Capítulo 4
Alexander.
Si me hubieran dicho hace dos meses que me volvería a costar con Julieta. Me hubiera reído en la cara de ese idiota. Había jurado no volver a acostarme con ella.
Porque hace tres años, ella salió corriendo al despertarse en mis brazos. Y sin duda había ofendido mi ego, pero no me había lastimado.
Pero por alguna casualidad (sin alcohol de por medio). Estoy en su departamento abrazando la .Luego de a ver tenido el mejor sexo de mi vida.
Admito que el tiempo en el cual no invertía trabajando, estudiando o estando con mi hijo.
Lo gastaba en bares nocturnos, acostando me con mujeres diversas
Menos rusas y rubias o plásticas. No quiero cometer los mismos errores de años atrás.
Miro el cabello colorado de Julieta es tan bello y suave. Aunque ahora este algo enredado.
La beso en la frente. Ella es buena compañía para tener sexo.
Me acerco a ella y vuelvo abrazarla, aprovecho que todavía es muy temprano y vuelvo a dormir.
De alguna forma el estar con ella, me hace olvidar lo que siento por la castaña.
***
Me despierto por el sonido de la alarma de Julieta. Ella se queja y se mueve pegando me con su rodilla en mis bolas.
- ¡Dios! – Chille. Poniendo en mi mano sobre la zona adolorida. Juro que en ese momento veía estrellas al rededor mío. Como piolín cuando Silvestre le pegaba.
Ella se dio vuelta y apago la alarma. Yo me seguía sobando mis bolas adolorida.
-Perdón- Dice ella, se notaba que no lo sentía. Se cubre el cuerpo desnudo con una sábana blanca.
- No te perdono.- Digo enojado.
- No me perdones.-Dice ella indiferente, deja la sabana de lado y se levanta completamente desnuda.
Paseo mis ojos por su cuerpo desnudo, tiene un trasero perfecto, la verdad su cuerpo es perfecto. Ella me mira y me guiña un ojo, a paso lento va hacia el baño.
Si ella creía que no me iba a meter al baño, a tomar una ducha con ella estaba súper equivocada. - Sabes que para que te perdone tendría que meterme a bañar contigo.- Le digo gritando desde la cama.
Ella salió del baño riendo se. Me mira desde a puerta, su cabello rojo cae hacia un castado.
- ¿Y qué esperas?- Pregunta ella. Me guiño un ojo y me sonrió.
Como el corre caminos, salí corriendo hasta el baño.
Esa fue sin duda la mejor ducha del mundo. Tal vez esto de ser " Amigos del sexo" no sea tan malo.
Julieta.
Llego al trabajo con diez minutos de demora. Alexander me hizo tardar varios minutos en el baño.
Este hombre que aparte de ser un gran amigo en el ámbito sexual. Cocina genial, me hizo unos wafles con crema y café.
Pero por culpa de eso, mi jefa me regaño.
- Julieta, ¿Sabes que es lo más importante para mí?- Me pregunto enojada, sacaba chispas. Y no era para nada exagerada, ella tiene razón.- La puntualidad.-Remarca levantando un dedo.- En la agencia lo necesario para triunfar es poder ser puntual, respetuoso, honesto, generoso y vivaz...
- Lo se Ariana.-Digo cabizbaja.- Pero sabes que es la primera vez que me demoro, aparte solo fueron 10 minutos.-Me defiendo.
- Diez minutos en lo que podías a ver creado una línea de ropa.- Dice ella cruzando se de brazos.
-Tampoco para tanto.- Le digo riendo.
Ella sonrió.
Ariana es mi jefa la que inicio el proyecto ella estudiaba conmigo administración y gracias a una beca, pudo crear la empresa. La cual tuvo mucho éxito, ambas trabajamos juntas a la par, pero aunque somos amigas ella es mi jefa.
Ella no es una chica de aspecto intimidante, sino más bien pequeña de un 1, 60, delgada con buenas proporciones. De cara delgada y pómulos levantados. Sin duda una hermosa belleza de ojos marrones.
- Lo se Julieta, pero hay un horario y debes respetarlo. Aparte si no te reto, dirán que tengo favoritismo.
- Lo siento jefa.-Digo poniendo mi mano en la cabeza y saludando como soldado.-No volverá a ocurrir.
Ella me abrazo y me dio unas palmaditas en la espalda.
- Bien porque ahora me odiaras.- Dijo ella sonriendo como una niña que hace una travesura. - Tenemos una sesión de fotos con Fabián.-Dice con lentitud el nombre del mismo.
No sabía cómo sentirme o que pensar. Mi corazón se aceleró y empecé a sentirme mal. Me faltaba el aire y sentía que mi cabeza pesaba demasiado.
No sabía qué hacer si matar a mi jefa por ser tan impertinente, ella sabe que Fabián es mi ex marido. Y sabe que no quiero volver a verlo. La verdad había cruzado los dedos, esperando que un camión lo hubiese chocado.
- ¿Como que Fabián estay acá?- Pregunto con la garganta seca. Me siento en la silla frente a su escritorio y trato de tomar aire.
- Lo siento muchísimo, amiga. Pero es el remplazo de Nando-Explica ella.
- Pero sabes que no lo puedo ni ver.-Digo en un susurro.
Ella mordió su labio, un gesto que solo hacia cuando estaba nerviosa.
No puedo matar a mi jefa, la cual es mi mejor amiga. Pero ahora la veo como el demonio que trajo a mi ex a mi lugar de paz y tranquilidad.
Antes de poder tirarme sobre su cuello y afiliarla (Y valla que tenía ganas de hacerlo) Ella sabía quién era el y sabia parte de nuestra historia, no entiendo como acepto algo así.
Pero el toque de la puerta interrumpió el hilo de mis pensamientos asesinos.
Ella fue a abrir la puerta con lentitud, mientras yo trataba de calmar mi respiración.
Allí estaba el. Tan despampanante como siempre.
Con el pelo castaño de un lado peinado en puntas, la barba que lo hacía ver sexy, y sus ojos verdes opacos tan hermosos y cristalinos.
¡Lo odio!