿Por qué no?
- Se llama instinto de supervivencia.
Ya en la tarde, a mamá no se le bajo el enojo. El can de al lado, destruyó por completo su jardín, algo que aprendí desde que era pequeño es que si quiero sobrevivir nunca debo meterme con las flores de mamá, por nada del mundo.
Una vez, Rory le dio un ramo de tulipanes a Nicole, mi hermano menor prácticamente había arrancado esas flores del jardín y cuando mamá lo descubrió no lo volvimos a ver alrededor de dos semanas…
Broma, no visito a su novia durante un mes, creo que aprendió la lección.
- Marlon ¿puedes ayudarme?
Dejo mis deberes sin terminar en la mesa y voy al patio trasero.
Aun el sol no desaparece por completo, sin embargo, unas pequeñas estrellas se están haciendo notorias, supongo que es lo bonito de vivir en Smokeland.
Me pasé todo el tiempo arreglando la cerca de madera por donde entraba el cachorro. Mamá termino de arreglar su jardín y maldijo a la familia Carter.
Cuando termino, la luna ya estaba en su esplendor y ese fue mi aviso para terminar de una vez por todas con mis deberes.
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misterio y suspenso, drama y romance juvenil, asesinos y corrupcion
Editado: 13.09.2020